Encuesta sobre violencia de género en Exactas

El Programa por la Igualdad de Género de la Facultad GenEx presentó públicamente la primera encuesta sobre violencia asociada al género que se realiza en la institución, y que involucra a estudiantes, docentes y no docentes. Durante la actividad, especialistas en el tema aportaron su análisis y reflexión.

5 de junio de 2019

El programa GenEx por la Igualdad de Género de la Facultad de Exactas realizó una encuesta en 2018 con el objetivo de conocer las manifestaciones de violencia de género en la comunidad de esta institución, cuyos resultados fueron presentados en público el 17 de mayo con una mesa de especialistas. “Es una encuesta que invita a reflexionar sobre las situaciones de violencia que se viven cotidianamente y, además, la idea era difundir este programa de la Facultad”, abrió la actividad Ana Quaglino, coordinadora de GenEx, y secretaria adjunta de Extensión, Cultura Científica y Bienestar, de Exactas-UBA. De la mesa participaron Ana Laura Martín, coordinadora de la Comisión No a la Violencia de Género de Filo-UBA; Graciela Morgade, decana de Filo-UBA, y Vanesa Vázquez Laba, responsable de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la Universidad Nacional de San Martín.

Para la encuesta se trabajó con las bases de datos de estudiantes, docentes, no docentes y graduados de la Facultad. Cada persona recibía un link y podía completarla una única vez, en forma anónima. También se entregaron formularios en papel para quienes no cuentan con acceso a internet. La encuesta se envió a 22.800 personas; y fue respondida por 2.214, alrededor de un 10% del total.

Del total de respuestas, 54% fueron mujeres, y 44,7%, varones. Un porcentaje menor correspondió a las personas que se categorizaron como “otrx”. En relación a las edades, la población mayoritaria se encuentra entre los 18 y 33 años. En cuanto a los claustros: respondieron 1000 estudiantes, 470 docentes, 84 no docentes, y 830 graduados; cerca del 20% fueron estudiantes; 26%, docentes; 18%, no docentes, y 8%, graduados que fueron convocados a participar (alrededor de 11.500).

“El 32% de los varones marcó que vivió alguna de las violencias. En cambio, entre las mujeres, los valores se invierten: casi el 70% percibió algún tipo de violencia”, afirmó Quaglino. En cuanto a las personas que marcaron “otrx”, 28 (43%) indicaron que vivieron alguna situación de violencia. Los datos relevantes de la encuesta estarán presentados en el sitio web de GenEx en los próximos días.

Las violencias relevadas

Quaglino enumeró los tipos de violencia de género que figuraban como ítems a marcar en la encuesta: comentarios o acciones que subestimen o menosprecien la capacidad de la persona para realizar alguna tarea por su condición de sexo, género u orientación sexual; lenguaje sexista y discriminatorio; imágenes de contenido ofensivo; sobrecarga de tareas por sexo género u orientación sexual; maltrato verbal; mensajes virtuales ofensivos; comentarios sobre vida sexual y orientación sexual; miradas insistentes, morbosas o intimidatorias; saludos incómodos o sexistas, citas de tipo sexual; contacto físico no deseado; cambiar de lugar por acoso sexual; obligación a realizar favores sexuales; temor o limitaciones a circular por sexo, género u orientación sexual; amenazas para realizar actos sexuales; violencia o maltrato físico por condición de género; forzamiento a tener relaciones sexuales.

Un total de 811 mujeres marcaron haber vivido alguna de esas violencias. Unas 313 de ellas, más del 25%, señalaron los comentarios que subestiman y menosprecian, y el lenguaje sexista o discriminatorio, de contenido ofensivo. También, las miradas insistentes, morbosas o intimidatorias, saludos incómodos o sexistas y, por último, el temor a circular por los espacios de la Facultad.

Respecto de los varones, 314 respondieron que percibieron algunas de las violencias; las más señaladas fueron el lenguaje sexista o discriminatorio e imágenes de contenido ofensivo. En menor medida, marcaron el temor a circular por los espacios de la Facultad. Entre las personas que marcaron “otrx”, 12 de ellas indicaron los comentarios que menosprecian y subestiman, el lenguaje sexista o discriminatorio, y las imágenes de contenido ofensivo.

Quaglino resaltó que, mientras un 38,2% de las mujeres señalaron haber vivenciado comentarios o acciones que subestiman o menosprecien su capacidad para realizar alguna tarea por su condición de sexo, género u orientación sexual; un 44,3% indicaron haber recibido miradas insistentes o intimidatorias, y un 27,4% haber sentido temor a circular por los espacios de la Facultad. “Es notoria la diferencia de porcentajes con los varones: 9,2%, 11,8% y 2,5%, respectivamente”, remarcó, y agregó: “Si se observa quiénes son las personas que están ejerciendo esas violencias, vemos, en general, una mayoritaria proporción de varones, por lo menos a los ojos de quienes viven esa violencia”.

En la encuesta, se preguntó si se conocía el programa GenEx, y si se sabía que este cuenta con herramientas para intervenir y asesorar en violencia de género. El 50,5% respondió que no conocía el programa, y el 64%, que no conocía las herramientas del programa para asesorar e intervenir.

