Abejas porvenir

Durante la IV Reunión Binacional de Ecología que se llevó a cabo en la Facultad, el biólogo Marcelo Aizen rechazó que exista un proceso global de desaparición de las abejas y descartó que el fenómeno pudiera provocar un colapso alimentario para la humanidad. Sin embargo, el investigador señaló que la expansión de los cultivos de lujo podría generar una crisis de polinización.

25 de agosto de 2010

Durante los últimos años numerosos artículos publicados en diferentes revistas científicas y también reflejados en los medios masivos de comunicación sostenían que estamos en presencia de un fenómeno misterioso que estaba provocando la desaparición de las abejas. La causa sería una extraña enfermedad llamada Desorden de Colapso de Colmena, cuyos orígenes son, hasta ahora, desconocidos.

Estas hipótesis fueron llevadas a la pantalla a partir de un documental que circuló profusamente por internet y que colaboró enormemente para que estas conjeturas aparecieron como ciertas frente a la sociedad. Sumado a esto y para darle mayor dramatismo a la situación apareció una frase atribuida a Einstein que afirmaba lo siguiente: “Si la abeja desapareciera de la superficie del planeta, entonces al hombre le restarían apenas cuatro años de vida. Con el fin de las abejas, se termina la polinización, se terminan las plantas, se terminan los animales, y se termina el hombre”. El escenario apocalíptico marketinero surgía así con todos sus condimentos.

Marcelo Aizen es biólogo de Exactas y se doctoró en Massachusetts. Actualmente es investigador del Conicet en el Centro Regional Bariloche de la Universidad Nacional del Comahue y profesor de esa casa estudios. Fue invitado a dictar una conferencia plenaria en la IV Reunión Binacional de Ecología Argentina – Chile que se desarrolló en la Facultad entre el 8 y el 13 de agosto pasado.

De acuerdo con sus investigaciones Aizen asegura que lejos de caer, el número de abejas a nivel global ha aumentado en las últimas décadas y que esta “desaparición” está centrada en Estados Unidos y es un fenómeno más relacionado con causas económicas que biológicas. A continuación los principales fragmentos de la charla que este investigador mantuvo con el Cable.

– ¿Están realmente desapareciendo las abejas?

– Quienes sostienen esta teoría están tomando algunos casos puntuales pero, en realidad, evidencias de que se trate de un fenómeno global, no tenemos. Hay que distinguir entre dos grupos de abejas, las silvestres que incluyen a la abeja mielera que también se ha “silvestrado”, que realizan una labor importante de polinización pero no están cuantificados. Y, por otro lado, están las abejas domésticas criadas principalmente para que produzcan miel pero que también se utilizan como polinizadores de cultivos. En cuanto a lo que son las abejas silvestres, tenemos ejemplos de declinación a nivel local debido a la fragmentación de hábitats, uso de pesticidas, y también, en el caso de Europa, hay evidencia de declinación de abejorros en países como Gran Bretaña, y Holanda. Eso no implica necesariamente que exista una declinación de polinizadores silvestres a nivel global, esa información no la tenemos.

– ¿Y qué pasa con la abeja doméstica?

– Aquí aparece la gran cuestión relacionada con la declinación en el número de abejas en Estados Unidos, que es un fenómeno real. Desde fines de los 50 hasta la actualidad, la cantidad de colmenas ha decrecido en un 60%. Ellos lo atribuyen principalmente a enfermedades. En el 2007 hubo un artículo muy alarmista que hacía referencia a una enfermedad desconocida, la llamaron Desorden de Colapso de Colmena que es algo que nadie tiene la más pálida idea de qué se trata. La situación del sector apícola en Estados Unidos es muy particular debido a que es uno de los pocos países en el que se usan las abejas domésticas como polinizadores de cultivos en forma muy intensiva. Hoy el 90% de las colmenas son transportadas en camiones hacia California para polinizar el almendro. O sea que esas abejas están sujetas a un alto grado de estrés. Esta podría ser una de las causas de la enfermedad pero nadie lo sabe. Lo cierto es que la cantidad de colmenas ha venido declinando en forma constante desde hace décadas.

– Entonces es cierto que en Estados Unidos están desapareciendo las abejas.

– Sí, pero las razones creo que pasan más por cuestiones económicas que biológicas. El sector apícola en ciertos países desarrollados ha declinado por una cuestión de costos. El sector apícola argumenta que es por las enfermedades pero no es que no puedan lidiar con esas enfermedades, muchas de ellas existen en Argentina también, lo que pasa es que las enfermedades aumentan los costos de producción y el negocio no les cierra. Pero a nivel global la realidad es muy heterogénea. La verdad es que en base a datos de la FAO la cantidad total de colmenas en el mundo se ha incrementado casi un 50% en los últimos cincuenta años. Por lo tanto, lo que pasa en Estados Unidos no es un reflejo de lo que ocurre en el resto del mundo. De hecho, el número de colmenas se ha incrementado desde comienzos de la década del 60, hasta un 300 o 400% en países como China, Argentina España, Turquía. La tendencia es que los grandes países en desarrollo se han convertido en exportadores de miel al primer mundo. Para ellos es más barato importar miel de Argentina o China que producirla localmente.

– Esta teoría sostiene además que la desaparición de las abejas provocaría un colapso para la humanidad ¿Es cierto?

