Tormentas sin sorpresas

Décadas de conocimiento generado en la Facultad sobre eventos meteorológicos severos entran en sinergia con la iniciativa de los investigadores, las necesidades del Servicio Meteorológico y la capacidad tecnológica que ofrece actualmente el país. El proyecto Alert.ar ya está en marcha con expectativas de mejorar la calidad e inmediatez de los pronósticos, generar alertas tempranas y, de esa manera, disminuir el impacto de las tormentas en la población.

30 de octubre de 2014

No es noticia que las tormentas severas que suelen azotar a la Argentina (principalmente, en las regiones centro y noreste) traen consecuencias que se traducen en graves perjuicios para las economías regionales y en pérdidas de vidas humanas. El registro en la memoria colectiva de la trágica inundación que afectó en 2013 a las zonas más bajas de la ciudad de La Plata seguirá grabado por mucho tiempo en aquellos que la vieron por la tele y de por vida en los que la sufrieron. Y todo lo que ocurrió puede volver a ocurrir.

Un grupo de especialistas, plantados frente a la necesidad de contar con pronósticos más precisos y acciones de previsión eficientes ante eventos climáticos severos, desarrollaron un proyecto que permite integrar el trabajo y voluntad de tres organismos de importante peso propio, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el INTA y el CONICET. Bajo el nombre de Alert.ar, se organizó un equipo muldisciplinario con objetivos a mediano y largo plazo que se propone desarrollar e implementar herramientas de avanzada a nivel mundial.

La meteoróloga Paola Salio está a la cabeza de Alert.ar. Salio es investigadora del CONICET en el Centro de Investigación sobre el Mar y la Atmósfera (CIMA) y profesora en Exactas. “Los pronósticos de tormenta con los que contamos en el país son muy poco específicos. Junto con Celeste Saulo, actual directora del Servicio Meteorológico Nacional, y Claudia Campetella, gerenta del Servicio Meteorológico, y empezamos hace poco más de un año a advertir que era necesario conseguir un pronóstico de tormentas desagregado”. ¿Por qué desagregado? Actualmente, es posible pronosticar una tormenta “a secas”, no se diferencia si el evento involucra altas precipitaciones, granizo o vientos severos por separado sino que la previsión engloba todos los fenómenos. Salio da más detalles: “La frecuencia y la severidad de los fenómenos es creciente en nuestro país y genera vulnerabilidad en una parte de la población. Lo que nos proponemos con Alert.ar es desarrollar tecnologías que optimicen la capacidad de respuesta de los organismos que tienen que actuar ante esas situaciones. Para eso, la propuesta es mejorar la calidad del pronóstico y tenerlo disponible con suficiente antelación como para poder actuar con el tiempo adecuado”.

Salio habla de lo que se conoce como “nowcasting” o pronóstico inmediato, que refiere a la optimización tecnológica y de recursos humanos para tener un pronóstico que ofrezca el mayor margen de tiempo posible de acción ante eventos meteorológicos severos. Es todo un desafío a nivel internacional, dado lo errático de los fenómenos atmosféricos. Y en nuestro país tiene un valor especial: Argentina cuenta, en algunas regiones, con las tormentas más intensas del planeta.

Los objetivos que Alert.ar se plantea cumplir dentro de los primeros tres años: dotar al SNM con un pronóstico de tormentas desagregado con una anticipación de 18 horas y conseguir que los pronosticadores tengan acceso a todas las variables de información que brindan los nuevos radares y puedan comprenderlas. Y también que los tomadores de decisión puedan acceder a los pronósticos y volcarlos correctamente a la población.

Alert.ar tiene previsto el desarrollo de herramientas a través del conocimiento de los científicos locales, que harán pie en la información que entregue el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos, SINARAME. A pedido del Ministerio de Planificación de la Nación, la empresa estatal INVAP instaló recientemente en Bariloche el primer radar construido en el país. En pocos meses se colocará uno más en la ciudad de Córdoba y se prevé que en pocos años 11 nuevos radares refuercen la red. La opción fue la misma que dio pie a la construcción del satélite ARSAT-1: apostar al desarrollo tecnológico propio.

Otro de los integrantes del equipo de Alert.ar es el meteorólogo Federico Robledo, también investigador del CONICET en el CIMA y docente de Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos. “¿Por qué hoy puede ponerse en acción Alert.ar?”, se pregunta Robledo. “Es porque están dadas las condiciones”, responde y se explaya. “Podemos abordar el alerta de tormentas porque las conocemos muy bien. En nuestro país y, en particular, en Exactas, se fue generando conocimiento sobre tormentas desde hace varias generaciones, desde lo más básico y teórico que uno pueda imaginar”. Y ese conocimiento sobre las tormentas, que se incrementa y perfecciona desde hace 30 años, es lo que permite contar con el potencial para pronosticarlas.

“Esos saberes reconocidos como únicos a nivel regional, hasta hace unos 10 años estaban destinados a convertirse en artículos para revistas científicas”, sostiene Robledo. Ahora, en cambio, convergen en políticas de Estado; en particular, a partir del interés del SMN y de la Secretaria de Ciencia, Tecnología y Producción del Ministerio de Defensa, que decidieron definir a Alert.ar como una línea estratégica a corto, mediano y largo plazo. De acuerdo a lo previsto, los recursos humanos altamente formados podrán contar con los “fierros” necesario –radares y computadoras de alto rendimiento– y el presupuesto para poner a andar la maquinaria.

