“No queremos que la Reserva sea otro Palermo”
Una vez más, el gobierno de la Ciudad inició de manera inconsulta una serie de obras que podrían afectar la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria. Frente a esta situación, Juan Carlos Reboreda, dos veces decano y uno de los profesores de la Facultad que viene siguiendo muy de cerca el tema desde hace dos décadas, realiza un racconto de los vaivenes en torno al manejo del predio y destaca la necesidad de que las autoridades porteñas se ajusten al plan de gestión vigente.
La Reserva Ecológica Ciudad Universitaria-Costanera Norte es área natural protegida de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde el año 2018. Cuenta con una superficie total de 23 hectáreas ubicadas en la ribera del Río de la Plata, entre la desembocadura del arroyo White, y el Parque de la Memoria. “Este, probablemente, sea el sitio natural más interesante de la Ciudad, junto con Costanera Sur”, sostiene Juan Carlos Reboreda, profesor del Departamento de Ecología, Genética y Evolución y experto en comportamiento de aves. “Pero esta reserva tiene algunas ventajas -explica-. Acceder a ella es mucho más fácil y tiene una superficie menor, por lo cual, una persona puede tener, en menos tiempo, una visita muy interesante en términos de biodiversidad”. El predio forma parte de un corredor biológico costero, un sistema de islas donde todavía queda algo de selva ribereña, que va desde la zona del Delta hasta Punta Lara.
La reserva mantiene una relación muy estrecha con la Facultad desde hace varias décadas, prácticamente desde la construcción de Ciudad Universitaria, en los años 60. “Recuerdo que cuando era estudiante, en los 70, las prácticas de la materia Zoología se hacían en la lagunita que estaba en el fondo de Ciudad Universitaria. Claramente hay una larga tradición de uso de estos terrenos por parte de la comunidad de Exactas”, rememora Reboreda, quién siguió paso a paso la evolución de este tema desde los diferentes cargos de gestión que ocupó, primero como secretario de Investigación, luego como vicedecano y dos veces decano de Exactas.
Es que la intrincada historia de este predio, respecto de su propiedad y su gestión, así como las relaciones entre los principales actores involucrados, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Universidad de Buenos Aires y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, ha tenido reiterados vaivenes que aún hoy no se han podido resolver de manera definitiva.
Para no remontarse a historia demasiado antigua, se puede citar como un hito importante, y más cercano en el tiempo, la resolución del año 1999 que dispuso la construcción del Parque Natural Ciudad Universitaria, el Parque de la Memoria y la Plaza de la Concordia como espacio articulador entre los dos primeros. A partir de allí, hubo múltiples idas y vueltas legales y administrativas, obras que quedaron inconclusas, otras que se hicieron sin consultar a la Universidad y hasta se elaboró un plan de manejo en 2007 que, nunca llegó a implementarse.
“Hacia el año 2006 se acordó elaborar un plan de gestión. Le pedí a la especialista Alejandra Volpedo que coordinara el equipo de trabajo y en 2007 ya lo teníamos armado. En ese momento, ganó las elecciones el PRO y se congelan todas las obras, se disolvió el área de Gestión de la Ribera del GCBA y no pasó nada más en los diez años siguientes. En el interín, en el año 2012, la Legislatura porteña aprobó una ley que establecía que en 90 días debía firmarse un convenio entre la UBA y la Ciudad para establecer cómo se gestionaba la reserva. El convenio recién se firmó en mayo de 2018, casi seis años después. Ese convenio decía que en 180 días tenía que hacerse un diagnóstico del lugar y la Facultad cumplió con ese mandato. Y también había que confeccionar un nuevo plan de gestión. El rector Alberto Barbieri pidió que nos encargáramos de esa tarea. Hicimos un plan de gestión por diez años, 2021-2031, que surgió de un taller en donde participó gente de distintas unidades académicas, del Gobierno de la Ciudad, de ONGs. Ese plan fue aprobado por el Consejo Superior de la UBA y por el GCBA, y es un documento que se encuentra disponible al público.
– Entonces, luego de muchos altibajos, todo parecía encaminado hacia una resolución definitiva de la situación.
– Sí, eso parecía, pero hay un problema. En el convenio se estableció la creación de un Consejo de Gestión con un representante de la UBA y uno del GCBA. Nosotros pedíamos que hubiera tres representantes de cada sector, pero el GCBA prefería uno solo. Obviamente, al ser uno solo, el representante no sería una persona de Exactas, sino alguien de Rectorado. En el año 2018 lo designaron a Pedro Cajide, que era el secretario de Planificación de Infraestructura y, como suplente, al intendente de Ciudad Universitaria. La duración del mandato era de dos años pero eso nunca más se volvió a activar, Cajide dejó su cargo y quedó como representante de la UBA el intendente de Ciudad Universitaria. Eso no está en ningún papel, no hay ninguna resolución que lo avale. A su vez, esa misma resolución decía que el representante de la UBA en ese Consejo de Gestión contaría con un consejo asesor con tres representantes, uno de ellos de la Facultad, pero eso tampoco está funcionando. Entonces, en la práctica, lo que está ocurriendo es que el GCBA actúa en forma unilateral, plantea los hechos consumados. Es difícil cogestionar una reserva cuando de un lado se actúa en forma unilateral. Este es el origen de la situación de conflicto que hay en este momento: ahora se están haciendo obras que no fueron consensuadas. Son obras que se hacen en forma unilateral, en un año electoral. Había acuerdo en hacer obras de infraestructura básica como un centro de interpretación, baños, oficinas para el personal.
