
Generación H
El tiempo de los combustibles fósiles está llegando a su fin. Entre las energías renovables, el hidrógeno aparece como el elemento mejor posicionado para convertirse en el combustible de futuro. En Pico Truncado, Santa Cruz, ya funciona una planta experimental.
Pero ¿qué se quemará en vez de carbón? -preguntó Pencroff.-¡Agua! -respondió Ciro Smith-. Agua descompuesta, sin duda, por la electricidad y que llegará a ser entonces una fuerza poderosa y manejable. (…) Sí, amigos míos, creo que el agua se usará un día como combustible, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, utilizados aislada y simultáneamente, producirán una fuente de calor y de luz inagotable y de una intensidad mucho mayor que la del carbón.(…) El agua es el carbón del porvenir.
Este párrafo pertenece a la novela La isla misteriosa, del escritor francés Julio Verne y publicada en 1874. En la actualidad, esta idea del genial visionario ya ha dejado de formar parte del ámbito de la ciencia ficción para convertirse en una de las líneas de investigación y desarrollo más prometedoras, para reemplazar los hidrocarburos antes de que se agoten o de que dañen el planeta hasta el límite de lo irreparable.
Crónica de un ciclo agotado
En los últimos dos siglos, el uso de combustibles fósiles como principal fuente de energía ha degradado el ambiente en forma más extensa y profunda que en toda la historia previa. Millones de toneladas por día de petróleo, gas y carbón son utilizadas en el transporte, la industria y la calefacción, y los desechos de su combustión son arrojados a la atmósfera en forma de polvo, humo y gases. Estos gases, como el dióxido de carbono, son los responsables del efecto invernadero que provoca el aumento de la temperatura del planeta. De continuar esta situación, en algunas décadas la Tierra sufrirá un colapso climático que pondría en riesgo la vida de millones de personas.
Frente a este panorama, científicos y ambientalistas de todo el mundo insisten en la necesidad de reemplazar los hidrocarburos por otras fuentes de energía, abundantes en la naturaleza, renovables, económicas y, por supuesto, no contaminantes. Entre las distintas posibilidades, el hidrógeno (H), por sus diversas cualidades, aparece como la alternativa más prometedora.
“Para empezar, el H es el elemento más abundante del universo. Pero en la Tierra no existe en forma libre, es decir, es abundante pero en combinación con otros compuestos, como el agua, la biomasa, el gas natural, el petróleo, el carbón”, explica Horacio Corti, doctor en Química de la UBA, investigador del Conicet y de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
En la Tierra, la mayor cantidad de H disponible está en el agua, formada por moléculas que contienen un átomo de oxígeno y dos de H. Un poco más del 11 por ciento de la masa del agua es H, y se puede obtener simplemente electrolizando agua, o sea, descomponiéndola en sus átomos constituyentes por el paso de corriente eléctrica. Para separar el H se necesita energía y es ésta la razón por la cual no se lo considera una fuente primaria, sino un vector.
“Si para realizar la electrólisis del agua, se utiliza energía solar o eólica como fuente primaria de energía, el H que se obtiene es totalmente limpio, porque después se puede quemar para producir energía eléctrica, y el único residuo es agua. Es decir que el ciclo es perfecto: uno obtiene H a partir del agua usando una energía renovable; el resultado final es recuperar una fracción importante de esa energía y como subproducto se obtiene de nuevo agua. Es un ciclo cerrado y perfecto”, se entusiasma Corti.
Otra forma de obtener H es a partir de un proceso que se llama reformado de combustibles fósiles, por ejemplo, a partir de gas natural, petróleo, naftas y otros. Sin embargo, en este caso el H pierde uno de sus aspectos benéficos clave, dado que durante el proceso se generan emisiones de dióxido de carbono. Es decir que la “limpieza” del H como combustible depende del método por el cual se lo obtiene. Si surge a partir de fuentes de energía renovables, como la eólica, la solar y otras, no genera contaminación ambiental.
“Otra posibilidad es obtenerlo del alcohol etílico, que se produce a partir de biomasa: caña de azúcar o maíz. En este caso, en el proceso químico para producir H, se genera dióxido de carbono, pero éste se reabsorbe durante el crecimiento de la planta, en la fotosíntesis. Por lo tanto, no se incrementa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera”, describe Miguel Laborde, doctor en Química, investigador del Conicet y Director del Laboratorio de Procesos Catalíticos de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
Una relación íntima
El H aparece como la llave que permitiría que las fuentes renovables se conviertan en las principales abastecedoras de energía del planeta. Hasta ahora, estas formas de energía, como la eólica o la solar, son fuentes limpias pero impredecibles, y la electricidad que producen debe ser utilizada en el momento en que es generada. El H es la solución ideal para este problema, ya que permite acumular y transportar esta energía donde haga falta, desacoplando el momento de la fabricación del momento del consumo.
Podría decirse que el H permite almacenar sol o viento en forma de energía química para ser usada mediante su combustión cuando y donde se lo necesite.
