
Las denuncias ambientales en Exactas
“Edificio enfermo” y “Facultad de la muerte” son términos que empezaron a resonar en 2003. Incluso los medios de comunicación tomaron el tema de las denuncias ambientales que involucraban a Exactas. En la charla pública “Lo que no se dijo”, Jorge Aliaga actualizó el tema y reveló el dictamen de la Justicia al respecto.
“Haremos un resumen de las denuncias que se hicieron en 1997 y en 2003, analizando la información y existente, y se incorporará la información obtenida durante 2004 y 2005”. Así comenzó el decano Jorge Aliaga, el miércoles pasado, al mediodía, la charla titulada “Lo que no se dijo”, y que abordó cada una de las denuncias sobre contaminación a las que estuvo expuesta la Facultad.
Todos aquellos que fueron asiduos de Exactas en 1997 tendrán en la memoria la resonancia de las denuncias, que se convirtieron en tema ineludible de pasillo, listas de mail, Consejo Directivo y hasta llegaron a la televisión abierta y a los diarios. De todas maneras, Aliaga detalló caso por caso, en un aula 5 llena, a través de una presentación de power point.
Malestares
Todo comenzó en marzo de 1997, con 65 docentes del Pabellón II denunciando que sufrían con frecuencia síntomas tales como irritación de garganta, de ojos, cefaleas, o detectaban olores en sus laboratorios, ubicados todos en el cuarto piso, en la mitad edificio del lado del río. Ante esto, la por aquel entonces encargada del Servicio de Higiene y Seguridad, Laura Bollmann, implementó una encuesta entre los afectados por recomendación de un especialista consultado por el caso: el toxicólogo Nelson Albiano, del Hospital Ricardo Gutiérrez. “En abril se envía la encuesta a las 65 personas con síntomas, pero contestan solamente 11. A estos 11 se los envía con Albiano, para ser revisados, pero van solamente cuatro. Al mismo tiempo, se mide el aire en tercer y cuarto piso y no se encuentra nada”, explica Aliaga mostrando una copia de los resultados de laboratorio.
Buscando el posible origen de los síntomas, el personal de Higiene y Seguridad recorrió los pisos superiores del Pabellón II junto con Albiano y con Fabio Kalesnik, docente de la casa y uno de los denunciantes de malestares. De acuerdo a la documentación firmada por los tres, se encontró que algunos investigadores del cuarto piso llevaban adelante prácticas incorrectas de trabajo, justamente, en los sectores donde se habían denunciado síntomas.
Las campanas
“Los problemas detectados eran la consecuencia de la conjunción de muchas personas trabajando mal y no de un gran problema único”, indicó Aliaga, agregando que, a partir de ese momento, se empezó a controlar más de cerca cómo trabajaban los investigadores y, que la Facultad contrató al INTI para que evaluara la ventilación del edificio. “El INTI, en base a los usos encuestados, recomendó en 1998, entre otras cosas, cambiar el sistema de campanas, pasando los motores a la terraza, obra que se inicio en 1999, demorada por la burocracia de la UBA, la crisis económica nacional, se reinició en el año 2004, con diseño y dirección de obra de Exactas, y se terminó en el año 2005”, indicó Aliaga.
El caso del droguero
La historia de las denuncias salta de 1997 a 2003. En ese momento, el director de Higiene y Seguridad Hugo Rueda, en una recorrida de rutina, encontró que el caño de salida de ventilación del droguero del Departamento de Química Orgánica terminaba dentro de la ventilación de los baños del cuarto piso, a dos metros de la terraza. “Rueda le comunica lo que había encontrado a Kalesnik. Entonces, Kalesnik organiza un seminario y dice haber encontrado la causa de las emanaciones y los síntomas del 97, y dice que era el droguero de Orgánica”, narró Aliaga. “Sin embargo -continuó- , el propio Kalesnik fue uno de los que en el 97 firmó un documento en el que se registraban las causas de los síntomas en el preciso lugar donde las personas estaban afectadas”.
