
Desarrollan fármacos por métodos “limpios”
Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA sintetizan compuestos de uso farmacológico con métodos más económicos que los tradicionales. Ahorran energía y no son contaminantes.
Dos compuestos farmacológicos y un bactericida de amplio espectro fueron desarrollados mediante métodos no contaminantes en laboratorios de la Universidad de Buenos Aires. Uno de ellos ya cuenta con una patente, y los otros dos están en camino de obtenerla.
La producción de sustancias de uso farmacológico implica, por lo general, el uso de condiciones drásticas de reacción y reactivos tóxicos y muy contaminantes. Además, el compuesto deseado muchas veces viene acompañado de productos secundarios cuya eliminación requiere de un cuidadoso tratamiento de efluentes. En cambio, si se usan enzimas, que son muy selectivas y requieren condiciones suaves de reacción, el producto se obtiene con alto grado de pureza. Se logra así una producción económica y amigable para el ambiente.
“El uso de enzimas para la síntesis química comenzó hace unos veinte años y hoy se encuentra muy difundido en todo el mundo debido a que, entre otras ventajas, las enzimas se pueden volver a utilizar varias veces y, cuando hay que desecharlas, como son biodegradables, no resultan contaminantes”, afirma la doctora Alicia Baldessari, investigadora del Conicet y profesora en el Departamento de Química Orgánica de la FCEyN.
Uno de los compuestos producidos en el laboratorio que dirige Baldessari es el cloruro de lapirio, conocido antiséptico y desinfectante. Se emplea en formulaciones para la asepsia de quirófanos, el tratamiento de heridas y quemaduras, así como en productos de higiene personal. Este compuesto cuenta con una patente en trámite, cuyo beneficiario es el Conicet.
Entre los fármacos sintetizados por estos investigadores se encuentra, por un lado, el alfusozin, empleado en el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna, con una patente otorgada. Por otro lado, una serie de compuestos que en el organismo pueden producir dos sustancias activas: un ácido graso omega-3 y la vitamina B6, y que tienen aplicaciones en cosmética y en la industria alimentaria.
Enzimas para todo servicio
En la industria, está muy difundido el uso de enzimas, que pueden provenir de microorganismos, de plantas o de órganos de animales. “Se emplean proteasas y lipasas en formulaciones de jabones y detergentes, para eliminar manchas rebeldes de grasa; de celulasas, para reemplazar la piedra pómez en el stone-washed de los jeans; o de lactasa, que degrada la lactosa y resulta imprescindible para las personas que no pueden digerir ese azúcar de la leche”, ejemplifica Baldessari.
Pero las enzimas no sólo degradan moléculas de grasas, azúcares o proteínas, sino que, también, son capaces de participar en reacciones de síntesis química, es decir, en la unión de moléculas que se combinan para formar compuestos complejos. La función que cumplen es la de catalizar, o sea acelerar reacciones que, de otro modo, tardarían años en producirse. Así pueden reemplazar a los catalizadores metálicos que se emplean en los métodos tradicionales y son contaminantes.
Muchos procesos de síntesis química requieren condiciones de alta presión y temperatura, lo que implica el uso de equipamientos complejos y alto consumo de energía. “Las enzimas ofrecen varias ventajas: son muy selectivas, biodegradables, tienen un costo moderado y pueden funcionar a temperatura ambiente, o a niveles no mayores de 50 grados”, detalla la investigadora.
“La síntesis enzimática representa un avance respecto de la síntesis química tradicional, pues ésta emplea materias primas tóxicas o de difícil manipulación, como podría ser el cianuro”, explica Baldessari. Y agrega: “De este modo se minimiza la producción de desechos tóxicos”.
Por ejemplo, para fabricar en forma tradicional el bactericida cloruro de lapirio, se empleaban solventes muy tóxicos como el benceno y el ácido clorhídrico. La síntesis enzimática, en cambio, permite usar productos menos agresivos. Además, se logra un producto de elevada pureza, pH neutro y con un rendimiento mayor. “Es de un 79%, contra un 55% en la síntesis química tradicional”, asegura la investigadora.
Las enzimas que usa la investigadora son comerciales, y vienen liofilizadas, es decir, en polvo. “Son fáciles de manipular, es como si se agregase sal”, compara. Además, muchas de ellas vienen inmobilizadas en un soporte, lo que facilita la reutilización.
Sacando provecho al máximo de los métodos enzimáticos, el grupo de Baldessari se encuentra abocado a la producción de diferentes compuestos, por ejemplo polímeros biocompatibles para recubrimiento de prótesis en cirugía cardiovascular, como por ejemplo válvulas, que impiden el rechazo por parte del organismo. Los investigadores también trabajan en la producción de derivados de esteroides con actividad hormonal, productos biodegradables con acción insecticida, y monómeros acrílicos útiles en procesos de cementación de pozos petrolíferos.
Esta nueva forma de producir compuestos, que se conoce como química verde, permite combinar eficiencia, economía y cuidado ambiental.
Fuente: Publicado en La Nación el 13/08/2008