
Experimentar, esa es la cuestión
A lo largo del año pasado un grupo de docentes y estudiantes de Exactas impulsaron un proyecto para mejorar la enseñanza de la ciencia en las escuelas medias con el objetivo de estimular el interés de los estudiantes. El físico Diego Mazzitelli detalla los resultados de la iniciativa y analiza las posibilidades de implementarla en una escala mayor.
– ¿Cómo nació la idea que dio origen al proyecto?
– Desde hace varios años que desde el departamento de Física estamos tratando de contribuir a mejorar la enseñanza de la ciencia en las escuelas. Nosotros pensamos que la ciencia se está enseñando de manera muy enciclopédica y no muestra cómo es el proceso a partir del cual vamos construyendo el conocimiento científico.
– ¿Es por eso que materias como Física y Matemática son tan odiadas por los alumnos secundarios?
– Sí, y es algo que me choca un montón ¿Cómo puede ser que cosas tan interesantes resulten aburridas o inaccesibles? Ya desde el 2001 visitamos algunas escuelas para ver si era posible cambiar la manera en que se enseña ciencia, haciendo que los alumnos experimenten por sí mismos, para ver si eso cambiaba la actitud de los chicos. Esta no es una idea original nuestra, simplemente queríamos demostrar que lo podíamos implementar en Argentina y que no requería un gran esfuerzo económico.
– ¿Cómo unen este proyecto con el subsidio Exactas con la Sociedad?
– Nos pareció que era un lugar adecuado para demostrar que estas actividades se pueden hacer y que son útiles. Entonces nos juntamos varios profesores y estudiantes del Departamento de Física e hicimos una propuesta concreta. Consistía en contactar a un conjunto acotado pero muy variado de escuelas. Queríamos abarcar distintas realidades sociales, desde establecimientos con chicos de clase media alta hasta colegios con chicos de clase baja. Visitamos escuelas con situaciones totalmente diferentes. En una nos pidieron especialmente que vayamos al turno nocturno, para adultos. En otra escuela, en una de las charlas sobre óptica, con experimentos con luz y colores, participaron chicos sordomudos. Fue increíble, eran seis o siete chicos en un grupo de más cincuenta y fue sorprendente cómo participaron con un traductor mediante. Fue una experiencia realmente muy enriquecedora para todos.
– ¿Cómo se desarrolló el proyecto?
– La idea era ir a las escuelas, pero antes necesitábamos una presentación. Entonces lo que hicimos fue juntar a los docentes en la Facultad para hacer con ellos las actividades que íbamos a desarrollar después en el aula, para que se sintieran seguros cuando tuvieran que hacerlas solos. Luego, en las escuelas, se hicieron trabajos con kits para hacer experimentos que fueron desarrollados en nuestro Departamento.
– ¿Cuál fue la respuesta que recibieron de parte de los docentes?
– Debo decir que nosotros hicimos el contacto con las escuelas a través de la DOV, (Dirección de Orientación Vocacional de la SEGB), que nos proveyó de un listado de escuelas que suelen participar en las actividades de la facultad. Entonces, en general, la respuesta era muy positiva. Yo creo que el punto crucial, es que el docente esté dispuesto a cambiar un poquito, a tratar de armar sus clases de otra manera. Ahora bien, lo que muchos profesores nos decían era que resulta difícil implementar estas cosas cotidianamente porque hace falta mucho tiempo de preparación y hace falta el material. Claro, no es lo mismo dar clase en el pizarrón, donde todo sale como estaba planeado, que hacer que los chicos hagan experimentos donde de repente los resultados dan mal y hay que sentarse con ellos para ver por qué pasó. Uno de los objetivo de estas actividades era mostrarles que, si bien uno puede encontrarse con dificultades, el resultado final es mucho más valioso.
– ¿Cómo fue el impacto en los chicos?
– En general fue muy bueno, aunque también muy variado. Tuvimos un par de escuelas donde realmente no logramos enganchar a los chicos, por motivos que no tenemos muy claros. Ahora, en la gran mayoría, el impacto fue fuerte. Notábamos en los chicos una ansiedad por conocer qué cosas se hacía en la Facultad, qué hacíamos nosotros todos los días. Tuvimos la sensación de que querían saber qué era esto de hacer ciencia en la Argentina. Sobre todo en las escuelas más alejadas.
– ¿Qué conclusiones sacaron de esta experiencia?
– De alguna manera confirmamos que es posible dictar clases de ciencia en las escuelas haciendo mucho más énfasis en la experimentación y el análisis de datos. Claro que un plan a una escala mayor, que abarque todas las escuelas de Capital y el Gran Buenos Aires, por ejemplo, es imposible que sea implementado sólo desde la Facultad. La conclusión inevitable es que habría que tratar que la Facultad o la UBA organicen cursos de capacitación para docentes. Son ellos los que hacen la enseñanza, por lo tanto, son ellos los que podrían provocar un cambio cualitativo en la enseñanza de la ciencia. Esto se podría motorizar a partir de convenios con autoridades educativas de la Nación o la Ciudad. Lo interesante es que no se requieren tantos recursos. Hacen falta horas/hombre de los docentes de la Facultad para que dicten los cursos y fondos para el material didáctico, que estamos intentando que sea muy, muy barato, como para que no se convierta en un impedimento.
Síntesis del proyecto |
El proyecto “Los científicos vuelven a la escuela” se desarrolló entre fines de 2006 y fines de 2007. Abarcó alrededor de cuarenta profesores de diez escuelas medias de Capital Federal y GBA.
Se visitaron los colegios en turnos diurnos y nocturnos. Los fondos del subsidio fueron utilizados principalmente para la compra de material didáctico que luego fue donado a las escuelas. El equipo de trabajo estuvo formado por Pablo Aberbuj, Andrea Bragas, Cristina Caputo, Laura Estrada, Diego Mazzitelli y Carolina Pepe. |
Fuente: El Cable Nro. 680