
El robot que se hace empresa
Lo que se inició como un desarrollo a pedido de la Policía Federal, ahora se convirtió en Robots del Sur, una sociedad anónima nacida de la incubadora de empresas de Exactas, que ya cuenta con un inversionista y plan de negocios. La secretaria adjunta de Investigación, Laura Pregliasco, habla de esta nueva experiencia de transferencia tecnológica.
Konabot es el nombre de un robot de manipulación e inspección de explosivos, desarrollado en hardware y software por el Grupo de Inteligencia Computacional Aplicada a Robots (ICAR) del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Nació a partir de una licitación por exclusividad a la que la Facultad accedió para proveer de un prototipo de estas características a la Policía Federal Argentina.
Pero Konabot es sólo una parte de esta historia, el elemento emergente de un emprendimiento encabezado por el computador Juan Santos y que se viene incubando en la Facultad desde el año 2003. Este emprendimiento, que ya tiene nombre de empresa –Robots del Sur S.A.– se convirtió en el segundo spin off de la incubadora de Exactas; y, por lo tanto, en el segundo emprendimiento que sobrevivió a las instancias de pre-incubación y de incubación para poder convertirse en empresa.
Laura Pregliasco, secretaria adjunta de Investigación de la Facultad desde 2006 y quien está al frente de las actividades de vinculación y transferencia tecnológica, de las cuales Incubacén forma parte, habló con el Cable y analizó los resultados y aprendizajes que supusieron estos años de trabajo.
-¿De qué manera se consolidó la conformación de esta empresa como spin off a partir de un emprendimiento en incubación?
-Una vez que fue entregado el Konabot a la Policía Federal, se profundizó el trabajo tendiente a evaluar las posibilidades reales que podía tener una compañía en desarrollos de robótica para sobrevivir bajo las leyes del mercado real, sin el financiamiento exclusivo del sector público. Esto conllevo una considerable inversión en tiempo y recursos por parte de la incubadora, hasta finalmente arribar a un plan de negocios que permitiera verificar las posibilidades reales de conformar una compañía rentable, capaz de generar fondos para mantener planes de desarrollo, innovación y comercialización.
-¿Cómo fue la decisión de pasar de proyecto incubado a empresa?
-Lo que sucedió fue que se aceleraban los tiempos para definir si la Facultad asumía el compromiso de hacer un nuevo desarrollo para la Policía Federal, y vendía el robot directamente, sin licitación de por medio, o si se creaba una compañía de base tecnológica.
-La adquisición del robot por parte de la Policía no fue entonces por licitación.
-No, fue por compra directa: el proveedor era la Universidad de Buenos Aires, un organismo estatal, lo que facilitó mucho las cosas porque no había competencia con otras empresas.
-¿No convenía participar como Facultad nuevamente, dado que la venta estaba asegurada?
-No, sobre todo para un proyecto que estuvo en incubación por más de cinco años con un producto, porque hay que tener en cuenta que las tecnologías de punta como las que se utilizaron en su momento en el Konabot, rápidamente pierden novedad y, consecuentemente, valor si no se invierte en su superación de forma constante. Además, ya hay varios robots similares en el mercado con características más novedosas, lo que debilitaría las posibilidades de competencia del Konabot. Esto es importante porque todavía estamos en un momento en que no hay ninguna compañía latinoamericana que esté haciendo este tipo de producto y si entrábamos con la compra vía Facultad, hubiera sido necesario perder cerca de un año realizando la producción, lo que hubiera retrasado la constitución de la empresa.
–Robots del sur estará constituida por el emprendedor, que es Juan Santos, y un inversor. ¿Por qué fue necesaria la incorporación de un socio con capital?
-Porque una empresa de fuerte base tecnológica, como lo es ésta, requiere inversiones importantes si pretende competir en el mercado con posibilidades reales, y también porque en este tipo de emprendimientos la rentabilidad suele ser de márgenes bastante pequeños. Ya se hizo bastante inversión pública en este desarrollo y creemos que el proyecto estaba maduro como para que algún empresario tomara el riesgo.
-¿Cómo se llegó al actual inversor?
-Buscábamos un empresario que verdaderamente quisiera invertir en mejorar este prototipo, y hacer un buen desarrollo del negocio tratando de conquistar mercados internacionales. Este no ha sido el primer inversor con el cual se ha intentado llegar a un acuerdo, muy por el contrario: hemos rechazado otras ofertas que, si bien podían resultar económicamente más ventajosas, no garantizaban un buen uso de la tecnología objeto del emprendimiento.
-¿Incubacén funcionó como mediador?
-Así es. Además, como disponíamos de algunos fondos, los utilizamos en buscar asesoramiento externo de especialistas en acuerdos societarios y en formas de contratación, y evaluamos los posibles riesgos para el emprendedor.
-¿Cuál es el principal objetivo de Incubacén ante la conformación de un spin off?
-Conseguir establecer las condiciones para que esta incubadora tenga sentido, y esto representa las condiciones mínimas para lograr la transferencia del conocimiento en la constitución de la sociedad de tal manera que garanticen algún retorno a la sociedad, del costo que ha tenido realizar el desarrollo; por ejemplo, que produzcan bienes o servicios que sustituyan importaciones, que exporten, que generen puestos de trabajo calificado.
-¿Qué condiciones puso la Facultad a la nueva empresa?
