Presentes

A lo largo de todo el miércoles pasado, se desarrollaron en la Facultad actividades conmemorativas de los 40 años del Golpe cívico militar. El acto central en el Aula Magna, el homenaje en el Pabellón I, las actividades de los gremios y la realización del mural por la Memoria, la Verdad y la Justicia fueron el prólogo de la multitudinaria marcha del 24, en la que dijo presente, una vez más, la comunidad de Exactas.

30 de marzo de 2016

Aquellos que vienen pateando la Plaza de Mayo todos los 24 de marzo podrán confirmar que la marcha del jueves tuvo una dimensión muy superior a cualquier otra, incluso superior a aquella de septiembre de 1989 contra los indultos del gobierno de Carlos Menem. Semejante movilización tuvo su prólogo en diversas actividades desarrolladas desde varios días atrás por organismos de Derechos Humanos, gremios e instituciones. En Exactas también se vivió el particular clima previo a esta conmemoración por los 40 años del Golpe cívico militar de 1976. El paso inicial lo dio el Consejo Directivo de la Facultad con la resolución del 14 de marzo en repudio al Golpe y convocando “a la comunidad universitaria en pleno” a la marcha del 24.

El miércoles por la mañana comenzaron las actividades. La más tempranera fue la convocada por el Departamento de Física con la participación de trabajadores y estudiantes del Pabellón I. Durante la mañana, “en homenaje a los 30 mil compañeros desparecidos”, se realizó una intervención del histórico mural que lleva los nombres de las víctimas de Exactas, en el hall de entrada del Pabellón. La propia comunidad fue pegando fotos junto a los nombres, colocando flores, dejando mensajes escritos, dibujos, banderas. A las 13.00, como cierre, tuvo lugar un acto del que participaron, entre otros, los profesores Juan Pablo Paz, Oscar Martínez y Gabriela Pasquini.

Con una hora de diferencia, la actividad saltó al Pabellón II. A las 14.00, la gremial no docente, APUBA, organizó un acto en el ingreso al edificio, que consistió en la imposición de una baldosa con los nombres de dos trabajadores no docentes desaparecidos durante la dictadura. El homenaje fue para Eduardo Corvalán y Carlos Montoya. Estuvieron presentes Gabriel y Mariana, hijos de Corvalán, y habló, entre otros, el Secretario General de APUBA, Jorge Anró. Cerró el acto el decano Juan Carlos Reboreda.

La gremial de los estudiantes, el CECEN, tuvo su actividad mucho más tarde, desde las 20.00, con un festival musical que se desarrolló en el frente del Pabellón II. Miles de personas se acercaron a escuchar bandas, entre las que se destacó Pez como número de cierre, y a esperar el 24 de marzo bajo la consigna “30 mil razones”.

Cuando a las 18.00 se dio sala, el escenario del Aula Magna del Pabellón tenía una configuración para nada habitual, incluso teniendo en cuenta los actos relativos a la Memoria, Verdad y Justicia. Los pósteres de la muestra “Presencias” fueron ubicados sobre el escenario, de frente a la platea. Esta muestra, desarrollada por el Programa de Historia de la Facultad, se expuso por primera vez en 2015 y, para este aniversario, se le sumaron nuevas piezas recordando a cuatro víctimas más del terrorismo de Estado pertenecientes a la comunidad de Exactas: Graciela Cardoso Barvie, Miguel Félix Sánchez, Mónica Lemos e Ignacio Ikonicoff. Las fotos de las 17 víctimas que componen la muestra quedaron “mirando” a la audiencia, dando un marco impactante.

El acto oficial se abrió con la lectura de un resumen de las acciones institucionales que, a partir de la normalización democrática de 1984, las distintas gestiones de la Facultad y su Consejo Directivo llevaron a cabo para mantener la memoria sobre los acontecimientos iniciados en marzo de 1976, entre las que cuentan el mantenimiento actualizado de la nómina de víctimas, el reconocimiento público de las mismas, la reparación documental de legajos de sus trabajadores, la generación de actividades conmemorativas y de reflexión, la participación en las manifestaciones convocadas por los organismos de Derechos Humanos y el acompañamiento a través de acciones y resoluciones de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

El primer invitado orador fue Jaime Nuguer, abogado, quien llevó adelante la causa por el secuestro de la estudiante de biología Inés Ollero, que terminó con la condena a prisión del vicealmirante Rubén Chamorro, jefe de la ESMA a fines de los 70. “Yo no conocí a Inés pero puedo dar cuenta de la formidable lucha que llevó adelante su familia, especialmente su papá, don César Ollero, para tratar, desde el primer momento del secuestro de Inés, de liberarla, de recuperarla”, comenzó indicando Nuguer. “En ese objetivo fuimos derrotados pero nunca bajamos los brazos y seguimos luchando por el esclarecimiento del caso de Inés y de muchos otros”, prosiguió el abogado, que, además, es querellante en la causa sobre la Operación Cóndor, de la cual se espera sentencia en breve, después de 16 años de su inicio. “Fue largo el camino de la investigación”, indicó respecto del caso de Ollero. “Se determinó el ingreso de Inés a la Escuela de Mecánica de la Armada” y “gracias a la prueba acumulada, se consiguió la detención de Chamorro y su posterior procesamiento. Fue un importante aporte a la megacausa ESMA”, sostuvo.