– Ese es un mito que empieza con haberle atribuido a Einstein la frase que dice que sin abejas la humanidad duraría cuatro años. Es un mito decir que sin abejas nos vamos a morir de hambre. Es cierto que casi el 70% de las especies de mayor importancia en la agricultura dependen de polinizadores y esas especies en conjunto representan un tercio de la producción global de alimentos. Pero lo que lo que no se dice es que la dependencia de polinizadores en la mayoría de las especies no es total. Hay un grupo pequeño que es totalmente dependiente pero la mayoría sigue produciendo en ausencia de ellos. En realidad lo que dejaría de producirse en ausencia de abejas es un porcentaje que va de un 4 a un 6 %. O sea que podríamos sobrevivir.

– ¿Cuáles son las especies más dependientes de la polinización?

– Podemos señalar a los cultivos frutales, algunas oleaginosas como el girasol, las llamadas frutas finas como moras, frambuesas, grosellas, muchos cultivos tropicales y semillas como castañas de cajú, de pará, sandías, zapallos, la vainilla. También la manzana es muy dependiente.

– Si bien le número de abejas creció, ¿la crisis de polinización no podría surgir debido a un aumento mucho mayor del volumen de los cultivos?

– Esto es bien interesante. En los últimos cincuenta años, más del 90% de la producción agrícola, incluyendo las especies que forman parte de la base de nuestra alimentación se ha incrementado en igual proporción que el aumento de la población humana. Ambas se han duplicado. Sin embargo, a partir de la década del 90, una fracción pequeña pero significativa de la producción agrícola que depende de polinizadores se ha cuadruplicado o quintuplicado. La mayoría de esos cultivos, pueden ser considerados como suntuarios, porque no forman parte de la alimentación de la mayoría de la población, sino que son parte del consumo lujoso del sector más privilegiado de la sociedad. Dado que el incremento en el número de colmenas en el mismo lapso fue del 50% surge un desfasaje entre la oferta y la demanda. La demanda de estos cultivos suntuarios se disparó desde fines de los 80 con el surgimiento del mercado global, con lo cual las frambuesas de Patagonia, que antes se comercializaban en localmente, ahora las encontrás en Estados Unidos y Europa. También podés comprar mangos en un supermercado de Bariloche o en Alemania. Y lo que encontramos es que estos cultivos registran un crecimiento menor en su rendimiento respecto de aquellos que no dependen de polinizadores, y esto puede ocurrir debido a la caída relativa en el número de abejas. Los productores compensan esa menor productividad con una mayor expansión en el área destinada a estos cultivos. De hecho, la superficie cultivada a nivel global ha aumentado un 25% desde comienzos de la década del 60 y esa expansión está impulsada por estos cultivos. Esto quiere decir que la expansión de estos cultivos suntuarios está provocando la destrucción de bosques y otros hábitats naturales. Estamos destinando una gran superficie de la Tierra al lujo y eso tiene un costo ambiental enorme. Está bueno tener cerezas y frambuesas que hacen que nuestra dieta sea más diversa pero el precio que está pagando el planeta es demasiado alto. Además se destruyen hábitats en los cuales viven las abejas que son precisamente las que deben polinizar estos cultivos, con lo cual se retroalimenta el problema. No tenemos evidencia de que haya en la actualidad una crisis de polinización pero están todos los elementos para que algo pueda suceder en el futuro.

Un ambiente ideal
Javier López de Casenave es biólogo, secretario académico adjunto de la Facultad y miembro de la Asociación Argentina de Ecología. Fue uno de los organizadores de la IV Reunión Binacional de Ecología Argentina-Chile, que colmó Exactas durante cinco días, con la presencia de alrededor de 1100 inscriptos.

– ¿Qué evaluación hacen del encuentro?

– Fue un esfuerzo enorme pero creo que todo salió muy bien. Todo funcionó correctamente y muchos participantes, tanto personalmente como por mail, nos han dicho que estaban muy conformes. A mí me gustaría agradecerle a la Facultad por haber albergado una reunión tan numerosa porque si no tenés que hacerla en un hotel o centro de convenciones y es carísimo. Además se pudo mostrar que la Facultad puede ser sede de eventos de gran envergadura sin contratiempos. Las aulas anduvieron bien, el audio anduvo bien, pudimos acomodar a toda la gente para comer sin problemas.

– ¿Qué aspecto destacaría de la reunión?

– A mí me parece que lo académico fue muy fuerte. Ofrecimos once conferencias plenarias a cargo de investigadores de primer nivel internacional. Hubo dos argentinos, dos chilenos, un brasileño, un australiano, un neozelandés, uno del Reino Unido y dos estadounidenses. Yo nunca vi una oferta tan grande en número y peso académico. Y, además, tuvimos diez simposios, en los cuales algunos expositores también eran investigadores que publican en las mejores revistas internacionales.

– ¿Cuál fue el número de participantes?

– Tuvimos unos novecientos y pico de inscriptos antes de que empiece y unos ciento y pico más durante el encuentro. En total, alrededor de 1100. Al ser una reunión binacional, organizada junto con Chile, llegaron entre 250 y 300 chilenos. Y también vinieron muchos brasileños.

– ¿La próxima reunión será en Chile?

– La próxima binacional será dentro de tres años en Chile. Además estamos en tratativas con una de las dos asociaciones de ecología de Brasil para ver si podemos organizar encuentros trinacionales.

Fuente: El Cable Nro. 752

Gabriel Rocca