-Son varias, todas por dos años. La empresa deberá funcionar en el país durante ese lapso haciendo investigación y el desarrollo. Se deberá invertir cien mil dólares en investigación y desarrollo para el producto Konabot. Se estableció una preferencia por la contratación de egresados de Exactas. No puede adicionarle al robot ningún elemento con fines de daño a terceros. Debe comercializarse desde la Argentina. La empresa asumirá, a su vez, las responsabilidades que aún pesan sobre la Facultad respecto a la garantía del robot que se vendió a la Policía. También tendrá que pagar el cinco por ciento de todos lo créditos y subsidios que esta incubadora los ayude a conseguir y se compromete a pagar el uno por ciento de la facturación bruta de la venta del producto Konabot.
-¿El uno por ciento es una cifra razonable para estos casos?
-Muchos investigadores de la Facultad consideraron que era poco, y la gente que trabaja habitualmente en la construcción de este tipo de empresas se sorprende y no entiende cómo les pedimos tanto. Es un tema de criterio, porque hoy el valor comercial de este emprendimiento tiene muy en contra el hecho de que no cuenta con recursos y tiene cero contratos, con un producto que será necesario instalar en el mercado, por lo que estamos hablando de un valor potencial. De todas maneras, las actividades de transferencia se evalúan a partir de la relación entre costo y beneficio, y nosotros creemos que, en este balance, el beneficio social es tener una empresa nacional de base tecnológica que invierta en tecnología y pueda contratar gente de la Facultad es importante.
-¿Y cuáles son las ventajas que obtiene el inversor?
-Nosotros ofrecemos darles condiciones óptimas para el arranque: garantizar que no vamos a competir con un producto similar desde la Facultad; ofrecerles que, luego de dos años, si cumplen con todas las imposiciones, los registros de patente de propiedad industrial quedarían a nombre de Robots del Sur.
-Aparte de plata, ¿qué pone el inversor?
-El plan de negocios mejorado, datos concretos de un mercado difícil, experiencia en comercialización y gerenciamiento, por ejemplo. Como en estos emprendimientos es difícil de evaluar el mercado porque se trata de imponer un nuevo producto y no de competir, el plan más completo lo logramos realizar a partir de la incorporación del inversor, que accede a fuentes de información complementarias.
-¿El Konabot está registrado a nombre de la Facultad?
-El robot es una suma de partes bastante compleja, tanto de software y como de mecánica, pero en ningún momento de su desarrollo en el ICAR se solicitó ningún registro de propiedad intelectual. Como la situación estaba planteada de esa manera, la Facultad lo que hizo fue una cesión de uso exclusivo del Konabot a esta compañía con fines de explotación comercial.
-¿Eso pondría en riesgo la investigación que se pueda hacer en la Facultad a partir del Konabot?
-El contrato de ninguna manera establece condiciones o limitaciones para la investigación o la docencia utilizando partes del robot. Esto fue una preocupación de los becarios que están trabajando en el grupo. Al respecto, si de acuerdo a las consultas que estamos haciendo con especialistas en propiedad industrial surgiera que existe la necesidad de preservar de manera explícita alguno de los componentes del robot para uso en investigación o en docencia esto se va a incluir como un anexo en el contrato.
-¿Y qué pasa con la posibilidad de desarrollar otro robot?
-Lo que no sería posible es hacer otro Konabot para explotarlo comercialmente, porque, justamente, estamos intentando favorecer el desarrollo de la nueva empresa, que es el cometido de la incubadora. Sí, en cambio, es posible desarrollar cualquier otro tipo de robot.
-¿Están conformes con el acuerdo de transferencia?
-Estamos conformes por iniciar este camino. Creemos que es un buen comienzo. Es posible que haya muchas soluciones mejores para esta transferencia, pero en la Secretaría estamos convencidos de que hicimos un trabajo innovador, porque no existen antecedentes de este tipo de acuerdos en la UBA y de que peleamos muy duramente por las condiciones que creíamos justas para garantizar una devolución de la inversión pública en beneficios. Y, para estas situaciones, también es importante tener en cuenta que Incubacén, si bien es reconocida como modelo en el ámbito universitario, está en un proceso de aprendizaje que se da en el trabajo cotidiano.
-En muchas oportunidades, el conocimiento generado en la universidad pública se fuga a la actividad privada. ¿Considera que las incubadoras pueden impedir esas situaciones?
-Todos sabemos que gran número de investigadores de esta casa han visto la oportunidad de hacer un negocio y se han ido con el conocimiento que se elaboró a partir de lo que ellos estudiaron y fue financiado por la universidad pública. Yo creo que es importante destacar que, a raíz de la vinculación con la incubadora y, además, por valentía propia, el emprendedor decidió hacer las cosas de manera institucional, como rara vez sucede. La decisión fue la de irse con un producto pero con ciertas condiciones que establecen una devolución a la Facultad misma y, por lo tanto, a la sociedad. Juan Santos, tanto como cualquier miembro de su equipo, se podría haber ido solo a fabricar Konabots, pero decidió someterse a ciertas pautas. Este proceso puede ser perfectible, pero es importante para demostrar que es posible para que otros investigadores sepan que pueden seguir este camino.
-¿Cuál considera la potencialidad principal de la incubadora de Exactas?
-Tenemos en este momento dos spins off. El primero fue e-met, meteorología de avanzada, que ya está facturando y ahora otro con buenas posibilidad de hacerlo, que es Robots del Sur. Pero además tenemos siete proyectos en incubación y ganamos un importante reconocimiento a nivel regional; todo en muy poco tiempo. Creo que el factor determinante es que en Exactas tenemos una gran masa crítica y que la capacidad creativa que tiene nuestra comunidad es enorme, aún para desarrollar herramientas novedosas.
Fuente: El Cable Nro. 698