“Hay que enseñar a aprender”

Acompañó a Daniel Filmus como viceministro y Cristina Fernández lo convocó para dirigir la educación nacional. En una actualidad marcada por un impulso de la investigación científica para el desarrollo, Juan Carlos Tedesco habló con el Cable del fortalecimiento de los niveles educativos iniciales y de la Ley de educación superior que se viene.

9 de abril de 2008

– “La educación es fundamental para el futuro del país” es una frase repetida hasta el hartazgo. ¿Qué valor tiene para este gobierno?

– Hoy creo que podemos mostrar que no es simplemente una frase. Si uno mira la evolución de la inversión en educación que hizo la Argentina en estos últimos años, se advierte que la frase ha sido acompañada con una política de asignación de recursos muy significativa. Estamos cumpliendo la Ley de Financiamiento Educativo, que pide que lleguemos al año 2010 con el seis por ciento del PBI para la educación, cosa que va a suceder.

– ¿El proyecto educativo nacional está necesariamente asociado a la política económica?

– Es un problema político de unidad de sentido. Acá lo que está en juego no es un proyecto educativo sino un proyecto de sociedad: lo que está en juego es que la política económica, por ejemplo, sea una política basada en la generación de empleo; si no, por más que desde Educación tengamos un proyecto, sería inútil.

– ¿Considera que la propuesta económica favorece la política de su ministerio?

– En los últimos cinco años pasamos de una situación en la cual la escuela tuvo que llegar a atender emergencias, y ocuparse centralmente de dar de comer a los chicos, a poder estar discutiendo el tema de la comida como parte de una propuesta pedagógica: hoy nos preocupa la doble escolaridad, la jornada completa. Hace cinco años no podíamos pensar en eso.

– Esos niveles de emergencia social puede que hayan disminuido, pero no desaparecieron.

– Sí, esos casos siguen existiendo y también existen los comedores escolares que dan de comer. Y también seguimos dando subsidios a las familias de bajos recursos para que puedan llevar a sus hijos a las escuelas y puedan comprar sus libros. Aspiramos a que estos aspectos de la política educativa, encarados con un criterio de satisfacción de las necesidades básicas, vayan disminuyendo, ocupando un lugar menos central. Si temas como las becas o el comedor escolar para que los chicos tengan qué comer siguieran ocupando un lugar importante será porque algo que estará saliendo mal, habrá un problema de fondo.

– ¿Las carencias en infraestructura también son una variable limitante?

– Por supuesto. Estamos terminando en estos meses con un plan de construcción de 700 escuelas que se comenzaron en el gobierno anterior y en estos días se firma un decreto por un nuevo crédito del BID para iniciar otra tanda de construcción de 1000 escuelas, en dos etapas.

– Desde el Ejecutivo existe un proceso de instalación del conocimiento científico en un lugar preferencial, sobre todo el relacionado con la producción, y eso involucra a la educación en todos sus niveles. Si el diagnóstico acerca de la educación inicial es preocupante, ¿considera que se puede asegurar un desarrollo científico serio?

– Justamente, la seriedad del proyecto se pone de manifiesto por el carácter integral, sistémico, no es sólo apuntar a la investigación científica de punta en algunas áreas sino mejorar la enseñanza de la ciencia en todos los niveles del sistema, considerando que si logramos una masificación de la enseñanza de la ciencia en todos los niveles vamos a tener muchos más científicos que si nos movemos con una elite. Queremos mejorarla desde la escuela y por eso este año ha sido declarado “Año de la enseñanza de la ciencia”, que tiene un valor movilizador.

– Existe un requerimiento de profesionales especializados en muchas áreas. ¿Es posible dar una respuesta rápida a una demanda que parece requerir una mejor formación desde niveles iniciales de la educación?

– Mientras uno resuelve la emergencia con soluciones de emergencia tiene que ir preparando la solución de mediano y largo plazo. Hay que hacer las dos cosas. Si nos negamos a atender la emergencia el desarrollo a largo plazo tampoco se va a dar, las inversiones no van a venir. Si los sectores de punta no encuentran respuesta a sus problemas aquí, se van a otro lado. Hay que trabajar en ambas cosas a la vez sin sacrificar una o la otra, y ahí está el gran desafío de la función pública. De la misma manera, también es muy difícil tomar decisiones en función de las diferentes demandas. Como ha habido tantos años de desinversión y tanta crisis, hoy tenemos un exceso de demandas.

– El tema es que esas demandas suelen ser legítimas.

– Todo es urgente y necesario: el jardín de infantes y el preescolar es necesario expandirlos porque, si no, tenemos condiciones de desigualdad; la primaria hay que mejorarla; la secundaria es obligatoria, entonces hay que expandirla; la universidad es decisiva, la investigación, el posgrado; hay que construir, invertir en infraestructura, equipar, mejorar el salario a los maestros. Todo eso es necesario y los recursos no alcanzan, entonces siempre hay que estar tomando decisiones que implican postergar. Y esto, en un país donde los índices de confianza son muy bajos, donde nadie confía que si espera le va a llegar, todos quieren ser primeros en la atención a la demanda. En ese contexto hay que moverse, no es el mejor pero confío en que en poco tiempo las cosas se vayan poniendo en su lugar.

