Memoria

Un grupo de 25 científicos de cinco diferentes instituciones, entre los que se encuentran investigadores de la Facultad, obtuvieron el premio Dupont-Conicet 2010 por el desarrollo de una tecnología novedosa para realizar memorias permanentes, que pueden resultar veloces, miniaturizables y capaces de soportar ambientes adversos. Serían ideales para ser utilizadas en satélites.

11 de noviembre de 2010

“Cuando leímos las bases del concurso parecía que estaban hechas para nosotros. Se trataba de química de nuevos materiales y efectos de memoria. Y nosotros, justamente, veníamos trabajando en eso. Entonces decidimos presentarnos porque no podíamos dejar pasar una coincidencia así”, recuerda el físico Carlos Acha, director del Laboratorio de Bajas Temperaturas de la Facultad y uno de integrantes del equipo de investigadores que recibieron el premio Dupont-Conicet 2010, destinado a promover el desarrollo científico y tecnológico nacional.

El proyecto ganador es el fruto de un trabajo multidisciplinario e interinstitucional en el que colaboraron alrededor de 25 físicos, químicos e ingenieros de diferentes organismos públicos: Conicet, FCEyN-UBA, UNSAM, INTI y CNEA.

La distinción incluye la entrega de 25 mil dólares. “Obviamente nos viene bárbaro para cubrir gastos y necesidades, pero no es que lo estábamos esperando para poder avanzar o que con eso resolvemos la investigación, porque para todo lo que es experimental hace falta muchísimo dinero”, asegura Marcelo Rozenberg, investigador del Conicet y profesor del Departamento de Física de Exactas. Y agrega, “para nosotros tiene una gran importancia desde el punto de vista del reconocimiento, porque no es habitual que una entidad externa al sistema científico reconozca un trabajo así. Y más aún viniendo del sector privado, que habitualmente se acopla muy poco con la investigación básica”.

– ¿En qué consiste el proyecto?

– CA: Nosotros venimos trabajando en mecanismos de memoria diferentes. Hay un tipo de mecanismo, que se llama conmutación resistiva, que da lugar a dispositivos de memoria no volátil, que desde hace algunos años viene siendo estudiado por grandes firmas electrónicas para reemplazar las memorias tradicionales que se utilizan en las computadoras. Se busca que sean más densas, que consuman menos energía, que sean más rápidas. Nosotros venimos trabajando, particularmente, en estas memorias resistivas. La idea no es competir con aquellos que apuntan a hacer memorias para usos masivos, como reemplazar los discos rígidos en computadoras. Donde creemos que podemos hacer una diferencia es en generar memorias para medios hostiles. Pensamos que este tipo de memorias podrían adaptarse a ambientes que tengan grandes saltos de temperatura y, particularmente, que va a ser mucho más resistente a la radiación que daña las memorias usuales que se utilizan en los satélites.

– MR: Desde hace años que se viene previendo la muerte de las computadoras de silicio, en el sentido de que cada vez están más cerca de su límite, más no van a poder mejorar. Entonces, surge la necesidad de buscar otros materiales. Entre esos materiales, surgió uno que podría reemplazar a los óxidos de silicio, son los óxidos de metales de transición. Con esos elementos nosotros tenemos más de veinte años de trabajo. Ocurre que, mientras en el primer mundo todos buscan reemplazar las memorias de silicio para las computadoras, nosotros, como no podemos competir en esa línea, buscamos otro nicho, y lo encontramos a partir de las propiedades diferentes que tienen estos materiales en relación con el silicio. Todos sabemos, por ejemplo, que las computadoras en días de calor pueden tener problemas porque el silicio depende mucho de la temperatura. Estos óxidos de metales de transición se basan en otra manera de codificar la información y tienen otras propiedades físicas que les posibilitan funcionar a temperaturas mucho mayores y mucho menores. Eso nos permite imaginar otras aplicaciones. Y una de las que habíamos imaginado estaba relacionada con los satélites. El espacio exterior tiene propiedades físicas bastante agresivas.

-¿Cuales son los pasos próximos que tienen planeados en relación con el proyecto?

– CA: En la primera fase nosotros queríamos optimizar la elección de los materiales porque lo que necesitas acá es una interfaz entre un metal y un óxido. Estamos tratando de elegir el mejor material. Después vienen todos los protocolos, es decir, la manera en que escribís, la manera en que leés, la manera en que borrás. Y pronto vamos a empezar a hacer pruebas de irradiación, es decir, someter a radiación a estos dispositivos y ver si se modifican sus propiedades, de qué manera, y con qué duración según el nivel de radiación que están soportando.

-¿La idea del grupo es terminar con un producto terminado?

– CA: Sí, luego de elegir los materiales, los protocolos y ver su resistencia a medios hostiles, queremos obtener una memoria de algunos pocos bits. En principio, nosotros charlamos con la gente de INVAP, que es la empresa que hace los satélites para Argentina. Nos dijeron que ellos necesitan una memoria que guarde, de manera segura, las condiciones iniciales. En el satélite, como en cualquier computadora, cada tanto tenés que resetear y volver a prender todo, y necesitás que estén guardadas las condiciones iniciales de navegación, entre otras cosas. Si no, corrés el riesgo de perderlo todo, cómo ocurre con una PC cuando se apaga mal. La idea es llegar a una memoria electrónica de 256 bits, que es lo que ellos necesitan.

Fuente: El Cable Nro. 760

Gabriel Rocca