
Memoria de un militante
El 3 de diciembre pasado, Eduardo Corvalán hubiera cumplido 68 años. Desde 1976 no está entre nosotros porque el aparato represivo estatal de la última dictadura lo secuestró y desapareció. Ese mismo día, el de su cumpleaños 68, la Facultad organizó junto a sus hijos, y con el apoyo de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, un acto en su memoria.
Eduardo Corvalán era trabajador no-docente de Exactas. Estaba a cargo de la hemeroteca de Física y Meteorología desde los tiempos de la sede de Perú y posteriormente trasladado al Pabellón I de Ciudad Universitaria. Vivía en Morón. Era militante revolucionario del “ERP 22 de Agosto”. El 22 de julio de 1976, fue secuestrado junto con Mónica Delgado, su compañera. Según el testimonio de otros detenidos sobrevivientes, estuvo detenido en el centro clandestino Proto-Banco.
Mariana y Gabriel Corvalán son hijos de Eduardo. Hasta hace un tiempo, ninguno de los dos mantenía un firme recuerdo de sus padres (rondaban los tres años en el momento del secuestro) y, si bien habían sido criados por sus abuelos de sangre, estos no se ocuparon de alimentar y reponer la memoria. Pero en 2006 hubo un punto de inflexión. La Facultad realizó un acto recordatorio del golpe del 76, una instancia inédita hasta ese momento a la que se convocó a familiares de los detenidos-desaparecidos de la comunidad de Exactas. Entre el gran número de asistentes, estuvieron Mariana y Gabriel. Una vez finalizado el acto, fueron varios los ex compañeros de trabajo y conocidos de su padre que se acercaron a saludarlos, a hablarles acerca de “el Negro”. Pero lo más significativo fue una pregunta que se repitió: “¿Ustedes no eran tres hermanos?”. Ese día, el 23 de marzo de 2006, Mariana y Gabriel comenzaron a develar otra parte de la historia familiar: su madre estaba embarazada de tres meses en el momento del secuestro.
A las emociones que vivieron los hermanos Corvalán durante los últimos tiempos se sumó el hallazgo de los restos de su padre, que fueron recuperados hace pocos meses de una tumba común del cementerio de Avellaneda e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Eduardo, presente
Eran las 19.00 del miércoles 3 de diciembre y aunque el Aula Magna del Pabellón II no estuviese colmada seguía pareciendo el lugar más apropiado para el homenaje. El decano Jorge Aliaga abrió el acto ante más de cien asistentes. “Eduardo trabajaba en la hemeroteca de física y meteorología. Yo soy físico, pero no lo conocí”, sostuvo Aliaga. “Y no lo conocí porque ingresé a esta facultad en marzo del 77 y él desapareció en junio de 1976”, prosiguió. También recordó que aquella era “una facultad con policías en la puerta, en la que teníamos que mostrar los documentos al entrar”, una realidad “difícil de imaginar para los alumnos de hoy”.
Más tarde comenzó a crecer la emoción con el testimonio de Mariana. “Ahora, al encontrarme con amigos de mi papá, descubro que muchos de los recuerdos que tengo fueron vividos junto a mis padres, por ejemplo, el olor de los eucaliptos, que también están en Ciudad Universitaria y es probable que los recuerde de la época en que venía a la guardería de acá”, dijo emocionada. Después se refirió a la reconstrucción de su memoria y la historia de sus padres: “En el camino que estamos siguiendo nos fuimos encontrando con gente maravillosa que yo estoy adoptando como padres, abuelos, tíos y hermanos”, sostuvo; “nos robaron el tiempo de juegos infantiles y otras experiencias de vida, pero no vamos a descansar hasta encontrar a nuestras familias”. Al respecto, remarcó la búsqueda de su posible hermano o hermana, para la que cuentan con el blog: gabrielymarianatebuscan.blogspot.com.
Por su parte, Gabriel, su hermano, habló también desde la emoción y sin ocultar su entusiasmo indicó que “no hay que lamentarse del tiempo perdido, hay que ir hacia adelante, transformar las cosas en positivas a pesar de todo” y dijo sorprenderse de que “cada día se enteraba de algo nuevo de la vida de sus padres”, que le permitía ir rearmando, a la vez, su propia historia.
El recuerdo partido
A los testimonios en vivo, se le sumó la proyección de dos videos, que estuvieron a cargo del Cepro de Exactas. En ellos quedó registrado el grato recuerdo de Eduardo Corvalán en el testimonio de compañeros de trabajo, estudiantes y docentes de la Facultad de aquella época. Todos y cada uno de quienes hablaron indicaron que les costaba creer que Eduardo tuviera una fuerte militancia política, porque jamás hacía mención a nada parecido.
Sin embargo –seguramente, para sorpresa de muchos asistentes– el siguiente video presentó los testimonios de Mirta y Alberto, dos amigos de Eduardo que contaron anécdotas de militancia y recordaron el momento en que fue secuestrado. Posteriormente llegaron las palabras, en vivo, de Jorge Beintein, compañero de militancia de Eduardo en el “ERP 22 de Agosto”. “Era una época de revoluciones, que llamaba al optimismo, y lo que se contraponía con la realidad de nuestro país. Nosotros tuvimos el golpe en el 55 y después una sucesión de gobiernos truchos que nos incitaba a la pelea. Y el negro Corvalán era un tipo que, además de tener buenas ideas, llevaba sus ideas a la práctica”, recordó Beintein y cerró indicando que Eduardo “era un militante popular, un militante revolucionario”.
El acto lo cerró la cantante Alejandra Rabinovich con un tema de su autoría y un “Gracias a la vida” coreado por toda un Aula Magna, que, emocionada, hizo presente al trabajador, al padre, al compañero, al militante.
Fuente: El Cable Nro. 736