
Quinoa, la planta altamente nutritiva que crece pese a todo
Donde nada crece, la quinoa está de pie. En los altos desiertos de los Andes o en los llanos pampeanos, con temperaturas bajo cero o que […]
Donde nada crece, la quinoa está de pie. En los altos desiertos de los Andes o en los llanos pampeanos, con temperaturas bajo cero o que superan los 30º, este pseudocereal altamente nutritivo sólo quiere vivir. Este “grano madre”, como lo llamaban los Incas, soporta estoico condiciones extremas y logra desarrollarse en terrenos tan salinos como el mar, según demostraron recientemente científicos de Argentina y Alemania.
“Las plantas de quinoa durante el desarrollo fueron sometidas a diferentes niveles de salinidad. Algunas recibieron hasta 500 milimoles de cloruro de sodio, es decir como si crecieran en agua de mar. Los cultivos crecieron y produjeron semillas de calidad”, sintetiza la doctora Sara Maldonado quien junto con otros biólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA) y en conjunto con científicos de Institute for Plant Ecology, Justus-Liebig-University of Giessen, de Alemania, llevaron adelante el experimento.
De aspecto parecido al mijo, 350 semillas de quinoa apenas pesan un gramo, pero resultan muy nutritivas, a punto tal que la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) “la promueve como alimento alternativo de alto nivel nutricional. Junto con investigadores de Chile hemos trabajado en un proyecto TWAS de la FAO en Mali, África, en lugares donde cuesta conseguir alimentos y a cuatro meses de plantarla en zonas desérticas, se obtuvieron estas semillas las cuales fueron distribuidas para ser incorporadas en las comidas tradicionales”, añade Maldonado desde el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental en Ciudad Universitaria. “Cultivos de quinoa están siendo impuestos en todo el mundo”, indica.
Con un balance excepcional entre aceites, proteínas e hidratos de carbono, esta semilla que en los Andes se las conoce desde hace casi 7000 años ahora es centro de miradas de todo el mundo, e incluso la NASA la incluyó dentro de su programa de viajes espaciales. “Si uno mira las revistas científicas, han explotado las investigaciones sobre la quinoa”, indica Hernán Burrieza, de FCEN-UBA.
Dehidrinas en la mira
El equipo argentino desde 1998 no pierde detalle de esta especie que presenta hasta 3000 variedades conservadas en bancos de germoplasma de América del Sur. Recientemente, ellos han puesto su atención en las dehidrinas, unas proteínas que se encuentran en las semillas y que se han postulado como protagonistas con un rol importante en el mecanismo de adaptación en situaciones difíciles de sortear por la planta como la sequía, el frío y la salinidad.
“La idea es utilizar las dehidrinas como marcadores, que permitan determinar según sus particularidades qué variedad sirve para determinado lugar”, anticipa Maldonado.
En este sentido, Burrieza señala: “Ya tenemos identificadas variedades resistentes y sensibles a la salinidad. Ahora empezamos a estudiar aquellas resistentes al estrés hídrico o sequía y al frío”. Aún en condiciones extremas de sal, “la quinoa dio semillas viables, un poco más chicas, pero que se pueden comer”, añade.
Se postula que las dehidrinas resguardan a la planta en situaciones adversas. “El impacto más grande producido por el estrés salino lo sufren hojas y raíces para proteger la semilla. Es como la madre que privilegia los recursos para su bebé a costas de su propio cuerpo. La planta aguanta el embate para poder reproducirse. Por lo tanto, la semilla sirve para comercializarse”, coinciden los investigadores.
Estas semillas valoradas por los Incas siembran un futuro de posibilidades. “Los genes de estas plantas tienen un potencial impresionante porque pueden ser utilizados para dar resistencia a otros cultivos”, concluye Burrieza.
Fuente: Publicado en La Nación el 01/11/2010