Encuestas en Filo y en UNSAM

En Filosofía y Letras se realizó una encuesta similar en 2017, y casi el 80% de quienes la contestaron fueron mujeres. Al respecto, Ana Laura Martín, investigadora en Filo-UBA, destacó: “Resulta auspicioso que en Exactas la encuesta haya logrado interpelar a una población más amplia en términos de género. Tiene que ver con el trabajo que viene realizando el programa GenEx”.

Y agregó que, en estas encuestas “se observa que, así como lo afirma Mariana  Palumbo en su libro, las mujeres son quienes mayoritariamente viven situaciones de violencia. Y este dato atraviesa a la población general de mujeres, sin distinción entre claustros”.

También destacó la adhesión del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) a la ley Micaela, lo cual evidencia que “las políticas de género pueden ser parte de las políticas universitarias”. La ley Micaela, sancionada en 2017, establece la capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado.

Martín se refirió a las críticas que a veces se reciben y que cuestionan los protocolos por ser considerados instancias de denuncia, o se duda de la utilidad de los procedimientos administrativos. También han recibido comentarios como: “no es para tanto”, “esto sucede en todas partes”, entre otros. “Esto se puede denominar ‘ignorancia estudiada’, es conocer que se está transitando por un carril discriminatorio o violento, pero se guarda una porción de privilegio para seguir ejerciéndolo porque el contexto lo permite”, sostuvo Martin.

Por su parte, la socióloga Vanesa Vázquez Laba, responsable de la Dirección de Género y Diversidad Sexual de UNSAM, donde también se realizó una encuesta en 2017, señaló: “Una encuesta de estas características sirvió a la UNSAM para modificar sus políticas institucionales”.

Y prosiguió: “Una encuesta muestra un fenómeno social, ya no trabajamos con casuística, tenemos datos, y vemos que hay un 10% de la población de Exactas que fue interpelado y respondió esta encuesta”.

Lo cierto es que los  datos confirman la casuística y permiten discutir políticas institucionales. “No les pasa a dos o tres, sino que es un fenómeno que está sucediendo en esta Facultad”, subrayó Vázquez Laba.

Y agregó: “Es importante implementar políticas institucionales para poder prevenir la violencia de género, que es un fenómeno social y un problema institucional, y hace a nuestros derechos. Tales políticas significarán una mayor calidad de vida para las mujeres y las identidades no hegemónica, y una mejor calidad de trayectoria académica-universitaria para todes (varones incluidos)”.

Asimismo, Vázquez Laba destacó: “El objetivo no es punitivista, ni se busca obstaculizar los vínculos afectivos. El desafío es trabajar desde la pedagogía, porque somos instituciones pedagógicas, creemos en la transformación de las subjetividades  y consideramos que las prácticas violentas son aprendidas, y no naturales”.

Según la especialista, la encuesta realizada en UNSAM fue importante para que las autoridades se dieran cuenta de que la violencia de género es un fenómeno social, un problema institucional, y que se necesitan políticas institucionales para transformarlo.

La primera universidad que estableció un protocolo contra la violencia de género fue la del Comahue, en 2014, luego lo fueron haciendo otras universidades,  y hoy poco más de la mitad del sistema universitario cuenta con protocolos de intervención para violencia de género y discriminación por orientación sexual, estos articulan con los regímenes existentes: no sanciona por sí mismo. “Por otra parte, en el CIN se aprobó discutir los programas de estudio, y este es un compromiso que tenemos que asumir todos”, recalcó Vázquez Laba.

La idea es hacer que la perspectiva de género se incorpore a los programas de las distintas carreras. “Estas cuestiones tienen que ver con ciudadanía, con derechos humanos, los derechos de las mujeres y de la gente no binaria”, disparó la especialista.

Por último, la decana de Filo-UBA, Graciela Morgade, se sumó a la valoración del programa GenEx, y destacó que los datos cuantitativos permiten saber de qué estamos hablando cuando se habla de violencia de género.

Morgade hizo referencia a dos polos en tensión. Por un lado, la posición de #YoTeCreoHermana, “que es una posición política: creemos a quienes denuncian, porque históricamente debimos responder y reaccionar frente a los discursos que pretendían culpabilizar y responsabilizar a las propias víctimas”. El otro polo de tensión, según Morgade, es la suposición de que dar crédito sea sinónimo de que el perpetrador sea culpable.

“Uno de los grandes desafíos institucionales es que el ‘yo te creo hermana’ no se transforme en escrache y en condena, debe existir una mediación institucional para determinarlo. La idea es hacer algo que no necesariamente sea el escrache, la condena inmediata o la sanción. El escrache termina siendo la respuesta individual o de un colectivo frente a la impunidad por falta de Estado”, explicó la especialista.

Ante una situación de violencia de género, “¿qué se espera que se haga?”, se preguntó. En un extremo, están las herramientas punitivas. En el otro, la idea de que no se puede hacer nada. “En el medio necesitamos una redefinición de las herramientas normativas de la institución universitaria para trabajar en esta dirección”, recalcó Morgade.

Y destacó: “Es una buena decisión seguir apoyando el proyecto de Exactas, profundizar su alcance, y diversificar las formas que tenemos de colaboración institucional”.

Morgade finalizó diciendo: “Si pensamos construir una universidad inclusiva, esta debe devenir feminista. Pero devenir feminista es un proceso con resortes y mecanismos institucionales. El derecho a la educación superior debe ir de la mano de una universidad inclusiva, democrática y feminista”.

Susana Gallardo