
La memoria presente
Integrantes de organizaciones de derechos humanos, familiares y amigos efectuaron una emotiva visita al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, que se prevé inaugurar el 9 de noviembre en las adyacencias de la Ciudad Universitaria. Cuatro gigantescos muros grises a lo largo de 400 metros con lugar para 30 mil placas ya llevan grabados los nombres de casi 9000 desaparecidos.
La cita fue el jueves 30 de agosto en la plaza de acceso del Parque de la Memoria sobre la avenida Costanera, lindero a la Ciudad Universitaria. La fecha no era azarosa. Se trataba del Día Internacional del Detenido-Desaparecido y la convocatoria era una invitación para conocer el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, que está previsto inaugurar el 9 de noviembre próximo. Familiares, amigos, miembros de entidades de derechos humanos, funcionarios y representantes de la prensa se encontraron para iniciar juntos el recorrido de la nueva obra construida a orillas del Río de la Plata, en un lugar elegido por su valor simbólico dado que muchas víctimas fueron arrojadas a sus aguas.
“Siento que este es el único lugar donde puedo estar con mis dos hijos desaparecidos, Miguel Ángel y Adriana Silvia. Los psicólogos dicen que no hay duelo sin cuerpo. Yo no sé nada de mis dos hijos desaparecidos en 1976 y 1977. No sé si pasaron por la ESMA, no sé por qué campo pasaron, dónde los torturaron. No sé si a mis hijos los tiraron de los aviones al Río de la Plata. No sé qué les ha pasado. En algún lado están. Pero de ninguna manera queremos que este monumento se parezca a un cementerio, sino que es para honrar la memoria de nuestros hijos”, dice Ángela “Lita” Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas e integrante de la Comisión Pro-Monumento.
El monumento rinde un tributo a los detenidos-desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado en la Argentina y en los países donde se desarrolló el Plan Cóndor desde 1969 hasta 1983. Esta obra forma parte del Parque de la Memoria que tiene como objetivo el de construir, recuperar y preservar la memoria colectiva para contribuir a evitar que se repitan graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad como los ocurridos en nuestro pasado. “Este es el primer lugar después de tantos años”, resalta Alejandra Dirakis, directora general de Obras Públicas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a poco de iniciar la recorrida.
Impresionante es la primera sensación al ver el muro gris de casi cien metros de largo que contiene los nombres de las víctimas en ladrillos de piedra pórfido. Pero éste es sólo el comienzo, lo cual apabulla aún más. Le seguirán otros tres frentes similares más, emplazados en forma zigzagueante semejante a una herida abierta y que conducen como destino final al río. Son cuatrocientos metros, cuatro cuadras de nombres grabados en paredes que muestran la dimensión de la tragedia. Las placas están ordenadas cronológicamente por la fecha de desaparición y donde indica la edad de entonces. La caminata continúa serpenteada por estos muros que encierran escenas emotivas, como la de un ser querido que se acerca a tocar uno de los grabados y acariciarlo. Unos pasos más adelante, dos madres se abrazan fuertemente.
Nombres, nombres, nombres y más nombres que parecen no tener fin. “Hasta la fecha han sido grabados los nombres de 8718 personas. Se trata de una nómina en permanente proceso. Hay nombres que se van chequeando y nuevas denuncias que se incorporan. Es el número hasta ahora, pero ese trabajo no termina nunca en realidad”, indica Florencia Battiti, coordinadora de la Comisión Pro-Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
Los muros están diseñados para seguir agregando grabados. “Hoy por hoy tenemos colocados casi 9000 nombres, pero hay lugar para 30 mil”, precisa Dirakis.
Sala de Interpretación
Junto al monumento y de cara al río con un frente totalmente vidriado, se halla en construcción la Sala de Usos Múltiples que funcionará como Centro de Interpretación del Parque. “Allí funcionará una base de datos con información de todos los detenidos- desaparecidos cuyos nombres aparecen en el monumento. Se podrá acceder a la información acerca de su vida, dónde estudiaban, qué hacían. La idea es tratar de traerlos a ellos más allá de que figuren en una placa con su nombre”, precisa Battiti. El acceso será a través de computadoras que tendrán un archivo de consulta sobre las personas homenajeadas, y también allí podrán aportarse datos faltantes y nuevas denuncias.