A continuación, tomó la palabra Gabriel Corvalán, hijo de Eduardo, bibliotecario de la Hemeroteca de Física, detenido desaparecido. “Soy hijo de Eduardo Corvalán y Mónica Delgado”, inició Gabriel, una vez más como tantas otras en las que se dirigió a la comunidad de Exactas a partir de que, en el acto recordatorio de los 30 años del Golpe –actividad que representó una bisagra en la intervención institucional sobre la temática de Memoria, Verdad y Justicia–, donde fue invitado por la Facultad, comenzó a encontrarse con la historia de su padre. “Tanto yo como mi hermana nos empezamos a enterar de un montón de cosas a partir de las actividades a las que vinimos en Exactas, y no sólo acerca de mi viejo, que trabajaba acá… Sino también que mi mamá estaba embarazada”, sostuvo Gabriel, y agregó que ese camino de encuentro con su propia historia “tuvo que ver con una política de Derechos Humanos que tuvo un giro a partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia”.

El último en dar su testimonio fue el profesor del Departamento de Geología José Cortés, uno de los fundadores de la Asociación de Estudiantes de Geología de la UBA y compañero de Graciela Cardoso, Miguel Sánchez, Mónica Lemos y Horacio Pérez Weiss, todos estudiantes de Geología víctimas del terrorismo de Estado durante la pasada dictadura militar. “Muchos de nosotros, de la camada de los años 70, a la cual yo creo representar a través de estas palabras, también los hijos aquí presentes de compañeros muertos, estamos aquí presentes porque la fuerza sanadora de vida nos ha traído a este lugar”, leyó conteniendo la emoción José Cortés y continuó recordando: “Realizábamos actividades tan amenazantes como pedir viajes de estudio, apuntes, concursos docentes, todo eso realizado con la energía que dan las sonrisas en la cara, el enojo y la esperanza, que es tan propia de los jóvenes. En esa camada del 70, 71 y 72, hubo cuatro compañeros de Geología que terminaron muertos. Graciela Cardoso, su esposo Miguel Sánchez, Mónica Lemos y el flaco Perez Weiss”.

Cortés trajo entonces a colación una imagen, una foto, a la que merece dársele contexto. El año pasado tuvo lugar el Encuentro Exactas 150, como festejo por el aniversario de la Facultad. En ese marco se realizó un concurso fotográfico del que resultó ganadora la foto titulada “Aprobé”, autoría del geólogo Eduardo Yllanez y en la que se veía a un joven como “volando” en la terraza del Pabellón II. “Esta es una foto sacada en 1972. El personaje que está ahí es un compañero nuestro que no alcanzó a recibirse, fue un desaparecido de esta casa. Es un modo de homenaje a mi compañero y coautor de la foto, Miguel Sánchez, a quien le cortaron las alas que está mostrando ahí, y no pudo recibirse”, dijo en aquel momento Yllanez cuando recibía el premio. Volviendo al acto del jueves, Cortés retomó la experiencia del concurso recordando que él se contactó con Yllanez para sugerirle que presente la foto al concurso. “La foto ganó el concurso, lo que hizo que se renovaran los recuerdos de Miguel y de Graciela y termináramos en una nueva reunión de ex compañeros. Con Eduardo nos habíamos preguntado qué sería de las hijas de Graciela y Miguel”, dijo.

Las hijas de Miguel y Graciela estaban presentes en al acto del miércoles, escuchando cómo el compañero de estudios de sus padres, que hasta hacía poco era un desconocido, hablaba sobre ellos. Como hacía 10 años había ocurrido con los hijos de Eduardo Corvalán -que comenzaron a encontrarse con una nueva dimensión de la memoria de su padre- también se abrió “todo un mundo de fotos e historias desconocidos para ellas”, en palabras de Cortés. Ya muy emocionado, agregó: “Antes de ayer nos comunicamos por primera vez por teléfono y hoy nos acabamos de conocer”. Y cerrando con una metáfora de su propia experiencia, leyó la última oración del texto que tenía en sus manos: “Existe la vida después de la muerte”.

Memoria, Verdad y Justicia, talladas en la pared
Como cierre del acto del miércoles, se procedió a la entrega del premio al ganador del concurso de mural por la Memoria, la Verdad y la Justicia, el artista Ramiro Clemente, con palabras de la profesora Silvina Ponce Dawson, miembro de jurado. Al finalizar la actividad, se convocó a los presentes a visitar la obra, titulada “2817”, en referencia a la cantidad de días que duró la última dictadura cívica militar. La obra está ubicada en la pared del descanso de las escaleras que conectan la planta baja con el subsuelo, en el sector Sudoeste del Pabellón II.

“2817” fue seleccionada entre 50 propuestas recibidas. La obra fue realizada por Ramiro Clemente con la dirección técnica de Santiago Clemente, durante los días 20 y 21 de marzo. Más info: bit.ly/exactasmural

Armando Doria