Hallan depósitos de ceolita al sur de Bariloche

Puede utilizarse en la fertilización de suelos, la nutrición animal, la construcción y el tratamiento de aguas. Pero en la Argentina no se explota. El descubrimiento fue realizado por un grupo de geólogos de Exactas, encabezados por María Elena Vattuone.

14 de julio de 2008

Un tipo raro de ceolita, denominada multinaíta, que sólo había sido encontrada en la Antártida, acaba de ser hallada en la provincia de Río Negro, al sur de Bariloche, por geólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y se suma a las que este grupo de investigadores lleva registradas en la Argentina.

“Las ceolitas son minerales con una estructura química formada por un armazón de sílice y aluminio, y numerosos espacios donde se ubican elementos como el oxígeno, el calcio, el magnesio, el sodio, el potasio o el hierro”, responde la doctora María Elena Vattuone, investigadora del Departamento de Ciencias Geológicas de la UBA y del Conicet.

Existen diversos tipos de ceolitas según su estructura y los elementos químicos que predominen en su composición; y pueden ser de color blanco, rosado, verdoso o transparente. Desde hace veinte años, Vattuone estudia estos minerales, los caracteriza y los clasifica mediante distintas técnicas, como la difracción de rayos X.

Entre las diversas ceolitas halladas en el país por el grupo de Vattuone, pueden mencionarse, en la provincia de Neuquén, algunas muy raras como la barrerita (hallada sólo en Italia y Alaska) y la gonnardita, en las cercanías de la localidad de Confluencia; la analcima, en Rucachoroi; la chabacita, en Junín de los Andes; y la estellerita, en Aluminé. También en las provincias de Chubut y de Misiones, entre otras.

“Por lo general, se hallan en zonas donde hubo actividad volcánica, y conforman depósitos sobre huecos o fracturas de rocas”, explica la doctora Vattuone, y prosigue: “Pueden confundirse con el cuarzo o el feldespato, pero mediante un análisis cristalográfico es posible determinar su verdadera identidad”.

Cuando, luego de una erupción, las rocas expelidas por el volcán comienzan a enfriarse, eliminan vapor de agua. Este se condensa y el agua empieza a circular a través de las fracturas de la roca. En este proceso, los minerales disueltos se depositan y cristalizan, lo que da lugar a las ceolitas, en general, a temperaturas entre 200 y 300 grados centígrados. También se forman depósitos de ceolitas por la acumulación de cenizas volcánicas.

Tamices moleculares

Las diversas aplicaciones de estos minerales se deben a su estructura “abierta” con canales y cavidades. Se las considera como tamices moleculares por su capacidad para retener moléculas en virtud de su tamaño, forma o carga eléctrica, además de poder intercambiar iones con el entorno. En efecto, se las emplea para potabilizar agua, o para eliminar sustancias indeseables del ambiente, por ejemplo, para limpiar manchas de petróleo. Es decir, la ceolita opera como un filtro, que toma las sustancias contaminantes y entrega, a cambio, otras que pueden ser inocuas, como el sodio o el potasio.

Se las emplea en la agricultura, en combinación con fertilizantes, para aumentar los rendimientos: mejora la retención del agua, la aireación y retiene los micronutrientes que se agregan al terreno, y luego los libera en forma lenta y controlada. También se utilizan en construcción, de hecho, el Coliseo romano está edificado con rocas que tienen ceolitas en abundancia. Asimismo, “pueden emplearse como material aislante, ya que durante la sorción y desorción de agua en sus cavidades, se libera o consume calor del ambiente, provocando calentamiento o refrigeración. También se agrega en la producción de cemento, y hace que éste pueda fraguar con mayor rapidez”, señala la licenciada Ana María Celeda, del Instituto de Tecnología Minera (Intemín), que depende del Servicio Geológico Minero Argentino.

La primera ceolita fue descripta en 1756 por el mineralogista sueco Axel Cronstedt, quien le dio ese nombre, que en griego significa “piedra que hierve”, pues al ser calentada, libera vapor de agua. Hoy se conocen unas cincuenta especies naturales. A partir de 1950 tomó impulso la producción de ceolitas sintéticas, y en la actualidad se sintetizan más de ciento cincuenta tipos para usos específicos, como detergentes y catalizadores.

La producción mundial de ceolitas naturales se estima en tres millones de toneladas. China produce 1,5 a 2 millones de toneladas, seguida de Corea, con 150.000, y en los Estados Unidos, en 2005 se produjeron 65 mil toneladas.

En la Argentina, si bien hay depósitos de donde se podrían extraer, se han explotado sólo de manera esporádica. “En general, la ceolita se encuentra acompañada de impurezas de difícil remoción por las técnicas de procesamiento habituales, lo que no resulta económico. Por ello, es deseable encontrarla en depósitos con alta pureza”, sostiene Celeda, y agrega: “Además, el uso racional de los recursos naturales y de la energía alienta la vuelta al consumo de la ceolita natural, ya que, para producir las sintéticas, se utilizan, como materia prima, productos químicos obtenidos con un alto requerimiento energético a partir de otros minerales”.

Fuente: Publicado en La Nación el 14/07/2008

Susana Gallardo