Los investigadores afirman que algunas de las herramientas computacionales necesarias para generar alertas ante el pronóstico se encuentran disponibles en sus oficinas y corren todos los días en sus computadoras. ¿Por qué no utilizarlas, entonces? Porque muchas de esas herramientas que se utilizan para tareas de investigación académica suelen encontrarse en fase experimental o en proceso de desarrollo, y eso no es compatible con las necesidades de tareas operativas de las que dependen, por ejemplo, la vida de personas. “Pronto, el SMN tendrá disponible un data center de altísimo rendimiento y nosotros ya estamos trabajando para obtener las mejores performances de los equipos. Incluso intercambiamos información con especialistas de los Estados Unidos y Japón”, afirma Salio, y agrega: “no estamos hablando sólo de herramientas de alta tecnología, representan la frontera actual de la ciencia, es la cresta de la ola”.

Pero, más allá del conocimiento ultraespecífico, los especialistas advierten que el camino para que una alerta temprana redunde en éxito se choca con un problema en el último eslabón del proceso. Al respecto Federico Robledo indica que “encontramos toda una barrera comunicacional que separa la oficina desde donde sale el pronóstico, los tomadores de decisión en territorio –como el personal de Defensa Civil– y la gente, los vecinos”.

En cuanto a los problemas que pueden surgir a la hora actuar en las posibles zonas afectadas, Robledo es contundente: “Si la alerta no le llega al último vecino en el barrio más alejado, todo pierde sentido. La inversión de todo un país que va a financiar este proyecto se tira a la basura”. Para actuar a ese nivel se constituyó el Grupo 1 de Alert.ar, que estudia y proyecta la estrategia de comunicación tanto dentro como fuera del SMN.

El Grupo 1 incorporó el proyecto piloto que se inició en 2012 en Exactas a partir de un subsidio “Exactas con la Sociedad”, denominado “Anticipando la crecida”. Este proyecto comenzó a trabajar en la ribera del municipio de Quilmes, identificando la demanda de pronóstico de la zona, los problemas de comunicación y la forma en que los vecinos recibían las alertas. Pero “Anticipando la crecida” también se propuso recuperar el saber de la gente del barrio. Lo explica Robledo, que es uno de sus impulsores. “La gente del barrio tiene claro hasta qué cuadra se inunda, cuáles cuadras no, a qué niveles llega el agua en cada sector. Nosotros, los especialistas, podemos registrar tormentas extremas que se miden en un pluviómetro o las vemos con un radar, pero después hay umbrales de lluvia que para nosotros no representan datos significativos y que en determinados barrios generan anegamiento, imposibilidad de circulación, suspensión de clases, complicaciones. La única manera que uno tiene de conocer eso es interpelar al vecino y eso, además, nos permite validar socialmente los pronósticos”.

“Anticipando” continúa como proyecto activo, aportando su experiencia en Alert.ar. Extendió su trabajo a la zona de los arroyos de Quilmes y al municipio de la Matanza, más precisamente a Laferrere. “Trabajamos con las escuelas secundarias locales. Llevamos una gran foto aérea de la zona, con alta definición, y los chicos, como en un juego, van marcando en el mapa su casa e indicando si suele inundarse, también si se anega su calle y, en función de eso, se puede georreferenciar el barrio, identificando zonas con problemas”, cuenta Robledo. El equipo no está formado sólo por meteorólogos y oceanógrafos. Lo integran también geógrafos físicos, antropólogos, psicólogos e ingenieros hidráulicos.

Lo que nació como un proyecto exploratorio desde la academia, toma cuerpo en Alert.ar. “La idea es que el SMN incorpore la necesidades de los distintos barrios dentro de sus estrategias operativas”, indica Paola Salio. “Estamos, justamente, en la búsqueda de las herramientas que nos permitan recorrer el camino que une la tormenta y sus últimas consecuencias en el menor tiempo posible”.

Puede fallar, eso no importa
“Si vos alguna vez sufriste una crecida, estuviste en tu casa mientras se inundaba, no querés vivir nunca más esa situación, definitivamente”, sostiene la meteoróloga Paola Salio, poniendo el foco en las consecuencias concretas de un posible evento meteorológico severo. “Para conseguir que la gente evacue las zonas de riesgo, hay que aprender a comunicarles que, si bien les decimos, por ejemplo, que en seis horas se puede inundar su casa, y aunque haya posibilidades de que esto no ocurra, tiene que irse igual”, indica la especialista. El tema es delicado porque la posibilidad de que la inundación no ocurra lleva a dudar de lo concreto del riesgo”.

“Es imprescindible generar la conciencia en la población para que conviva con la falsa alarma y entienda que no es algo negativo. En los países donde se emiten las alertas de la manera que nosotros queremos emitirlas, la falsa alarma es del 80 por ciento. Así es, por ejemplo, en los Estados Unidos”, agrega Salio y da un ejemplo: “Vos vas a afinar tu pronóstico, vas a mejorar la tecnología, vas a ir achicando las áreas sobre las que pronosticás, pero el porcentaje de falsa alarma no te lo vas a poder sacar de encima. De todas maneras, en la zona de tornados de los Estados Unidos, cuando suena la alarma del barrio, la gente no duda, se mete en el refugio subterráneo sin preguntarse nada. Si hubo tornado, se salvan vidas. Si no hubo, mejor”.

Fuente: El Cable Nro. 852

Armando Doria