
Revierten el rápido deterioro de semillas de sauce y álamo
Se trata de especies de valor gran forestal que en condiciones normales no sobreviven quince días y con un tratamiento conocido como “priming” superan varios años. Esto brinda la posibilidad de estudiarlas para mejorar el rendimiento.
Si las semillas de sauce y álamo se dejan libradas a la naturaleza mueren a las pocas semanas, lo que representa una dificultad en su manipuleo para los trabajos de mejoramiento genético. Sin embargo, un tratamiento conocido como “priming” revierte este deterioro y abre la puerta así a la posibilidad de estudiarlas para optimizar el rendimiento. “Con mejoramiento genético sería posible aumentar la calidad de la madera y, consecuentemente, diversificar su aplicación”, señalan los doctores Sara Maldonado, del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA) y Horacio Maroder del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Luján, quienes trabajan en este tema desde 1998.
Hasta ahora, la ciencia no le había prestado demasiada atención a estas simientes. “Estas especies se propagan por estacas. Éste fue uno de los motivos por el cual no hayan concitado un particular interés su estudio. Pero cuando se pretende realizar trabajos de mejoramiento genético resulta imprescindible contar con las semillas”, enfatiza Gonzalo Roqueiro de INTA-Castelar, quien se incorporó recientemente a estas líneas de investigaciones.
Semillas rejuvenecidas
En estado natural, esta simiente siempre había sido conocida por su rápido deterioro y por la pérdida de poder germinativo en unos pocos días. ¿La razón? “Los procesos oxidativos, que operan en el envejecimiento de cualquier semilla, en éstas son más intensos”, indican. Rescatarla de ese estado resultó ser una de las consignas del equipo de trabajo, que logró resultados significativos.
“El envejecimiento producido por estos procesos oxidativos, pudieron ser notablemente revertidos, cuando las semillas fueron sometidas a la técnica conocida como “priming”, enfatiza la doctora Maldonado, al tiempo que Maroder explica el proceso: “Se hidratan las semillas hasta niveles de agua que posponen el inicio de la germinación permitiendo en consecuencia que los mecanismos pregerminativos de reparación de daños actúen durante mayor tiempo. Es como si se le hiciese servicio de chapa y pintura que las revigoriza. Se reparan los tejidos viejos”.
Los resultados fueron más que promisorios. “Un aspecto notable es la significativa respuesta a los tratamientos de rejuvenecimiento. Una característica única en estas semillas es que la recuperación se hace a partir de una acentuación del deterioro que se produce al inicio del priming”, enfatiza la doctora Maldonado.
Este método de humidificación permitió así revertir el rápido deterioro y de este modo, lograr contar con semillas rejuvenecidas con las cuales es posible trabajar en investigaciones de manipulación genética. “La familia de las salicáceas comprende unas 350 especies que se agrupan en los géneros Populus (los álamos) y Salix (los sauces). Se trata de especies de gran valor forestal debido a la rapidez de su crecimiento, para cuyo cultivo nuestro país cuenta con una de las zonas más aptas (el Delta del Paraná). Su utilización para madera está restringida a la fabricación de cajones y estacones, y a su uso como combustible; sin embargo, con mejoramiento genético sería posible aumentar la calidad de la madera y, consecuentemente, diversificar su aplicación”, señalan los especialistas en la publicación “Ciencia Hoy”.
Estos estudios han contado con la colaboración de investigadores del Departamento de Industrias de la FCEN-UBA, de la Cátedra de Física de la Facultad de Farmacia y Bioquímica-UBA y del INIBIOLP-Universidad Nacional de La Plata.
Queda por delante numerosa tarea por realizar con estas semillas que este equipo de trabajo conserva con dedicación. “Llevamos –ejemplifican- las ramas de álamo que contienen semillas con una red a un sector oscuro, dejamos que alcance la humedad ambiente y la hidratamos para que tengan 12% de contenido de agua. Estas semillas que en la naturaleza hubieran vivido sólo quince días, las ponemos en el laboratorio a temperaturas de -80º. Allí se conservarán por años, intactas”, concluyen.
Nuevo modelo |
En el mundo vegetal, una primera clasificación científica acerca de la conservación de las semillas, las separó en dos: tolerantes a la deshidratación u ortodoxas y aquellas que no o recalcitrantes. ”Las semillas de sauce y álamos comparten con las ortodoxas la capacidad de tolerar la desecación. Sin embargo, esa capacidad no determina una prolongada longevidad. Este comportamiento junto a otras características atípicas que muestran estas semillas, las convierten en un nuevo modelo de comportamiento, descubierto en nuestro laboratorio y cuyas causas estudiamos”, indica el Dr. Horacio Maroder. |
Fuente: Publicado en La Nacion el 29/08/2009