
Estudiantes de Exactas finalistas del mundial de satélites enlatados
El equipo Hornero se ubicó en el puesto 2 y llegó a la final del Concurso Mundial CanSat 2025 de satélites del tamaño de una lata. Tras superar las etapas eliminatorias, su destacado desempeño les aseguró un lugar privilegiado en la competencia. El 24 de mayo viajarán a la Ciudad de México -con el apoyo económico de la UBA- para intervenir en el lanzamiento.
Cinco estudiantes de las carreras de Ciencias Físicas y Químicas de Exactas son finalistas en el evento internacional que simula una misión espacial real a escala. La competencia CanSat –organizada por el Programa Espacial Universitario (PEU) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)– desafía a estudiantes universitarios de todo el mundo a diseñar y construir un satélite del tamaño de una lata de gaseosa, con el objetivo de lanzarlo en altura y cumplir una misión aeroespacial.
Clara Telesca, Pedro Monczor, Pilar Risso, Santiago Perez Garber y Juan Valle tienen 20 años, se conocieron en las aulas del Colegio Nacional de Buenos Aires y hoy comparten estudios en la Facultad. Integran el equipo Hornero, único representante universitario de Argentina entre más de 40 equipos finalistas de universidades de México, Colombia, Guatemala, Perú, Bolivia y Países Bajos.
La edición 2025 contó con la participación de más de un centenar de equipos. En la clasificación de lanzamientos, Hornero obtuvo un puntaje global de 98.2, ubicándose en el puesto 2 y tiene altas posibilidades de consagrarse. La pasión por las ciencias, la tecnología y el conocimiento aeroespacial no sólo alimenta la curiosidad del equipo por estas disciplinas, sino que impulsa su confianza para la etapa definitoria.
“Para nosotros es muy valioso poder representar a la Argentina en la etapa final. Gracias a los resultados que fuimos obteniendo, tenemos altas expectativas” expresa con ilusión Clara Telesca antes de viajar a la ciudad mexicana.
El Concurso Mundial CanSat se enmarca en el Programa Espacial Universitario de la UNAM que desde hace más de 10 años convoca a universidades de todo el mundo. Sin embargo, sus actividades vinculadas con la ciencia y la tecnología espacial y el desarrollo de proyectos interuniversitarios se remontan a 1962, cuando se creó el Departamento del Espacio Exterior en el Instituto de Geofísica.
“En la secundaria escuchábamos sobre este tipo de programas, pero nos parecían inalcanzables. Incluso cuando nos anotamos, pensábamos que no llegaríamos tan lejos” recuerda Pedro Monczor al referirse a este certamen consolidado a nivel internacional entre las competencias aeroespaciales.
Misión espacial enlatada
¿Qué es CanSat? Se trata de una competencia anual en la que cada equipo –en representación de una universidad– debe crear un satélite en miniatura con dimensiones similares a las de una lata. De ahí su nombre en inglés: Can (lata) y Sat (satélite). El dispositivo electromecánico de elementos integrados debe ser capaz de recolectar datos durante su lanzamiento en dron a 400 metros sobre el nivel del suelo y regresar en forma segura.
A nivel internacional, existen iniciativas similares como la CanSat Competition auspiciada por la American Astronautical Society (AAS), el American Institute of Aeronautics and Astronautics (AIAA) y la National Aeronautics and Space Administration (NASA) o la competencia organizada por la Agencia Espacial Europea (ESA).
En territorio local, CANSAT Argentina fue la iniciativa federal impulsada por el entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación (MINCyT) junto a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para estudiantes de escuelas secundarias. Durante dos ediciones buscó fomentar y despertar vocaciones científicas tempranas y el desarrollo de habilidades tecnológicas en línea con el Plan Espacial Nacional y la promoción de una cultura científica e innovadora. En ese contexto, el país logró destacarse como el único en Latinoamérica con satélites propios de fabricación nacional.
Al infinito y más allá
El recorrido del equipo de estudiantes de la Facultad comenzó en diciembre de 2024. Los sueños y las motivaciones compartidas, por un objetivo común, se mezclaron con desafíos académicos y económicos. Para resolver precisiones técnicas contaron con el asesoramiento de docentes de la Universidad de Buenos Aires.
Si bien los materiales para el prototipo fueron financiados con recursos propios del equipo de estudiantes, la Facultad consiguió que la Universidad de Buenos Aires cubra los costos del viaje a México para que todos los integrantes del equipo puedan estar en la etapa final de la competencia.
La competencia CanSat consta de cinco etapas con distintos requerimientos y evaluaciones específicas. Consiste en construir un dispositivo que incorpore todos los subsistemas principales de un satélite: sistema de potencia y de telemetría, componentes electrónicos, sensores y estructura mecánica. Además, debe transportar un huevo de gallina de 60 gramos, semillas endémicas de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel de la Ciudad Universitaria mexicana y 125 mililitros de agua. Durante el descenso controlado debe realizar mediciones de vuelo desde los 400 metros de altura.
“La temática espacial fue lo que movilizó nuestra curiosidad por aprender cosas nuevas. Pero es cierto que esto surgió como un proyecto entre amigos que nunca pensamos en poder concretar realmente”, comenta Pilar Risso, única estudiante de Química del grupo.
Tras meses de investigación, análisis y testeos de prueba y error, desarrollaron la propuesta conceptual y el diseño preliminar –que no debía superar una inversión de 600 dólares– en forma de prisma. Y el entusiasmo fue creciendo aún más cuando comprobaron el buen desempeño del dispositivo. El satélite que presentaron incluye un subsistema mecánico, módulo de comunicación, sensores, hélices y baterías cuadradas de 9V.
“Nuestra propuesta técnica cumplió con las especificaciones, pero lo que más nos interesó fue poder medir las condiciones atmosféricas” explica Juan Valle. Santiago Perez Garber –otro de los estudiantes de Física– agrega: “Para resolver las especificaciones solicitadas nos organizamos en subsistemas de trabajo que incluyeron saberes de electrónica, programación y diseño”.
El equipo argentino Hornero fue superando holgadamente cada etapa del concurso internacional y se consagró como uno de los más valorados. En la segunda etapa clasificó en el puesto 4 entre 65 equipos, en la tercera etapa de evaluación en el 5 puesto entre más de 49 y para el lanzamiento se posicionó en el puesto 2.
En pocos días, en el campus de la UNAM en la Ciudad de México, van a vivenciar un momento crucial en la competencia cuando pongan a prueba la simulación de una misión espacial. En vuelo, el satélite deberá establecer comunicación con la estación terrena, medir y transmitir datos sobre presión, temperatura, velocidad, aceleración y concentración de dióxido de carbono, desde el despegue hasta el aterrizaje.
Aunque el resultado final de la competencia aún es incierto, la experiencia ya dejó huella. Construir un proyecto grupal con herramientas y conocimientos propios fue, sin duda, una enorme fuente de aprendizaje.