
Tras la ruta del Sol
Como parte de las actividades extracurriculares del proyecto 2008, los niños de cuatro y cinco años del Jardín de la Facultad, emplearán un año completo para pintar un analemma en el parque de juegos. ¿Qué es un analemma?
“El analemma es la curva que describe el Sol en el cielo relevado regularmente a lo largo de un año, a la misma hora solar, desde un mismo punto de observación”, explica Ricardo Cabrera del Departamento de Química Inorgánica, uno de los asesores técnicos del proyecto. En tomas fotográficas semanales del cielo superpuestas a lo largo de un año, desde un punto fijo, las 50 posiciones del Sol en el cielo lucen como un 8 torcido, asimétrico y estirado, formado por la unión virtual de todas esa imágenes. “Es una actividad muy popular en el mundo, fácil de realizar e ideal para transmitir la idea de la ciencia en las aulas”, completa Cabrera.
Si de la presencia de la ciencia en el aula se trata, la directora del Jardín de Exactas, Eliana Scibilia, indica: “Como una extensión ad hoc de la consigna nacional `2008 Año de la enseñanza de las Ciencias´, decidimos dedicar a la ciencia nuestro eje temático anual, transversal a las salas, de tres, cuatro y cinco años, pero incorporando algunas actividades novedosas… ¡y qué mejor que los recursos humanos de esta Facultad para eso!”
“Salirse del esquema curricular de `la-vaca-nos-da-la-leche´ como una aproximación tradicional a la ciencia, mediante la experiencia de complementar el trabajo de las docentes con especialistas en ciencia, nos pareció casi revolucionario”, describe la psicopedagoga Susana Caballero.
Docentes e investigadores, padres o no del Jardín, fueron convocados por la Dirección para proponer actividades. “La oferta fue variada, atractiva y muy desafiante”, aclara la vicedirectora Viviana López Elorreaga y agrega: “por supuesto que hicimos un trabajo de adaptación de discursos, sin perder rigor, entre las docentes y los científicos”. Una de las actividades propuesta fue el analemma.
Para elaborar un analemma, hay una alternativa a las fotografías del Sol que consiste en pintar una marca en la punta de la sombra que proyecta en el piso una varilla vertical, una vez por semana, a la misma hora, durante todo un año. “Logramos que la Subsecretaría Técnica de la Facultad rellenara y nivelara una antigua pileta en desuso del extenso parque de juegos, lindero con el Río de la Plata, en cuyo borde ahora hay una varilla de un metro de alto”, explica Guillermo Mattei, del Departamento de Física y del Equipo de Popularización del Conocimiento de la SEGB, otro de los asesores del proyecto.
“Todos los miércoles un contingente de niños de cuatro y cinco años marcha al parque al grito de a-na-le-mma”, explica la docente de sala, Claudia Vuono. “Esperamos que los relojes den las cuatro como si fuera la noche de año nuevo”, describe María de los Ángeles Schlegel, otra de las maestras de sala. A la hora justa, una docente centra el círculo calado de una plantilla con el extremo de la sombra de la varilla y uno de los niños opera el aerosol. La marca semanal ha sido registrada. Alrededor de 50 marcas sobre la ex pileta delinearán el esperado 8 torcido y alargado.
“El analemma es a la vez reloj de Sol, indicador de equinoccios y solsticios, evidencia de la elipticidad de la órbita de la Tierra alrededor de Sol, y de los 26 grados de inclinación del eje terrestre respecto del plano de la eclíptica”, explica Mattei. “En el nivel del jardín de infantes, los aprendizajes serán, por ejemplo, que el Sol se `mueve´ en el cielo, de Este a Oeste; que está `más alto´ al mediodía; que está `más alto´ en el verano que en el invierno; que alcanza su `máxima altura´ alrededor del 21 de diciembre y su `mínima altura´ alrededor del 21 de junio; que, como `recorre´ más camino en el verano hay más horas de luz”, explican las docentes responsables de la salas, María Laura Ravone y Victoria Castro.
La reacción de los niños fue más que sorprendente. En un encuentro previo entre docentes de salas, niños y asesores, se recreó la situación astronómica iluminando un globo terráqueo con una lámpara focalizadora. “Mientras los chinos duermen, nosotros estamos despiertos porque nos ilumina el Sol”, eran algunas de las conclusiones. Tres niñas, emulando los movimientos de la Tierra y de la Luna alrededor de Sol, no sólo los divirtió sino que los aproximó en forma tangible a la noción de año. Finalmente, un niño hizo las veces de varilla humana y el resto dibujó la forma que resultó de unir las diferentes marcas de la punta de la sombra de su cabeza, a medida que uno de los asesores iba cambiando la posición de lámpara focalizadora que lo iluminaba desde arriba.
“Bertrand Russell decía que los niños cuya curiosidad no queda empantanada en el sistema educativo, de grandes se llaman científicos”, cita Mattei y agrega: “intuyo que si el contacto entre ciencia y niños, en ámbitos educativos o no, pudiera hacerse eficiente cada vez a más temprana edad, no sólo crecerían las vocaciones científicas sino también la capacidad general de los individuos y la curiosidad pasaría a ser el motor de una actitud crítica y analítica en cualquier ámbito de reflexión”.
Fuente: El Cable Nro. 707