El Centro de Interpretación además de esta tarea, está pensado para que a través del arte, las investigaciones, y las reuniones públicas se mantenga viva la memoria colectiva. “Habrá una biblioteca y “mediateca” especializada en la temática de la Memoria. Y una sala de exhibiciones de artistas, conferencias y debates en torno a este tema en un sentido amplio”, detalla Battiti.
Frente al Centro de Interpretación y como final de la caminata serpenteada por los muros con los nombres de las víctimas, se halla un muelle que tiene al río como telón de fondo. Allí está previsto colocar en una plataforma flotante una escultura en tamaño real de Pablo Miguez, desaparecido a los 14 años. “La escultura estaría vaciada en acero inoxidable, pulida en espejo, de tal manera que refleje el color del agua del Río de la Plata en su superficie. Se ubicaría a aproximadamente 30 metros de la costa, sobre una plataforma flotante anclada al suelo del río, de tal manera que el oleaje le imprimiría un tenue balanceo. Desde la costa sería visible sólo de espaldas como una presencia a distancia que se descubre por los destellos de luz del sol que pueda reflejar. Tendría así la función metafórica de un faro, anticipándose a cualquier viajero desprevenido que decidiera desembarcar de este lado del río”, describe Claudia Fontes, autora de la obra.
Para volver al punto de partida, el recorrido conduce a otro sitio especial. “Es una plaza triangular, arbolada por ceibos, con una cascada de agua sobre granito negro, y una gran plaza roja. Es el lugar de meditación luego del paseo que se une con la plaza de acceso para volver a salir”, explica Dirakis.
Historia del proyecto
El Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado se halla en el Parque de la Memoria, una extensión de 14 hectáreas donde fue construida una colina artificial. “Hicimos el proyecto original de 1998. Estaba previsto que fuera una obra de largo aliento. La colina llevaría mucho trabajo construirla y era parte del significado que tiene todo esto. La idea es que fuera trabajoso hacerlo porque las cosas son más fáciles de demoler que de construir”, indica el arquitecto Alberto Varas, integrante del estudio Baudizzone-Lestard-Varas. De esta iniciativa, en el 2001, se inauguró la Plaza de Acceso al Parque que es la que se observa desde la avenida Costanera Norte. Al atravesar esta plaza de una hectárea y media se llega al Monumento. Además de esta obra, se proyecta levantar en la misma franja costera pegada a la Ciudad Universitaria el monumento a las Víctimas del Atentado a la sede de la AMIA y el Monumento a los Justos entre las Naciones.
Contiguo al Parque de la Memoria se halla en obra el Parque Natural. “El Parque de la Memoria y el Parque Natural, que es recreativo, se hallan articulados por una plaza. De este modo, los dos se cargan contenido, uno respecto del otro”, agregó Varas. Este sector comprende en total unas 40 hectáreas.
Hace diez años que comenzó a gestarse esta obra, que además del Monumento con los nombres de los desaparecidos y asesinados contará con un parque de esculturas. “La iniciativa fue presentada a los legisladores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 10 de diciembre de 1997, El apoyo fue inmediato. A partir de esa fecha comenzó un trabajo incesante, en una experiencia inédita de participación de los distintos sectores para la concreción de un objetivo en común”, historian los organizadores.
El Monumento diseñado como un corte, una herida abierta en una colina de césped que lleve a un recorrido procesional al encuentro con cada uno de los nombres, estará acompañado por esculturas que “apuntan a generar la reflexión de los visitantes en torno al pasado reciente”, indicaron.
Doce de los proyectos escultóricos fueron elegidos mediante el Concurso Internacional “Parque de la Memoria”, al que se presentaron 665 iniciativas, de 44 países. “La amplia respuesta -evaluaron los organizadores- fue una demostración de que el arte es una de las principales herramientas para la elaboración de la memoria colectiva”. Tres del total de las 17 esculturas previstas ya han sido emplazadas en la Plaza de Acceso, antesala del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado que “representa totalmente el espíritu que deseábamos. Es muy emocionante”, concluye Boitano.
|
|||
Fuente: El Cable Nro. 660