
Democracia para siempre
La Facultad organizó, junto con Abuelas de Plaza de Mayo, un festival para celebrar los 40 años de la recuperación de la democracia en la Argentina. El evento incluyó diversas actividades y alcanzó su punto culminante con la decisión de designar el aula 1402 del Cero + Infinito con el nombre de Estela Barnes de Carlotto.
Puede que 20 años no sean nada pero, sin lugar a dudas, 40 años de democracia en nuestro país es mucho. Más aun al considerar que esas cuatro décadas constituyen el período más extenso de libertad política que ha vivido el pueblo argentino a lo largo de toda su historia.
Frente a esa fecha tan significativa que se cumplirá exactamente el próximo 10 de diciembre, la Facultad decidió organizar un jornada con el objeto de celebrar los logros alcanzados y reflexionar sobre los desafíos pendientes. Además, dado que no puede haber democracia sin vigencia plena de los derechos humanos, convocó a participar a la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, como una reafirmación de su compromiso con la memoria, la verdad y la justicia, indispensables para que nunca más se repita la tragedia ocurrida durante la última dictadura cívico militar.
“Desde la Facultad nos parecía importante celebrar este aniversario junto con las Abuelas porque más allá de que pueda haber deudas pendientes resulta de vital importancia reafirmar el valor del sistema democrático frente al resurgimiento de discursos negacionistas en relación al genocidio perpetrado por la última dictadura cívico militar y que, además, directamente rechazan la existencia del Estado, de la educación pública, de la universidad pública, del CONICET y de la importancia de la ciencia para el desarrollo nacional”, sostiene el decano de Exactas Guillermo Durán. Y completa: “Nos parecía una excelente oportunidad para sostener con firmeza todos estos pilares de la democracia, como los derechos humanos, la educación gratuita y la cultura nacional”.
Por su parte, la vicedecana Valeria Levi refuerza: “Estamos en pleno proceso electoral y estamos escuchando muchas propuestas que tienen que ver con una vuelta, no ya a los últimos cinco años, sino una vuelta a tiempos muy oscuros, que discuten cosas tan elementales como si la ciencia y la tecnología son importantes para el futuro, si debe existir o no el Estado, si durante la última dictadura hubo asesinatos, torturas, robo de bebés. Por eso, en esta jornada de memoria pero con mirada hacia el futuro queremos reafirmar que la democracia es la forma de garantizar los derechos de las personas, que existe una profunda relación entre derechos humanos y democracia, y que la facultad siempre estuvo y estará comprometida en esta lucha”.
El festival comenzó a las 17.00 cuando en el aula 1402 del edificio Cero + Infinito se proyectó el documental «El oficio de buscar a Inés», de Anahí Carballido Marzá. La película se basa en el caso de Inés Ollero la joven estudiante de Exactas desaparecida el 19 de julio de 1977, cuando el colectivo 187 en el que viajaba fue detenido en la estación Federico Lacroze por un operativo a cargo de la Marina. El film narra, en detalle, la perseverante y denodada búsqueda de su padre, César, por conocer el destino de su hija.
Entre el público asistente se encontraba Silvia, hermana de Inés. “Me resulta muy emocionante que la Facultad haya decidido sumar la proyección de esta película en este festival. Creo que es un momento histórico del país en el que tenemos que, más que nunca, rescatar toda la lucha de los organismos, de los familiares por la vigencia de los derechos humanos”, sostiene. Y agrega: “Creo que el documental tiene un mensaje de amor por la familia, por el país y por vivir en democracia. Y me parece importante porque, en cierta manera, transmite la sensación de horror que teníamos los que vivimos aquella época y que es tan difícil que los jóvenes actuales la puedan imaginar”.
Una vez finalizada la proyección, que culminó con un cerrado aplauso y lágrimas de emoción en muchas de las personas presentes, llegó el momento de la charla abierta de la presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, acompañada por el periodista Iván Schargrosdsky.
En el marco de una aula colmada de personas, que no solo ocuparon todas las butacas disponibles sino también las escaleras y hasta el piso del lugar, Carlotto comenzó señalando una curiosa coincidencia: “Justo el 22 de octubre, el día de las elecciones, voy a cumplir 93 años”. Y enseguida comenzó a relatar su niñez, cuando para ella cada golpe de Estado significaba que ese día no tenía que ir a la escuela y su papá no iba a trabajar. Pasado el tiempo, estudió, fue maestra, se casó, tuvo hijos y nunca se había interesado en la política. Sin embargo, poco tiempo después de iniciado el golpe del 24 de marzo de 1976, los militares se llevaron a su marido. “Él tenía militancia radical, pero nunca lo habían tocado. Estuvo secuestrado por 25 días. Lo torturaron. Estaba enfermo, y se enfermó más. Yo creo que prácticamente le costó la vida”, se lamentó.
