
Cazadores de virus
Los franceses Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, por su descubrimiento del VIH, y el alemán Harald zur Hausen, por identificar al virus papiloma como responsable del cáncer de cuello de útero, fueron laureados por la Academia Sueca con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
El premio Nobel de Medicina 2008 fue otorgado a los descubridores de dos virus que causan graves enfermedades: el sida y el cáncer de cuello de útero. Los franceses Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, por el hallazgo del VIH, en 1983, compartirán un millón de euros con el alemán Harald zur Hausen, que postuló al virus papiloma como el causante del cáncer más común en la mujer, luego del de mama.
Virus y cáncer
En la década de 1970, zur Hausen publicó sus primeros trabajos donde señalaba al virus papiloma como el responsable del cáncer de cuello de útero, aunque en ese momento todas las miradas apuntaban al virus herpes. Su idea era que las células tumorales, si habían sido transformadas por un virus, deberían contener la información genética de aquél integrada en su propio genoma.
A través de sus investigaciones con tumores, el científico alemán pudo demostrar que más del 50 por ciento de las biopsias de cáncer cervical mostraban la presencia de ADN de ciertos tipos del virus papiloma. En particular, las cepas 16 y 18 se encuentran presentes en el 82 por ciento de los pacientes con cáncer cervical invasivo.
El virus papiloma puede ser detectado en el 99,7 por ciento de las mujeres que han padecido cáncer de cuello de útero, y se estima que afecta a unas 500 mil mujeres por año en el mundo.
La epidemia del siglo XX
Corría el año 1981 cuando, en California y Nueva York, en los Estados Unidos, se describió una nueva enfermedad, que parecía muy severa y los casos se incrementaban con gran rapidez. Se la definió como síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Los pacientes, hasta ese momento personas sanas, presentaban infecciones oportunistas repetidas. No obstante, al comienzo no parecía tan obvio que el sida fuera una sola enfermedad y que los síntomas, que afectaban a casi todos los órganos del cuerpo, tuvieran una única causa. A fines de 1982 diversos laboratorios intentaban encontrar la causa del sida.
Existían varias evidencias que apuntaban a un origen retroviral. Un grupo dirigido por Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, del Instituto Pasteur de París, estaba abocado a explorar esta hipótesis. Aislaron y cultivaron células de ganglios linfáticos de pacientes en las primeras etapas de la enfermedad, y detectaron la actividad de la enzima transcriptasa reversa, que es un signo directo de la replicación de un retrovirus. En contraste con retrovirus oncogénicos caracterizados previamente, los retrovirus descubiertos, ahora conocidos como virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no inducían el crecimiento celular descontrolado. En 1984, Barré-Sinoussi y Montagnier ya habían obtenido diversos aislamientos del nuevo virus, a partir de individuos infectados, pacientes hemofílicos, pacientes transfundidos y niños que habían recibido el virus de sus madres.
Estos descubrimientos pronto permitieron desarrollar métodos de diagnóstico y de análisis de sangre. Asimismo, el conocimiento detallado del ciclo de replicación del virus hizo posible el desarrollo de diversas drogas antivirales.
“El premio Nobel pone punto final a una discusión, y confirma el rol del virus VIH en la enfermedad, pues había opiniones encontradas”, afirma la doctora Celia Coto, viróloga y profesora consulta en la FCEyN. Si bien para los virólogos no había dudas sobre la existencia del virus, había quienes la negaban. Otros, por su parte, pensaban que se trataba de un artefacto de laboratorio, que había escapado por error.
“La entrega del premio cierra esta historia y le da validez al hecho de que se trata de un virus que se transmite entre los humanos, y que proviene, al menos el VIH tipo 2, de un chimpancé de África occidental”, subraya la investigadora.
Erradicar el virus se hace difícil por la forma en que interactúa con su hospedador y evade su sistema inmune. La estrategia de este virus consiste en integrar su genoma al de las células que ataca, los linfocitos T, y mutar en forma permanente.
Pero ¿por qué es tan difícil encontrar una vacuna? “Para que una vacuna pueda provocar una respuesta inmune, tiene que poseer constituyentes del virus. Lo mejor sería emplear un virus vivo atenuado, pero el VIH es muy peligroso. Las vacunas con virus inactivado, como la Salk (antipolio), requieren repetir las dosis para poder obtener una respuesta y que genere anticuerpos”, explica Coto. Se buscaron alternativas, como incluir parte de la membrana del virus, o introducirla en un virus de insectos, pero no fue posible producir anticuerpos en suficiente cantidad.
De todos modos, más allá de las vacunas y las drogas terapéuticas, el sida sigue avanzando debido a otros males mucho más difíciles de erradicar que el virus VIH, como la falta de educación sexual, el prejuicio y la pobreza.
Fuente: El Cable Nro. 703