
Hasta que se ponga el sol
La Facultad llevó el festival +Ciencia +Futuro a San Martín para mostrar el trabajo científico y la importancia que tiene para el desarrollo del país la inversión en ciencia y tecnología. Charlas, juegos y exposiciones en una jornada soleada que congregó a miles de personas.
Una madre y su hija observan atentas cómo las extensionistas de la Facultad manipulan los tubos de ensayo. Hay frutillas, bananas, detergente, sal y alcohol. En el stand no preparan tragos, extraen ADN de las frutas. El material genético emerge como una sustancia babosa, incolora, se puede ver y tocar. La ciencia está ahí, en las cosas cotidianas.
En otro puesto, una familia pinta unos dibujos en papel. El arte dialoga con la ciencia en una demostración química de la conformación de diferentes pigmentos, los mismos que se usaron en obras pictóricas famosas, como las de Antonio Berni. A pocos metros, un muchacho intenta comprender el principio óptico por el cual el muñequito de una rana se proyecta como un holograma 3D por el simple hecho de estar dentro de un recipiente curvo y espejado.
Es el festival +Ciencia +Futuro, que llegó al partido bonaerense de San Martín en el marco de la Feria del Libro que organizó la municipalidad. La Facultad llevó su defensa de la ciencia y la tecnología a una plaza colmada en un día primaveral que se prestó para el disfrute al aire libre durante toda la jornada del último sábado.
“Es una alegría enorme salir a la calle con la Facultad en un evento masivo y popular”, dijo el decano Guillermo Durán. Y agregó: «Un país serio y desarrollado se hace con más y mejor inversión en ciencia y tecnología, no con menos».
Para Durán, se trata de seguir mostrando y defendiendo la ciencia. “Hay que seguir sacando la facultad a la calle. Siempre fue buenísima en sus actividades puertas adentro pero tal vez faltaba un empuje más hacia afuera. Esto va en esa dirección”, afirmó.
Además de los stands con juegos y “magia” matemática, programación de robots, una demostración de la densidad de distintas sustancias en el agua, geología argentina y hongos extraños y sorprendentes con infinidad de aplicaciones biotecnológicas, Exactas organizó un gran número de microcharlas públicas con temas tan curiosos como actuales.
De esa manera, se sucedieron los dilemas en torno a la inteligencia artificial, la problemática del cambio climático, la estadística oculta en situaciones que solemos pensar como “casualidades”, la producción de kits de diagnósticos nacionales para padecimientos como Covid-19 y Chagas y la importancia soberana de contar con relojes atómicos.
Según Valeria Levi, vicedecana de la Facultad, «se busca transmitirle a cualquiera que quiera venir a hacer un experimento que de la mano de la ciencia viene el desarrollo, porque sin estas ideas no tenemos soberanía».
Para Levi, un ejemplo claro ocurrió durante la pandemia, cuando la comunidad científica “logró dar un montón de respuestas que, en caso contrario, no hubiéramos tenido. Esto pone otra vez en agenda la ciencia y la tecnología de Argentina”, remarcó la vicedecana.
A lo largo del día, el público que paseaba por la Plaza San Martín fue acercándose al espacio de Exactas entre mates, espectáculos en el escenario principal, la feria de libros y los puestos gastronómicos que estaban cerca. Además de la alegría por la divulgación científica y el hecho de compartir lo fascinante que hay detrás de cada disciplina, también hubo espacio para la concientización.
Cada visitante obtuvo un folleto y material gráfico con información y consignas que buscan reflexionar acerca de lo que puede estar en riesgo. “El futuro es con más ciencia y más educación”, reza el volante. La dicotomía que allí se abre es entre “una patria con más futuro” o “un país bananero”.
¿Por qué? Porque se trata de contrastar el desarrollo local de satélites, insumos médicos, alimentos con más nutrientes, baterías de litio o inteligencia artificial con la “fuga de cerebros” que se daría en el caso de que nuestro país cerrara la posibilidad de encarar estos proyectos. Estudiar de forma gratuita en universidades públicas que están entre las mejores de Latinoamérica o que se arancelen y que, como ocurre en otros países, estudiar una carrera pueda costar tanto como una casa. Que se puedan investigar problemas autóctonos que no suelen ser del interés de los países centrales o que nadie lo haga. En definitiva, se trata de proponer un país desarrollado, con más ciencia y más futuro.
Fotos: Luiza Cavalcante – Exactas UBA.