Poco tiempo después se llevaron a su hija Laura, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista, en La Plata. “Ahí tuve que darme cuenta de que dentro mío yo tenía a una leona. Me jubilé enseguida porque yo quería estar las 24 horas buscando a Laura. A partir de allí nos fuimos juntando con otras mujeres que estaban atravesando una situación similar y empezamos con la búsqueda de los chicos y chicas que seguimos hasta el día de hoy”, relató Carlotto y añadió: “Cuento todo esto para pedirles que no me endiosen, que siempre fui y sigo siendo una mujer común”.
Más adelante, y en relación con la actualidad, Schargrosdsky le preguntó su opinión sobre la reaparición de las ideas negacionistas de la dictadura, encarnadas por la fórmula presidencial encabezada por Javier Milei y su candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel. Al respecto, Carlotto comentó que vio el primero de los debates presidenciales en el que Milei, entre otras cosas, negó que los desaparecidos fueran 30 mil y se refirió a lo ocurrido durante la dictadura como una guerra en la que se cometieron excesos. “Las cosas que dijo eran para llevarlo preso porque estaba incitando a la violencia, desmintiendo a la sociedad y a la justicia, ofendiendo a personas. Estaba haciendo todo lo que no se debe hacer. Milei tendría que estar preso porque ha mentido y ha humillado a mucha gente”, sentenció.
Respecto de los próximos comicios, Carlotto se mostró esperanzada. “Yo no creo que gane. Tiene que haber un despertar del pueblo. Porque la gente que hoy no tiene casa, ni comida, va a tener mucho menos si él gana. Lo que tenemos que hacer entre todos es terminar con la pobreza porque en un país como Argentina es inaceptable que haya chicos que se mueran de hambre. Eso es un pecado”.
Sobre el final de la charla una joven estudiante de la Facultad le pidió a Carlotto un consejo acerca de qué tenían que hacer los jóvenes para enfrentar estos discursos violentos y antidemocráticos. La respuesta fue contundente: “Para eso los jóvenes tienen que militar”, dijo y el aula estalló en aplausos. Y continuo: “Lo que está pasando no le está pasando al otro, nos está pasando a todos. Entonces, tienen que militar, yo no digo que sea necesariamente en política partidaria, sino uniéndose, formando grupos, dando charlas sobre lo que necesita nuestro país para el futuro. Ustedes son muy importantes, porque son jóvenes y están en lugares, como la universidad, muy buenos para ser escuchados. Acá necesitamos la unidad de un pueblo contra un enemigo de la democracia para que nunca llegue a ser presidente de nuestro país”, completó ante un cerrado aplauso que se extendió por varios minutos y marcó el cierre de la charla.
Enseguida y sin que nadie se moviera de su lugar las autoridades le dieron una sorpresa a Carlotto, al comunicarle que la Facultad había decidido designar al aula 1402 del edificio Cero + Infinito con el nombre de Estela Barnes de Carlotto. Los aplausos volvieron a estallar y se pudo ver a Carlotto, que ya hace tiempo había sido nombrada doctora honoris causa de la UBA, muy contenta ante este nuevo reconocimiento.
La gente comenzó a salir sin prisa pero sin pausa para arremolinarse frente a la puerta del aula para conseguir un lugar de privilegio y tomar las mejores fotos para inmortalizar el momento en que Carlotto descubrió la placa con su nombre completo.
Pero la fiesta continuaba y se acercaba el momento de la música, con una puesta de sonido a la altura de cualquier recital de primera línea que se desarrolla en cualquier teatro porteño. El primer turno fue para los Herederos de Tito, el grupo que compuso la música para el documental que se proyectó un rato antes y que suelen tocar con León Gieco.
Y para el final, el broche de oro quedó a cargo del grupo que forman Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto. Para alegría del público presente, que alternaba entre hacer palmas, cantar y grabar todo lo que podían con sus teléfonos, el dúo tocó algunos de los mayores éxitos de la carrera solista del rosarino, como El témpano y Las cosas tienen movimiento.
El festival fue terminando y todos los presentes se fueron retirando en un clima de emoción y alegría, con la certeza de haber vivido una jornada que quedará grabada para siempre en la historia de la Facultad.