El largo camino a la normalidad

En septiembre pasado, tras de un allanamiento por parte del Servicio Penitenciario Federal, se vio afectada seriamente la actividad del CUD, pilar del Programa UBA XXII de educación en cárceles. Tras una larga disputa que involucró activamente a Exactas, la actividad pudo encauzarse, aunque no todavía de manera completa.

14 de septiembre de 2011

El programa UBA XXII de educación en cárceles tiene presencia en los penales Devoto, Ezeiza y Marcos Paz. Pero el Centro Universitario de Devoto (CUD) es el espacio insignia del Programa, un lugar único donde no ingresan las fuerzas de seguridad y la gestión interna está a cargo de los propios internos estudiantes.

Algo cambió desde fines del año pasado. Ese oasis universitario dentro del Servicio Penitenciario Federal ya no es lo que era. En septiembre de 2010, ante inespecíficas “razones de seguridad” y sin aviso previo a la UBA, agentes penitenciarios ingresaron al CUD, lo allanaron, y de manera unilateral fueron suspendidas las clases durante dos días. Se desalojó a los estudiantes residentes del Centro, hubo traslados compulsivos de internos estudiantes a otros penales y la decisión respecto de las actividades extracurriculares fue tajante: se suspendieron, entre ellas los cursos de computación que tiene a su cargo Exactas desde hace más de dos décadas y que representan el 80 por ciento de concurrencia al CUD. Los cursos tienen un conflictivo valor agregado: están abiertos a toda la población carcelaria, no solo a los estudiantes de las carreras de la UBA.

La tensión entre el Servicio y el CUD nació con la llegada misma de la UBA al penal de Devoto, hace unos 25 años, y así lo reconocen los responsables del Programa UBA XXII, que adjudican la situación de septiembre a “un recrudecimiento de los obstáculos que históricamente pusieron las autoridades y agentes del SPF para el normal funcionamiento de las actividades de Universidad en la cárcel”, según indicaron en una solicitada a fines del año pasado.

Las clases relativas a las distintas carreras (derecho, económicas, sociología, letras y psicología) pronto volvieron a la normalidad y los alumnos pudieron ocupar nuevamente las aulas del CUD, pero nada cambió para los cursos y talleres extracurriculares. Nair Repollo es la coordinadora de las actividades de Exactas en UBA XXII y es a quien le tocó pelear de cerca por la vuelta de los cursos. “En septiembre no sólo suspendieron la bajada de los internos no universitarios al CUD sino que nos sacaron todas las máquinas del aula de computación”, relata Repollo. Después de una fuerte presión conjunta llevaba a cabo por los coordinadores de todas las facultades, las autoridades penitenciarias prometieron normalización y en diciembre devolvieron las computadoras. “Si bien festejamos, nada me hacía ilusionar de que en marzo tuviéramos clases normalmente, así que en febrero empezamos a presionar al Servicio y al rectorado de la UBA para que hubiera definiciones”, indica la coordinadora. A principios de este año cambiaron las autoridades del SPF y a fines de julio se consiguió una reunión con todos los coordinadores de la UBA. Repollo destaca que “hubo que luchar mucho para destrabar la situación y para eso fue fundamental la presión que ejercieron las autoridades de Exactas. Logramos abrir un canal de diálogo para empezar a ver una salida”.

Hasta mediados del año pasado, el CUD era un lugar abierto a toda la población del penal interesada tanto en una carrera universitaria como en un curso extracurricular. Los internos podían “bajar” al Centro y permanecer varias horas, aprovechar la biblioteca, la asesoría letrada, la asesoría de ayuda social, la cocina, los teléfonos públicos y hasta un patio diminuto pero con un poco de sol. “Ahora no pueden bajar a limpiar, a cocinar, se perdió la vida del CUD”, reflexiona Repollo.

Víctor Hortel es el civil designado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación al frente del SPF desde principio de año, y a partir de su gestión comenzaron a encauzarse la actividades. De acuerdo con su compromiso inicial, se garantizarían los talleres. Según relata Repollo, “Hortel visitó hace pocos días el CUD y pidió a las autoridades del penal, adelante de los coordinadores presentes, que destraben la situación y abran el lugar a toda la comunidad. Es un buen comienzo, pero ahora hay que pelearla día a día porque el retroceso fue muy significativo y las trabas aparecen a cada paso”. A partir de la primera semana de septiembre los alumnos empezaron a volver a los talleres. De los 35 alumnos por día que tomaban cursos de computación hace un año, hoy no llegan a 15. A diferencia del funcionamiento histórico del CUD, apenas terminan las clases se los llevan, ya no pueden permanecer en las instalaciones. Con prudencia ante la situación, Repollo destaca que “es necesario la restitución de todas las actividades del CUD, si los pibes no viven la vida universitaria ahí adentro se pierde buena parte del sentido del centro. Los internos que ahora empezaron a bajar creo que van a ayudar con su presencia y con su compromiso para que esto vuelva a ser lo que era”.

Más sobre el programa
Para más información sobre la actividad de Exactas en UBA XXII, consultar en exactas.uba.ar >> Extensión > Extensión > UBA XXII.

En el perfil de la Facultad en la red Vimeo puede verse un corto documental que retrata la vida cotidiana en el Centro Universitario de Devoto con anterioridad al conflicto desatado en septiembre de 2010: www.vimeo.com/exactas.

Fuente: El Cable Nro. 780

Armando Doria