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La iridiscencia de ciertos hongos es un efecto de la luz
No depende de pigmentos, según un estudio desarrollado por físicas y biólogas de la Facultad. El trabajo, que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Optics Express, revela que el color estructural no es exclusivo de ciertos insectos y minerales, sino que también se puede encontrar en los hongos mixomicetes.
Muchas de las coloridas mariposas son, en realidad, transparentes, y sus colores no se deben a un pigmento sino a la estructura de las escamas que revisten sus alas. Ahora se ha descubierto que ciertos hongos también poseen esta propiedad, que se conoce como color estructural.
“Pudimos determinar en una especie de hongos mixomicetes, Diachea leucopoda, que el efecto de puntillado multicolor que presentan al microscopio es el resultado de la interferencia de luz sobre la estructura de su cobertura transparente”, explica la doctora Diana Skigin, investigadora del Grupo de Electromagnetismo Aplicado, en el Departamento de Física de la FCEyN. El trabajo acaba de publicarse en una prestigiosa revista de óptica, Optics Express. La primera autora es Marina Inchaussandague, del mismo departamento, y también participan las biólogas Cecilia Carmarán y Sonia Rosenfeldt, del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la FECyN.
El color estructural es una propiedad presente en muchas especies animales y vegetales, así como en algunos minerales, que poseen iridiscencia debido a efectos de interferencia de la luz. La causa reside en una microestructura tridimensional muy particular, con formas que se repiten a intervalos regulares. También se da en algunos minerales como el ópalo, constituido por capas sucesivas de pequeñas esferas de silicatos. Los colores iridiscentes del ópalo se deben a la penetración de la luz a través de la estructura de esferas y de espacios vacíos ubicados entre las esferas.
Cualquier pigmento absorbe luz en una determinada longitud de onda y refleja aquella que no absorbe. Pero los colores que se observan en el hongo Diachea leucopoda no dependen del pigmento del tejido, sino de la luz reflejada por la microestructura de su superficie. “La luz, en una estructura tan compleja, recorre diferentes caminos y puede intensificarse más o menos”, comenta Skigin, que también es investigadora del Conicet.
Según el ángulo con que se mire
Y agrega: “Mientras que el color del pigmento se ve igual desde todos los ángulos de visión, lo que se conoce como color estructural es el resultado de la reflexión selectiva o la iridiscencia, que por lo general está presente en estructuras periódicas, formadas por muchas capas”.
Los hongos mixomicetes, conocidos también como hongos mucilaginosos, presentan una gran variedad de colores. En particular, la especie D. leucopoda vive sobre hojas en descomposición y tallos jóvenes. Como se sabía que estos hongos multicolores son transparentes en el agua, se suponía que su color no se debía a un pigmento.
Mediante técnicas microscópicas las investigadoras pudieron caracterizar la cubierta responsable de los colores, que presenta protuberancias de 10 micrones de diámetro, en las cuales se refleja la luz y produce el efecto de puntillado.
En resumen, el estudio revela que el color estructural no es exclusivo de ciertos insectos y minerales, sino que también se puede encontrar en los hongos mixomicetes. En éstos, el brillo y el efecto multicolor es resultado de la interferencia de la luz sobre la cobertura externa, que consiste en un material transparente cuyo espesor varía según las especies. “De acuerdo con nuestro estudio, el color depende también del índice de refracción y del ángulo de incidencia de la luz”, destaca la investigadora.
Pero, ¿para qué sirve estudiar los colores estructurales en seres vivos? “El objetivo es aprovechar y fabricar estructuras similares a las halladas en la naturaleza, y que permitan alcanzar un objetivo específico, por ejemplo, para el diseño de circuitos ópticos y en la fabricación de nanomateriales con ventajas importantes frente a las tecnologías convencionales”, concluye Skigin. Recientemente, otras estructuras naturales han inspirado desarrollos tecnológicos como cosméticos libres de pigmentos, adhesivos sintéticos y pinturas, entre otros. Los materiales biomiméticos abren nuevos caminos a explorar con un sin fin de posibilidades: aplicaciones en biomedicina, telecomunicaciones, y almacenamiento de energía.
Fuente: Publicado en La Nación el 06/09/2010