El H se puede almacenar básicamente en tres formas. En primer lugar, como un gas, comprimido entre 200 a 800 atmósferas (al igual que el gas natural que se usa en los vehículos). Se lo puede licuar y almacenar como un líquido, para lo cual se necesita enfriarlo a temperaturas muy bajas, del orden de los 250º C bajo cero. Por último, se lo puede guardar como un sólido, incorporándolo dentro de aleaciones metálicas que lo acumulan de la misma manera que una esponja lo hace con el agua. El H es absorbido por el metal y se produce un hidruro metálico. Luego se lo libera como un gas calentando la aleación.
Una pila de vida
El uso generalizado del H seguramente dará paso a un nuevo y particular motor que carece de piezas móviles y no hace ruido: las celdas de combustible. Este dispositivo opera básicamente como una batería común: genera electricidad y calor a partir de la combinación del H con el oxígeno.
“La forma más fácil de entender qué es una celda de combustible es compararla con una batería, por ejemplo, la que usan los autos. En estas baterías ocurren transformaciones químicas y, como consecuencia de ellas, se produce energía eléctrica. Las sustancias que se oxidan y se reducen están dentro de la batería”, detalla Corti. Una celda de combustible es, básicamente, una batería, pero en ella las sustancias químicas que se oxidan y se reducen se introducen desde afuera. Mientras ingrese H por un lado, y oxígeno por el otro, puede seguir produciendo electricidad en forma indefinida”.
Los expertos coinciden en que las celdas de combustible son muy útiles como fuentes de energía en lugares remotos, como estaciones meteorológicas, localidades rurales y naves espaciales. También en aplicaciones de cogeneración (uso combinado de calor y electricidad) para viviendas, edificios de oficinas y fábricas. Este sistema genera energía eléctrica y, al mismo tiempo, produce aire y agua calientes. Otra clave es su uso en motores de automóviles, camiones, ómnibus, locomotoras e incluso aviones, buques y submarinos.
El H puede emplearse también como combustible en motores de combustión interna adaptados. El problema es que, al quemarse con el aire, puede producir óxidos de nitrógeno, que generan la llamada lluvia ácida. En el caso de las celdas de combustible, no hay combustión, sólo hay reacción química y el único desecho que produce es vapor de agua ciento por ciento pura.
La celda de combustible es, además, mucho más eficiente. “Un motor de combustión interna tiene, por lo general, un rendimiento de 25 a 30 por ciento, mientras que una celda de combustible alcanza, aproximadamente, un 45 a un 50 por ciento, es decir, casi el doble. Esto significa que, a igual cantidad combustible, se obtiene el doble de energía eléctrica”, puntualiza Corti.
El futuro ya llegó
Si bien el escenario descripto parece surgido de alguna novela de ciencia ficción, la realidad es que los países desarrollados vienen invirtiendo desde hace años cientos de millones de dólares en el desarrollo de esta nueva tecnología.
En principio, casi todas las grandes compañías automotrices han presentado distintos prototipos de modelos que utilizan H. Entre ellas: General Motors, Ford, Opel, BMW, Daimler- Chrysler, Honda, Hyundai, Mazda y Nissan. Hace apenas unas semanas, una camioneta Toyota, equipada con una celda de combustible, logró recorrer los 560 kilómetros que separan Osaka de Tokio, batiendo un nuevo récord de autonomía. Por otro lado, tanto Ford como BMW han desarrollado modelos que lograron una velocidad superior a los 300 kilómetros por hora. Se estima que los vehículos a H se lanzarán masivamente al mercado entre los años 2010 y 2020.
Numerosas ciudades de Europa, EEUU, Canadá y también de Brasil se encuentran realizando experiencias con diferentes modelos de ómnibus impulsados con H. En el aeropuerto de Munich, Alemania, los micros que transportan a las personas desde las terminales hasta los aviones utilizan H.
Y hay más noticias: Canadá anunció que en el 2009 inaugurará la primera autopista del mundo con una red de estaciones de servicio de H para abastecer a una flota de 20 autobuses que circularán por ella. Se espera que para el 2010 llegue hasta San Diego, en EEUU.
En 2003 Islandia inauguró la primera estación de combustible de H en el mundo. Está siendo utilizada paraabastecer 3 autobuses en un plan por el cual ese país se propone ser el primero en abastecerse totalmente de fuentes de energía renovables para el año 2030.
Desde ya que el desarrollo de una economía basada en el H debe superar todavía numerosos inconvenientes. “Los vehículos a H son mucho más caros que los convencionales, aunque se trata básicamente de un problema de escala de producción. También se debe mejorar mucho la durabilidad de las celdas de combustible, que hoy se calcula en unas 3 mil horas, lo que representa aproximadamente dos años de uso de un automóvil”, afirma Corti, y subraya: “Pero yo creo que esos tiempos de vida útil se van a ir extendiendo rápidamente”.