Seguido a esto, Aliaga explicó por qué es posible desestimar el droguero de Orgánica como causa de los síntomas de 1997: de acuerdo a las mediciones, las emanaciones del droguero, tanto en su interior como en la salida a la terraza, no presentaban sustancias por encima de los valores de exposición permitidos.
La “facultad de la muerte” en los medios
Si bien el alboroto por las denuncias ambientales venía quedando puertas adentro de la comunidad de Exactas, a fines de 2003 el tema cruzó la raya. Primero fue la televisión. El programa “Huella digital”, que por entonces se emitía por Canal 7 y, posteriormente, “La cornisa”, el semanal de América conducido por Luis Majul emitieron informes con la palabra de miembros de la Asociación Gremial Docente (AGD) de Exactas, del centro de estudiantes y del ex decano Pablo Jacovkis, donde resonaba el término “edificio enfermo”, y “Facultad de la muerte”. También Página 12 se ocupó de tema.
Respecto de la resonancia en los medios, en el informe del miércoles, el decano Aliaga expresó que “sin importar las evidencias fácticas, contrarias a sus afirmaciones, el doctor Kalesnik realiza denuncias mediáticas, ante la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT) y ante la Justicia junto con las doctoras (Diana) Rubel y (Susana) Drewes. De esta forma, lo que se logró fue sacar la mirada de lo que había evidencia, que eran malas prácticas de investigadores y ponerla en un ente, como lo es el edificio o el droguero de Orgánica”. Pero la Justicia no acepta edificios o drogueros como sospechosos, por lo que tanto Rueda como el responsable del droguero, Oscar Varela, fueron imputados en una causa penal.
Malas prácticas
“En función de las denuncias de la Justicia y a las inspecciones de las SRT, buscamos todos los antecedentes del caso” y “se pudo documentar que en 1997 al menos un laboratorio trabajaba incorrectamente y tenía un bioterio que no estaba autorizado. Hasta el año 2002 había otro laboratorio que tenía una gran cantidad de productos químicos y hasta ese mismo año las colecciones de animales no tenían ventilación”. Lo delicado del asunto es que los animales requieren grandes cantidades de formol y en ningún momento los responsables del laboratorio y de la colección habían solicitado campanas de extracción (aunque, finalmente, ambas campanas fueron instaladas por la Facultad). Pero existe otro dato que agregó Aliaga: “Hasta el año 2005, las colecciones botánicas estaban ubicadas en pasillos y oficinas del cuarto piso”.
“Revisando expedientes viejos -relata Aliaga- encontramos un nota del doctor (Claudio) Lázzari solicitando que se mudaran los herbarios porque estaban envenenados con dicloruro de mercurio, naftaleno y piretroides”. La nota de elevación, firmada por el director del Departamento de Ciencias Biológicas de entonces, el ingeniero Palacios, en el año 2004, pedía más espacio donde ubicar los herbarios pero “no mencionaba la palabra `envenenados`”, según demostró Aliaga. “Cuando recibimos la nota hicimos gestiones para mudar de la Facultad las colecciones botánicas a otro lugar” y, finalmente, en ese mismo año se adaptó un depósito del subsuelo del Pabellón II para instalar las siete toneladas de material.
¿No hay de qué preocuparse?
El tema del herbario parecía cerrado; pero no. “La doctora Drewes presentó una nota firmada por Albiano donde éste afirmaba que el dicloruro de mercurio y el naftaleno no presentan riesgos de exposición ambiental”, explicó Aliaga mostrando el documento, y continuó: “Ante esto, en abril de 2005, se manda una nota de consulta del doctor Albiano pidiendo aclaraciones, acompañadas de horas de seguridad y artículos de expertos internacionales que hablaban de los problemas con venenos en herbarios, entre ellos el naftaleno y el dicloruro de mercurio”.
