
Un ingeniero entre los físicos
Fernando Stefani es ingeniero en materiales de la CNEA. Hizo su tesis de grado y de doctorado en el Instituto Max Planck en Alemania. Permaneció en Europa por ocho años y este octubre regresó al país y se incorporó al Departamento de Física de Exactas. En esta entrevista con el Cable relata sus experiencias y describe sus expectativas respecto del trabajo que desarrollará en la Facultad.
– ¿Cómo fue tu formación?
– Yo empecé en el año 97, en el Instituto Sábato de la CNEA, la carrera de Ingeniería en Materiales, que es una especie de física del sólido aplicada. Sobre el final de la carrera tenés que hacer una tesina y yo quería hacerla en el extranjero. En ese momento, cuando uno leía artículos de algún instituto importante del exterior, me lo imaginaba como algo increíble. Me postulé en un montón de lugares. Tenía muy buenas notas y referencias pero no era fácil conseguir la financiación. Al final las posibilidades eran la universidad de Manchester y el Instituto Max Planck para polímeros en Mainz. Me decidí por Alemania y viajé en septiembre de 2000. Estuve alrededor de seis meses haciendo los experimentos de la tesina.
– ¿Cómo fue la experiencia?
– Muy buena. Me di cuenta de que uno idealiza las cosas y que esos lugares no eran tan extraordinarios. La gente que estaba ahí eran seres humanos normales, que trabajaban bien, pero que no había genios dando vueltas por los pasillos. Como me fue bien me ofrecieron volver para hacer mi doctorado. Así que regresé a la Argentina en abril y en septiembre de 2001 me volví para allá. Esta vez por tres años.
– ¿Qué fue lo que más te llamó la atención del trabajo en el Max Planck?
– La abundancia de recursos. Se trabajaba prácticamente sin limitaciones. Lo que también noté es que la formación que tuve en Argentina era muy buena. Allá a nivel de estudiantes de doctorado hay de todo. Después el sistema, que es muy competitivo y cruel, va dejando mucha gente por el camino.
– ¿Cuándo surge la idea de volver?
– Hacia el 2003 estaba terminando mi doctorado y tenía posibilidades para quedarme a hacer un posdoc en varios lugares. Así que seguí un año y medio más en el Max Planck y después me fui a Barcelona y a Munich. Pero yo nunca había pensado en quedarme definitivamente. Yo tengo tres hermanos con los que la paso muy bien y quería estar con ellos. Además para ese momento me había separado de una novia alemana que tenía y entonces ya no tenía nada que me atara a Europa. A mí me gusta trabajar pero no es el trabajo lo que me hace decidir el lugar donde vivir. Entonces empecé a ver qué posibilidades había para volver. Esto fue en el 2007.
– ¿De qué manera fuiste organizando tu regreso?
– Empecé a averiguar con otros chicos que habían vuelto, a ver qué posibilidades había en Conicet. Me dijeron que lo primero era conseguir un lugar de trabajo, así que pregunté en Exactas, en el Departamento de Física y en Química. En los dos me dieron respuestas positivas y al final me decidí por Física. Entonces en enero de 2009 me postulé para entrar a carrera en el Conicet y simultáneamente la UBA me incluyó en un PIDRI que es un programa de radicación de la Agencia.
– ¿Cómo te fue con los trámites?
– Son siempre un poco molestos, pero más allá de eso funcionó bien. Pude ir haciéndolos mientras estaba en el exterior. Me presenté en enero y para septiembre ya estaba el ingreso. También pedí una beca de reinserción y eso también salió rápido. En realidad hay muchas herramientas que funcionan pero son un poco como parches. Por ejemplo el ingreso a Conicet funcionó pero tarda un tiempo hasta que se hace efectivo. Entonces para paliar ese tiempo hay una beca de reinserción que es más rápida, aunque es menos plata.
– Un problema recurrente en la Facultad está relacionado con la falta de espacio, ¿a vos cómo te fue?
– Como a la mayoría, supongo. Cuando llegué la oficina estaba en muy mal estado, pero me puse a limpiar y el Departamento me apoyó, trajeron pintores, lo arreglaron. En términos de laboratorio tengo lugar para montarlo. Falta hacerle refacciones, me dijeron que el dinero ya estaba solicitado y que el año que vienen se van a concretar. Mientras tanto tengo que conseguir dinero para el equipamiento. No es de lo más caro pero hace falta entre medio y tres cuarto de millón de dólares. Con un cuarto se podría arrancar.
– ¿Podés contarnos en qué temas trabajás?
– Yo trabajo en espectroscopía óptica y microscopía óptica de nanosistemas híbridos. Son híbridos porque se combinan nanopartículas o nanocristales inorgánicos, con moléculas orgánicas. Estudio sus propiedades ópticas, cómo interactúan estos materiales con la luz. Pueden absorber y emitir luz de otros colores, pueden generar calor, pueden absorber la luz y generar una reacción química. Por ejemplo, en los test de embarazo, esas tiritas rojas que uno ve son nanopartículas de oro.
– ¿Los microscopios que hay en la Facultad te sirven para tu trabajo?
– Sí, tanto el Laboratorio de Electrónica Cuántica, como el Centro de Microscopías Avanzadas están muy bien equipados. Yo espero que, al menos los primeros experimentos, los podamos hacer en colaboración con ellos. También cuento con una red de contactos en el exterior con los que podría trabajar, pero mi idea es armar un laboratorio con un equipo de trabajo e instrumental propio.
– ¿Contento de estar acá?
– Sí, yo estoy contento y con muchas ganas de seguir desarrollando mi trabajo acá.
Fuente: El Cable Nro. 734