– ¿Eso incluía locales gastronómicos, como se está postulando ahora por parte de la Ciudad?
– Nunca se había hablado de que funcionaran dos bares o restaurantes en la Reserva, nunca se había hablado de que funcionara una bicisenda. Son cosas que no estaban contempladas. Se están realizando obras que básicamente no fueron acordadas con la UBA y de las cuales no estamos al tanto. Esto es lo que genera el actual malestar y lo que lleva a plantear reclamos. Pero hasta ahora la respuesta es que las obras se van a hacer, que es una decisión política que tiene que ver con la elección a Jefe de Gobierno de la Ciudad y que tienen que estar inauguradas antes de las elecciones. Algo parecido ocurrió en la elección pasada con las obras de modificación de las paradas de colectivos y la nueva recirculación que sufrimos hasta el día de hoy. Ese proyecto nunca fue acordado. Se hizo entre gallos y medianoche. Son cosas que no se discutieron y una vez que estuvieron se hizo muy difícil dar marcha atrás. Y ahora está ocurriendo algo parecido.
– De acuerdo con lo que pudieron saber, ¿estas obras afectan de alguna manera al sector intangible o al sector de tránsito extensivo de la reserva?
– El área donde se están haciendo las obras es un área que ya estaba muy impactada, muy afectada. O sea, apenas se está tocando una parte que sería de reserva. El problema es que el ingreso proyectado es a través de la playa de estacionamiento del Pabellón 2. O sea, es como que yo te diga que el ingreso al living de mi casa es a través de tu jardín. No es razonable. Nosotros planteamos en su momento que lo razonable sería tener un ingreso independiente. Lo que pasa es que un ingreso independiente implica hacer un sendero paralelo al Parque de la Memoria.
– Es decir que hay un tercero que está disponiendo sobre tu espacio.
– Exacto, y asume que tu espacio es un espacio público. Y, si bien Ciudad Universitaria es un espacio público, eso no significa que cualquiera venga y haga lo que le parece.
– Da la sensación de que toda esta historia se podría resumir en una constante que es la búsqueda por parte de la UBA, en general, y de Exactas, en particular, de ser tenidas en cuenta en el manejo de la Reserva y que, una y otra vez, el GCBA, decide avanzar unilateralmente y sin consultar con nadie.
– Siendo inocentes, uno podría pensar que tal vez no sea sencillo para el GCBA, que tiene un funcionamiento muy rígido, lidiar con algo que implica una cogestión, que implica ponerse de acuerdo con otro actor que es la UBA. Ellos, otras áreas las manejan en forma autónoma porque son de la Ciudad. Esta es una situación atípica porque, por un lado, ellos ponen los recursos humanos y el dinero para realizar las obras pero al mismo tiempo tienen que ponerse de acuerdo con la UBA, que es la dueña de los terrenos, y ahí es donde la cosa se traba. Ellos están acostumbrados a actuar en forma unilateral. Y la UBA tiene mil problemas y obviamente la Reserva no figura entre los prioritarios para Rectorado salvo cuando se arman un poco de lío. En su momento hubo un apoyo, o sea, el plan de gestión fue aprobado por una unanimidad del Consejo Superior pero bueno, lo que falta es que se apropien de esta reserva.
– ¿Creés que la situación se puede volver a encaminar?
– Yo lo que estoy esperando es que, en algún momento y supongo que será después de las elecciones, se vuelva a la normalidad, que se ordene todo esto. No se puede seguir actuando unilateralmente. A ver, otro ejemplo de acciones unilaterales es la estación de bombeo. Esa fue una acción totalmente unilateral del GCBA. Entonces, tenés que esas acciones unilaterales se repiten, es como que consideran que esto es lo mismo que cualquier plaza de la Ciudad, ya sea por desconocimiento, por comodidad, o por lo que fuese. Me parece que lo que tenemos que evitar es eso, acciones unilaterales que afecten el futuro de esta reserva.
– Ahora bien, las herramientas están. Quiero decir, el acuerdo de gestión 2021-2031 existe, está escrito, está aprobado.
– Sí, hay un plan de acción pero, en la práctica, las decisiones las toman funcionarios de tercera o cuarta línea que tienen una agenda que está regida por los tiempos electorales. Entonces, llega la orden, tienen un presupuesto, hacen una licitación que es para toda la Ciudad, y meten ahí algo para la Reserva y después el funcionario tiene que ejecutar eso, porque si no se ejecutan los fondos o no se hizo la obra ya licitada, es un problema. Entonces, esa dinámica burocrática termina rigiendo el funcionamiento de la Reserva. Pero yo espero que en algún momento las cosas se ordenen y que la UBA tenga una posición un poco más enérgica. Es una picardía estar peleándose porque no hay diferencias de fondo. No es que nosotros queramos construir un pabellón frente al río o que el Gobierno de la Ciudad quiera levantar una torre, no es el caso. Creo que tenemos distintas visiones pero en el fondo el objetivo es el mismo: esto es una reserva y va a seguir siendo una reserva, eso nadie lo cuestiona. Lo que hay son diferencias de criterio de cómo se tiene que manejar. Hay una hoja de ruta con la cual todo el mundo está de acuerdo, que es el plan de gestión. Y ese plan de gestión fue aprobado por el Consejo Superior de la UBA y por el GCBA. Eso ya está, lo que hay que hacer es cumplirlo. No queremos que esto sea otro Palermo.