Vitaminas para las plantas

Investigadores de Exactas desarrollaron un compuesto que estimula el crecimiento de plantines de cultivos de interés comercial por micropropagación. Podrían producirse a partir de subproductos de la industria del aceite de soja.

26 de diciembre de 2007

Ciertos compuestos que existen de manera natural en las plantas pueden ser modificados en su estructura química con el fin de ser aplicados en los cultivos para mejorar su crecimiento y su respuesta ante situaciones de estrés. Esto redunda en un mejoramiento en la cantidad y calidad de las cosechas. Investigadores del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN), UBA, desarrollaron un compuesto que fue evaluado por un equipo de la Universidad de Paraná, en Curitiba, Brasil, y se demostró que acelera el crecimiento de plantines de manzanas y de eucaliptos obtenidos por micropropagación.

Se trata de un compuesto análogo a otros descubiertos en 1979 en el polen de la canola o colza (Brassica napus), una planta oleaginosa. Para fines de la década del ’60 se sabía que la aplicación de ese polen en plantas producía efectos beneficiosos. Por ello surgió el interés por identificar los compuestos. Tras diez años de trabajo, a partir de 200 kilogramos de polen de canola, investigadores estadounidenses lograron obtener sólo 4 miligramos de una sustancia pura, lo que muestra que estas moléculas se encuentran en proporciones muy bajas en la naturaleza. Cuando, mediante rayos X, lograron determinar su estructura, se vio que ésta se parecía a la de las hormonas esteroides de los mamíferos, por ello se los bautizó como brassinoesteroides, término que designa hoy a toda una familia de compuestos. Desde entonces se los halló en todas las plantas estudiadas, siempre en mínima proporción.

Pero ¿qué función cumplen estas hormonas? “Los primeros experimentos mostraron que promueven diversos fenómenos fisiológicos vinculados al crecimiento y el desarrollo de la planta”, afirma la doctora Lydia Galagovsky, investigadora del a FCEyN.

Según la investigadora, los brassinoesteroides protegen a las plantas del ataque de hongos e insectos, y mejoran la respuesta ante el estrés producido por la falta de agua, por exceso de sal en el suelo, o por el frío. Por esto y por ser compuestos naturales, han sido aprobados como pesticidas biorracionales por la FDA (Administración de Alimentos y Drogas) de los Estados Unidos.

“En 1996 se desarrollaron plantas mutantes que no pueden sintetizar estos compuestos, y ello afecta su desarrollo: las plantas resultan enanas o infértiles”, comenta el doctor Javier Ramírez, investigador en la FCEyN. Por su parte, Galagovsky agrega: “Lo interesante es que, si se aplican brassinoesteroides, la situación se revierte.”

Crecimiento acelerado

El interés de diversos laboratorios en el mundo es desarrollar análogos de brassinoesteroides, es decir, moléculas que sean más activas y sencillas de sintetizar. Con este objetivo, Javier Ramírez modificó la estructura de uno de ellos con el agregado de flúor, que aumenta su estabilidad.

Precisamente, estas sustancias no son muy estables a campo, pues se degradan cuando ya han cumplido su función.

“Quisimos ver qué pasaba si agregábamos flúor a la molécula, y un colega de Brasil, el doctor Adaucto de Pereira Netto, comprobó que aceleraba el crecimiento de los plantines de cultivos de importancia comercial, mientras que el compuesto natural no tuvo ningún efecto”, detalla Ramírez.

Galagovsky compara: “Estos compuestos son como las vitaminas. Cuando uno está bien, y las condiciones son óptimas, tomarlas no produce ningún efecto. Pero si la persona tiene deficiencia de algún nutriente, las vitaminas hacen su aporte”.

Claro, al igual que las vitaminas, el exceso puede tener efectos perjudiciales, y éstos varían con la geografía y con las condiciones ambientales. Por ello se requieren muchos estudios para determinar la dosis justa que produce un efecto óptimo sobre cada cultivo, en cada región.

El problema de estos compuestos es que son difíciles de sintetizar en el laboratorio. Una solución es fabricarlos a partir de algún material que sea muy abundante en la naturaleza. En Cuba, por ejemplo, se los produce a partir de compuestos obtenidos de algas.

En los laboratorios de Exactas, los investigadores lograron sintetizar numerosos análogos de brassinoesteroides a partir de una materia prima muy abundante en la Argentina: subproductos de la industria del aceite de soja.

Lo cierto es que actualmente los brassinoesteroides son estudiados por diferentes grupos de investigación en el mundo, en particular, en Cuba, Bielorrusia, Japón, China y los Estados Unidos. Algunos análogos ya desarrollados se incorporan a agroquímicos comerciales, pues, aplicados en proporciones mínimas (10 a 100 miligramos por hectárea), refuerzan las defensas propias de las plantas mejorando la respuesta al estrés, y aumentan el rendimiento de las cosechas.

“La ventaja de estas sustancias es que son amigables con el medio ambiente, pues protegen a las plantas sin necesidad de fertilizantes y pesticidas que son productos altamente contaminantes del suelo y luego de las napas de agua, por ello representan una opción interesante para aumentar la producción vegetal”, subraya Galagovsky. Si se los puede producir a nivel comercial a partir de subproductos de la industria del aceite de soja, el beneficio sería doble.

Fuente: Publicado en La Nación el 24/12/2007

Susana Gallardo