
Estudian cómo reducir el estrés climático en las vacas
Buscan disminuir las pérdidas que ocasiona en la producción lechera. Un equipo de meteorólogas de las universidades nacionales de Luján y de Buenos Aires efectuó un estudio que abarcó cinco veranos, y que incluyó 52 tambos de la provincia de Buenos Aires.
Se sabe desde hace tiempo que las condiciones atmosféricas producen estrés en el ganado vacuno. Particularmente, se encontró que la radiación solar, la velocidad del viento, la temperatura y la humedad del aire pueden influir en el crecimiento, en la eficiencia reproductiva, en la susceptibilidad a enfermedades y, también, en la cantidad y calidad de la leche producida. Por otro lado, los mejoramientos genéticos y la fuerte presión de producción a la que están sometidos estos animales los han hecho cada vez más susceptibles al estrés térmico.
Para tratar de morigerar las pérdidas económicas debidas a los efectos estresantes del clima, los productores disponen, por un lado, de estrategias nutricionales que apuntan a mantener el balance calórico del ganado y, por otro lado, de ciertas técnicas para mitigar el calor, como sombras, microaspersores o ventiladores.
Pero la utilización de uno u otro de estos métodos no es indistinta, sino que depende de la situación meteorológica. Por ejemplo, en días muy húmedos, utilizar la aspersión como método de enfriamiento del animal puede ser contraproducente.
Por lo tanto, invertir acertadamente en alguna de esas tecnologías requiere del conocimiento de cuáles son las condiciones meteorológicas que llevan al estrés en las vacas en una determinada región y cuán frecuentemente se presentan.
En esa dirección, un equipo de meteorólogas de las universidades nacionales de Luján y de Buenos Aires efectuó un estudio que abarcó cinco veranos, y que incluyó 52 tambos de las cuencas lecheras de Abasto, en la provincia de Buenos Aires, que representan una producción de alrededor de 200.000 litros diarios de leche. “Confirmamos que, en esa zona tambera, la producción de leche responde a las condiciones atmosféricas generadoras de estrés calórico”, informa la doctora María Gassmann, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA.
Relacionando factores fisiológicos de estrés con registros meteorológicos y con datos de producción lechera provistos por una importante empresa láctea, las investigadoras determinaron los umbrales de temperatura mínima, media y máxima a partir de los cuales el ganado vacuno se estresa: “Con esos valores comprobamos que, en esa cuenca lechera, el 80% de los días estivales son estresantes para el animal, lo cual demuestra claramente la necesidad de instrumentar medidas de mitigación”, señala la doctora Susana Goldberg, profesora a cargo de Meteorología Agrícola en la Universidad de Luján.
Los resultados del trabajo también muestran que el problema de estrés se agrava cuando ocurren “situaciones de persistencia”, es decir, tres o más días sucesivos con las tres temperaturas por encima de sus respectivos umbrales.
¿En qué invertir?
Para precisar qué tecnología es la más adecuada para mitigar el estrés térmico, las científicas primero analizaron cuales habían sido las condiciones atmosféricas predominantes en los días estresantes: “Logramos identificar tres situaciones características de tiempo meteorológico que provocan estrés en el ganado vacuno de esa región”, consigna la licenciada María José Denegri, del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la FCEyN.
Según Denegri, dos de esas situaciones son las que presentan mayor riesgo de estrés para las vacas: “Una de ellas se caracteriza por viento del norte con temperatura elevada y cierta humedad, una condición atmosférica que requiere del método de microaspersión y de ventiladores para refrigerar efectivamente al animal. La otra situación de alto riesgo es aquella en la que predomina el viento del este-noreste, que viene cargado de humedad. En este caso, hay que evitar los aspersores y usar ventiladores. Finalmente, la tercera situación, la menos estresante, es aquella en que, durante el día, la temperatura máxima está por encima del umbral pero, durante la noche, la mínima está por debajo del umbral, lo que le permite al animal recuperarse. Aquí puede ser suficiente implementar sombras durante el día”, explica.
Determinar con qué frecuencia se produce cada una de esas tres condiciones atmosféricas estresantes es una de las líneas futuras de investigación: “Ese dato es crucial para que el productor tambero decida si se justifica o no invertir en una u otra medida de mitigación”, observa Gassmann.
Asimismo, profundizar el estudio de las tres condiciones que llevan a situaciones de estrés podría brindar una herramienta pronóstica: “Se podría advertir a los productores con suficiente anticipación para que implementen la técnica más adecuada”, considera Goldberg.
Actualmente, las investigadoras están abocadas al análisis de los efectos del estrés térmico sobre la calidad de la leche: “Eso es lo que fija en gran parte el precio pagado al productor”, justifica Denegri.
Fuente: Publicado en La Nación el 22/06/2009