Para Laborde, el camino a seguir resulta claro: “No hay que esperar que los hidrocarburos se agoten para dejar de usarlos. Los estados deberían implementar políticas activas para fomentar e impulsar el uso de energías renovables, penalizando, por ejemplo, la utilización de tecnologías que emitan dióxido de carbono. De esta manera, la brecha económica se empezaría a reducir y facilitaría el paso de una tecnología a otra. Si dejamos esta decisión en manos del mercado, la situación ecológica del planeta puede complicarse mucho en las próximas décadas”.
Hace poco alguien muy cercano a las empresas energéticas dijo: “la edad de piedra se terminó y no fue por falta de piedras”.
Y por casa ¿cómo andamos? |
Nuestro país se encuentra muy bien posicionado para sumarse a esta transformación energética. Cuenta con muy buenas condiciones naturales para producir H de manera limpia: vientos en la Patagonia, energía solar en el norte, energía geotérmica, mareomotriz, biomasa.
“Argentina tiene los recursos humanos y naturales para desarrollar esta tecnología -asegura Corti-. En lo que tiene varias décadas de atraso, si nos comparamos con EEUU y Europa, es en el desarrollo de celdas de combustible y todas las tecnologías asociadas al H. Incluso estamos atrasados respecto de Brasil, donde hace muchos años que se trabaja, incluso con argentinos que han ido a desarrollar su actividad allí”. Las autoridades han comenzado a prestarle atención a este tema y el año pasado el Congreso Nacional sancionó la Ley 26.123 de Promoción del Hidrógeno. “Yo creo que existe una voluntad política, lo que pasa es que no va acompañada con los fondos suficientes. Ahora, la Secretaría de Ciencia y Técnica incluyó el tema del H como uno de los proyectos estratégicos en el área de energía. Es un proyecto macro que nuclea a todos los que estamos trabajando en la producción, purificación, almacenamiento y transporte de H y en el desarrollo de celdas de combustible”, relata Laborde. “Uno de los principales inconvenientes con este proyecto, que va a durar cuatro años y está financiado por la Agencia, son los recursos humanos, además de la financiación que, si bien es inédita para la Argentina, resulta escasa. Tendremos becas, pero probablemente no tendremos becarios para cubrirlas, porque hay muy pocos estudiantes que quieran hacer investigación y desarrollo en ciencias exactas y en ingeniería”, finaliza Corti. — Vientos del sur En el noreste de la provincia de Santa Cruz, funciona la Planta Experimental de Hidrógeno de Pico Truncado. Inaugurada el 7 de diciembre de 2005, el objeto de esta planta, única en su tipo en América Latina, es la producción, investigación, desarrollo, divulgación y capacitación sobre los usos del H como combustible. La planta, que es abastecida de electricidad desde un parque eólico cercano, cuenta con un módulo de producción electrolítica de H, a través de un electrolizador de baja potencia, donado por la Universidad de Québec. A mediados de enero de 2005 se realizó con éxito la primera obtención de H por electrólisis del agua a partir de energía eólica. Actualmente, el H que se produce pasa por cañerías de baja presión hacia los sectores de experimentación de la planta, y se lo almacena como gas a presión, en compresores que cuentan con el equipamiento para la carga de vehículos. “Se está trabajando con diversos prototipos: en el taller tenemos el grupo electrógeno que ya funciona y se está optimizando. Contamos con un automóvil con motor híbrido, que puede funcionar a nafta e H. También experimentamos con motores móviles y estacionarios, celdas de combustible, almacenadores sólidos en forma de hidruros y quemadores catalíticos”, relata Mabel Herrera, licenciada en Física, que se encuentra a cargo del departamento técnico y de capacitación. Desde el punto de vista productivo, el proyecto tiene como objetivo proveer de H a dos automóviles municipales. “Esos vehículos tendrán motores híbridos, y vendrán a la planta a cargar H. En estos momentos, los motores se encuentran en una fase de prueba. El año que viene ya podrían estar funcionando”, sostiene Herrera. Otra de las iniciativas en marcha, junto con otras instituciones como el ITBA, CITEFA y la Universidad de La Plata, es el desarrollo del Módulo Argentino de Energía Limpia, compuesto por un pequeño aerogenerador (molino), un electrolizador y un grupo electrógeno, que se llevará a la Antártida para probarlo en condiciones extremas durante un año. “La idea es alimentar de energía eléctrica una de las bases -se entusiasma Herrera-. Una vez pasada la prueba, ya se podría normatizar, y empezar a fabricar equipos para la venta, que serían muy útiles para proveer de electricidad a sistemas aislados, como cascos de estancia y otros”. Para Herrera, en la planta están todas las condiciones dadas, tanto técnicas como humanas, para pasar a una etapa semi-industrial, sólo se requiere la decisión política. “Falta apoyo y fondos. La ley nacional está, pero falta una firma para que se liberen los recursos. La planta hoy se sostiene con fondos de la provincia, que surgen de un convenio que termina muy pronto. De todas formas, somos optimistas. Optimistas y aventureros”, confiesa con ironía. |
Fuente: Exactamente Nro. 38