El asombro cotidiano de la ciencia

Desde hace once años, Nora Bär edita “Ciencia y Salud” en el diario La Nación, una sección ya clásica del periodismo nacional que se distingue por incluir la actualidad más variada de la ciencia nacional. Recientemente distinguida por la UBA con un premio a la trayectoria, Bär habló con el Cable acerca de su visión de la noticia científica y el futuro de la ciencia en los medios.

15 de diciembre de 2011

La redacción del diario La Nación es amplia y luminosa, con decenas de escritorios uno al lado del otro, con televisores reproduciendo canales de noticias, con diarios, revistas, libros y papeles apoyados donde haya superficie libre. A las dos de la tarde todavía es un lugar tranquilo, sin la fiebre que empieza a la tardecita, cuando el horario de cierre está más cerca. Desde su escritorio, Nora Bär, la responsable de la sección Ciencia y Salud del diario, pide un momento antes de comenzar la entrevista porque necesita contestar un mail. “Es Daniel de Florián, le estoy preguntando si sabe cuándo podrá haber algún avance de lo de mañana”, explica. Daniel de Florián es físico y está en estos momentos en Suiza, trabajando en los resultados del megaexperimento del CERN, la ya famosa “Máquina de Dios”, que se darán a conocer al otro día por la mañana. Y Nora Bär también está esperando, expectante. ¿Va a haber bosón de Higgs mañana?, le pregunta este cronista. Responde un “no sé, no sé…” cargado de ansiedad. “Me parece que vamos a tener una nota interesante, eso seguro. Es notable lo que está pasando, se percibe en el aire que hay mucho interés, mucha agitación mundial con el tema. Twitter es algo así como un estetoscopio, y medio mundo está twitteando sobre el bosón: hay apuestas, uno pregunta si hay algún alto físico del CERN en Londres, circulan pedidos de números de teléfono de especialistas… Es increíble el interés que despertó”.

No por nada la Universidad de Buenos Aires le acaba de entregar a Nora Bär el premio a la trayectoria periodística: fue una de las pioneras del periodismo científico nacional y ya lleva once años editando una sección diaria sobre ciencia en un diario de tirada nacional. Ergo, la trayectoria avala su intuición: “Si me pedís que anticipe el título de mañana sobre el tema, te diría que va a ser algo así como ‘Encuentran evidencias de la partícula de Dios’. Me da esa impresión. Los físicos argentinos que consulté dicen que tampoco saben bien qué se informará en la conferencia de prensa convocada por el CERN, pero hay algo que me dice que la cosa va por ahí”, comenta Bär y da más explicaciones: “Después de tanto tiempo de estar leyendo y viendo cómo fluyen las noticias en los medios masivos, uno desarrolla un sexto sentido. Es más, a veces, por no hacerle caso a mi corazonada, meto la pata. Por ejemplo, puedo hacer un análisis muy racional y explicarme que un tema es más importante que otro, pero hay algo en mi interior que me dice ‘éste es el que debería publicar’. En esto no soy nada racional” afirma para corregirse al instante: “No, en realidad es una racionalidad muy incorporada a través de los años”.

– ¿La experiencia no te hace perder el asombro?

– Para nada, para nada. Y es un claro ejemplo de que la ciencia tiene la capacidad de volvernos a nuestra niñez, permitirnos el asombro frente al mundo que nos rodea. Pasa el tiempo y eso no lo pierdo, los descubrimientos científicos me siguen dejando con la boca abierta. Hay un asombro genuino frente a la realidad y a la posibilidad de entender procesos que habitualmente están vedados para el público no especialista.

– ¿Cómo conjuga el asombro con su tarea profesional de editora de sección?

– Por supuesto que uno trata de no guiarse por una fascinación pasajera de aquello superficial que no sea más que un título atractivo, porque me parece que eso atenta contra la posibilidad de establecer un vínculo de lealtad con el lector. Uno tiene que caminar por ese filo de publicar lo que es importante y, a la vez, lo que despierte interés. Si sólo nos remitimos a lo importante, puede ser un ladrillo que espante al lector, y si nos quedamos con lo superficial y pasajero no es posible construir. Cuando uno sale a pescar, tiene que combinar los dos intereses.

– ¿Considera que los lectores del diario también se inclinan finalmente por los temas de mayor profundidad?

– Por ahí un buen ejemplo es la edición online del diario. Si bien las notas de ciencia no están en los primeros puestos de las más clickeadas, yo veía que, en cambio, sí eran las más recomendadas por correo electrónico, de acuerdo a unos estudios estadísticos que hizo la empresa durante algunos meses. En un primer momento me pareció paradójico, pero después no tanto, porque empecé a razonar que uno clickea millones de artículos que son de un interés superficial, donde el lector pasa raudo, sin detenerse más que en el título. Pero cuando uno se siente estimulado por lo que lee, se queda con eso, lo recomienda.

– ¿Se consigue habitualmente cumplir ese objetivo?