Después de mucha insistencia por parte de las autoridades de la Facultad, se obtuvo la respuesta de Albiano, donde confirmó que los compuestos usados en los herbarios son tóxicos. La respuesta indica como síntomas de la inhalación del naftaleno “dolor de cabeza, irritación en los ojos y en las vías respiratorias, y confusión mental”. “Los primeros tres síntomas habían sido denunciados en el 97, no se sí recuerdan. Confusión mental, no”, comentó Aliaga.
Las evidencias
El decano promedió el informe público con una pregunta: “Si había gente trabajando en forma incorrecta y herbarios con tóxicos volátiles, y todo era sabido, ¿puede ser el droguero de Orgánica el culpable?”. La respuesta la dio apoyado en una serie de planos del cuarto piso que pueden consultarse (lo mismo que la presentación completa) en http://www.fcen.uba.ar/loquenosedijo y donde se puede ver que el Pabellón II está dividido físicamente al medio, estando aislados los sistemas de ventilación de esos dos grandes sectores. La salida del ducto del droguero de Orgánica está en un sector. Los laboratorios donde se registraron síntomas, en el otro, que es el mismo de los laboratorios con malas prácticas de trabajo, las colecciones de animales y el herbario. “No hay ningún dato experimental que relacione el droguero de Orgánica con los síntomas de 1997 registrados en el cuarto piso”, explica Aliaga, y agrega que “toda la evidencia indica que los problemas de 1997 registrados en el cuarto piso estuvieron originados en malas prácticas de trabajo, específicas de los temas en los que cada investigador debería ser especialista. Eso se sabía en 1997, pero se desvió la atención hacia el edificio porque era políticamente más conveniente”.
Y un dato para tener en cuenta: “La Facultad ha elaborado, en 2005, una encuesta seria y detallada donde cada investigador puede indicar a qué sustancias está expuesto. Nadie indicó que estaba expuesto a naftaleno, aún cuando esas sustancia estaba incluida en la lista”, indicó el decano.
El mes pasado, después de más de cuatro años de proceso, el juez federal Araoz de Lamadrid, dictó el sobreseimiento definitivo de Hugo Rueda y Oscar Varela. Aliaga destacó como “fundamental dejar a salvo públicamente el nombre y el honor de los que fueron injustamente acusados y que la pasaron mal estos cuatro años, ya que no sólo fueron imputados sino también procesados”. “Y es importante, continuó Aliaga, porque en este momento se está tratando la promoción del doctor Varela a titular plenario y hay agrupaciones que argumentan no lo van a votar por tener que ver con problemas ambientales en la Facultad”.
Hacerse cargo
“Poder avanzar en todos estos temas de higiene y seguridad no fue fácil, porque hubo información que se nos ocultó, que no se nos facilitó”, indicó Aliaga. “Si ustedes se fijan, todo lo que yo conté era información que tenía en el 2005 ¿Por qué no se habló antes? No queríamos hablar hasta que la Justicia cerrar el caso penal. No queríamos mencionar absolutamente nada que fuera a llevar a imputar a más gente de la Facultad”, explicó Aliaga. Y dio más razones para hablar ahora: en un acto tras el accidenten de Río IV, “el doctor Kalesnik volvió a hablar de los problemas de higiene y seguridad de Exactas, según su versión, de igual forma que docentes de Medicina en la sesión del 12 de marzo del Consejo Superior.
Jorge Aliaga puntualizó que “desde hace más de 18 años la Facultad contrata la disposición de residuos. Si hay olor en un aula no es culpa del “edificio” sino del que tiró químicos donde sabe que no corresponde” y cerró el informe indicando que “la única solución en higiene y seguridad es el trabajo de los especialistas sumado a la participación de todos, haciendo las denuncias de accidentes e incidentes, para que con conciencia e instrucción se mejoren permanentemente las malas prácticas”.
Fuente: El Cable Nro. 681