– ¿En qué políticas se apoyaría el desarrollo del conocimiento científico?

– El objetivo es empezar desde muy temprano, por eso hay medidas de fondo como la modificación de los diseños curriculares de la escuela primaria para incluir más horas de enseñanza de las ciencias. Tenemos planes muy serios de articulación con las universidades y con los científicos. Por un lado, las universidades son formadoras de profesores y todos sabemos que, si bien los profesores egresados de las universidades tienen un muy buen manejo de su disciplina, no necesariamente lo tienen de la enseñanza de esa disciplina, en especial si pensamos en la escuela secundaria que es, hoy en día, muy difícil de abordar, con alumnos no tan preparados para aceptar el oficio de alumnos y en un momento social y cultural donde los jóvenes están atravesados por patrones culturales muy distintos a los de los adultos.

– ¿Cuál sería el aporte de los científicos?

– Querríamos que se acerquen a la escuela secundaria y rompan con ese modelo, esa representación, de que la ciencia y la matemática es para muy pocos, para los que están dotados de habilidades especiales. Esto no puede ser así, porque al ser declarada obligatoria la escuela secundaria, todos tienen que saber de matemática y ciencias, no sólo algunos. En el modelo anterior de educación, si un chico fracasaba en matemática y dejaba la escuela, era un problema de él, no del sistema. Hoy ya no: la educación secundaria ahora es obligatoria y si un chico fracasa el problema es del sistema educativo, que se tiene que hacer cargo de eso.

– ¿Qué otras instancias puede ocupar la gente de ciencia?

– Si uno mira los libros de lectura de la escuela primaria de principios del siglo XX, se va a encontrar con grandes intelectuales como autores de los textos. Marcos Sastre, Joaquín V. González, Carlos Octavio Bunge escribían libros para la escuela primaria porque sabían que ahí se estaban formando los ciudadanos. Por eso sería muy bueno que los científicos importantes de este país se preocupen también por la enseñanza de la ciencia en la escuela primaria y secundaria, que la enseñanza comience a tener un poquito más de prestigio entre los científicos, que hoy no la tiene. Para un científico formado en la universidad no es una actividad que goce de un gran prestigio ni recibe por eso ningún incentivo… No hay una política de incentivar esa actividad, y lo mismo pasa con la divulgación científica. Creo que esto es un tema sobre el cual hay que trabajar.

– ¿Cuál es la agenda para proyectar una nueva Ley de Educación Superior?

– Lo que se viene es un debate, una gran discusión que nos permita llegar a un texto de Ley producto de la consulta. Tenemos que buscar cuáles son los puntos en los cuales exista el mayor nivel posible de consenso como para que la Ley refleje eso y sea legítima, pueda tener sustentabilidad en el tiempo.

– Uno de los temas centrales es la autonomía. ¿Considera que merece una redefinición?

– Hoy día todos sentimos que el concepto de autonomía no puede tener el mismo sentido que para los reformistas del 18, necesitamos una universidad autónoma pero responsable socialmente. Hay que ver en qué medida esto se puede determinar en una norma legal o no, pero hay que discutir, lo mismo que hay que discutir todos los temas que vinculan a la universidad con la investigación, el sector productivo, y el resto del sistema educativo.

– Existe una tensión en el ámbito universitario en relación con el modelo que asocia enseñanza con investigación y el que plantea que es posible enseñar sin investigar, representado en gran medida por las universidades privadas.

– Acá creo que hay que ser capaz de distinguir diferentes campos disciplinarios: no es lo mismo el papel de la investigación si uno está en la física, en la biología, en el derecho o en administración de empresas. No podemos hacer una amalgama y tratar en forma homogénea campos que son muy diferentes. De todas maneras, es cierto que hoy en ningún área es posible enseñar si no se está en la punta y si no se sabe muy bien cómo se producen los conocimientos. Ya no es como antes, que lo que uno aprendía en la universidad servía por muchos años de vida profesional. La educación ya no es una etapa de la vida donde uno estudiaba y no trabajaba, y después iba a trabajar y ya no estudiaba: esa división se terminó. Por eso, lo que la universidad tiene que enseñar es el oficio de aprender.

– ¿Entonces considera que no hay dos modelos opuestos?

– A mí me parece que esos modelos ya están un poco superados por la propia realidad de lo que es hoy la distribución del conocimiento: tenemos que ir hacia modelos donde estas dos dimensiones se articulen. Hay que pensar que, con enseñanza secundaria obligatoria, en los próximos cinco o diez años la demanda por acceso a los estudios superiores y a la universidad se va a incrementar exponencialmente, y a la vez que se expanda habrá que diversificar el sistema, que pueda haber espacio para varias opciones, no necesariamente una única. Creo que la Ley debería cubrir esto asegurando niveles óptimos de calidad en lo que sea: en enseñanza, en investigación, en las dos cosas al mismo tiempo.

– ¿Está planeado un llamamiento al debate como se proyectó para la Ley Nacional de Educación?

– Claro. Y va a ser muy interesante buscar la participación en el debate de los actores que no pertenecen al sistema universitario o científico-tecnológico, porque los que pertenecen naturalmente van a participar, pero tendremos que ver cómo hacemos para que participe el resto de la ciudadanía.

Fuente: El Cable Nro. 680

Armando Doria