– Creo que hay productos que incluyen ciencia, hay programas de televisión y hasta un canal público, el tema es que quizás no tengan un rating como el esperable. Creo que muchas veces puede haber una falla nuestra, de los periodistas: hay que encontrarle la vuelta de cómo mostrar lo importante de una manera entretenida, descubrir el camino de comunicación con el gran público. Y no es menor el hecho de que la mayor parte de la población no accede a niveles de formación básica que les permita comunicase libremente con los conceptos básicas de la ciencia, pero igualmente hay una fibra que es posible tocarla para cautivar al que está del otro lado, tiene que ser el lenguaje de las historias que uno le cuenta a los hijos. Lo logró Carl Sagan con la serie “Cosmos”, que fue revolucionaria y todavía es recordada.

– ¿Y cómo puede ser que en más de 30 años no haya habido otra experiencia de la potencia de “Cosmos”?

– Es que se va a lo seguro, no se quiere arriesgar, las empresas van a lo más lógico dentro de lo que se juega en este tipo de negocios.

– Más allá del interés que puede haber de parte del público, es muy concreto el crecimiento de la investigación científica en todo el mundo occidental en las últimas décadas, y eso no está acompañado por crecimiento de las secciones o suplementos de ciencia en los medios gráficos. ¿Usted también lo percibe?

– Por supuesto, es así y pasa en todos lados. La lógica de que no hay espacio para la ciencia por cuestiones comerciales me parece una falacia. ¿Qué es lo que la gente quiere leer? Hasta que no lo conoce, la gente no sabe que puede querer algo. Si nos regimos por el ranking del clickeo, que para mí es completamente distorsionado, estamos en problemas. Creo que se debería hacer un verdadero estudio para saber hasta qué punto no interesa la ciencia. ¿Qué pasaría si hubiera un buen programa de ciencia en horario central en un canal comercial? Eso no se hizo jamás, no lo podemos saber.

– Ciencia y Salud fue desde sus comienzos una sección fija, algo bastante particular, no sólo para los diarios de hace once años, también para el panorama actual. ¿Cómo fue la experiencia de desarrollar la sección?

– Fue un trabajo muy duro armarla. Cuando comenzamos, el diario La Nación nunca había tenido una sección diaria de esta temática. Durante varios meses no pudimos meter ni una noticia en tapa, eran temas que sonaban muy raros para el entorno informativo de las reuniones de tapa. “¿Y esto qué es?”, me decían mis colegas. La mayor parte de los temas no les llegaban a parecer interesantes en absoluto. Hoy, después de once años, hay notas que salen en tapa, y eso lo considero un verdadero logro, no venía siendo nada habitual. Imaginate que en reunión de tapa traían noticias de un ministro que renunciaba, un choque de un colectivo, un triple crimen y yo aparecía proponiendo una noticia de ciencia… A todos les sonaba ajeno. Once años más tarde ya no me miran raro, incluso me hace preguntas sobre lo que presento. Hubo un aprendizaje mutuo, de parte nuestra para acomodarnos más a lo que es la formalidad de la noticia de diario, y de parte de los colegas para ir incorporando el significado periodístico de la ciencia.

– En la sección suele publicar notas duras o sobre temas de investigación básica, que son toda una particularidad para los grandes medios, casi un reservorio.

– Nuestro esfuerzo está puesto en tratar de equilibrar las notas de salud y las de ciencia, y dentro de estas temáticas abordar la mayor cantidad de disciplinas. Pero, además, me parece fundamental reflejar lo que se está haciendo acá, en nuestro país.

– ¿Lo entiende como una de las funciones propias de los profesionales de los medios de comunicación?

– Pienso que, como periodistas, tenemos el deber de informar lo que está sucediendo en nuestro país en todos los niveles. Y en ese contexto también está la actividad científica, que estos últimos cinco años creció de una manera impresionante. Parte del derecho de los ciudadanos a la información es saber qué se está investigando, de qué temas se está ocupando la comunidad científica, qué avances se dan.

– Como acaba de mencionar, la actividad científica creció fuertemente en los últimos años, hay más investigadores, más centros de investigación, más equipos, se está generando más conocimiento. Todo esto no se condice con un crecimiento en el espacio de su sección. Imagino que esto generará una postergación permanente de temas. ¿Es así?

– Por ejemplo, si tuviera más espacio me encantaría sumar una columna semanal con algunos temas de matemática, que es mi debilidad y, a la vez, una disciplina muy difícil de tratar periodísticamente. Pero lo más concreto es que tenemos una deuda de cantidad, podría publicar mucho más de lo que publico todos los días. Hace once años, empezamos con el 70 por ciento de una página. Más tarde la sección se redujo a media página y ahora, incluso, hay algunos días en que no tenemos página. Van quedando notas por el camino de manera permanente, temas que muchas veces es difícil retomarlos. No hay espacio para todo, me siento en deuda permanente con la información científica.

El premio de UBA
El pasado 7 de diciembre, la Universidad de Buenos distinguió a Nora Bär con el premio a la trayectoria periodística en contenidos educativos. “Me emocionó muchísimo el premio porque tengo con la UBA una deuda de gratitud: yo estudié en la UBA, mi hermano se recibió en la UBA, los científicos de la UBA me reciben siempre, me dan su tiempo, me explican”, destaca la periodista y agrega con una sonrisa: “Además, habiendo sido una alumna de la UBA que no terminó la carrera, sentí que me terminaban de aprobar”.

Fuente: El Cable Nro. 789

Armando Doria