
De microscopios y fierros
Un grupo de investigadores de Exactas y de Ingeniería de la UBA obtuvo el primer lugar en la primera edición del IB50K, un certamen organizado por el Instituto Balseiro con 50 mil dólares en premios para los mejores planes de negocio de empresas con base tecnológica. Otro grupo de la Facultad estuvo también entre los finalistas.
Inspirados en el ya tradicional concurso organizado por el Massachussets Institute of Technology, el MIT100K, un grupo de integrantes del Instituto Balseiro trabajó durante varios años para crear un certamen que fomente la creación de empresas de base tecnológica y promueva la capacidad emprendedora de alumnos y jóvenes profesionales universitarios.
Finalmente, este año nació el IB50K, a partir de que tres empresas -Banco Santander Río, CONUAR (Combustibles Nucleares Argentinos S.A.) y FUDETEC (Fundación para el Desarrollo Tecnológico de la Organización Techint)- aportaron los fondos para conformar los 50 mil dólares en premios que repartió el concurso.
En esta primera edición, se inscribieron 23 proyectos de todo el país. La mitad de los integrantes de cada equipo debían ser estudiantes o graduados con no más de cuatro años de egresados. Luego de un riguroso proceso de admisión y evaluación fueron seleccionados los seis grupos finalistas, cada uno de los cuales tuvo que exponer su plan de negocios personalmente ante el jurado.
A pesar de este exhaustivo procedimiento, los evaluadores consideraron necesario compartir el primer premio entre dos proyectos, “Nanodetección” y “Desarrollo de un accesorio fototérmico para microscopio metalográfico”. Esta última iniciativa fue desarrollada por Oscar Martínez, director del Laboratorio de Electrónica Cuántica (LEC) de la Facultad; Esteban Domené y Francisco Balzarotti, becarios doctorales del LEC, y Nélida Mingolo, directora del Laboratorio de Haces Dirigidos de la Facultad de Ingeniería de la UBA. El proyecto es parte de TOLKET SRL, la compañía creada con el apoyo de INCUBACEN, la incubadora de empresas de Exactas.
El Cable, mantuvo uno charla con Esteban Domené, el miembro del grupo que viajó a Bariloche para defender el proyecto ante el jurado.
– ¿Cómo se decidió la presentación del proyecto en el concurso?
– Es un proyecto que vengo trabajando desde mi tesis de licenciatura. Yo nunca le vi la veta comercial. Eso corrió por cuenta de Oscar Martínez que es la persona que está más en el tema de la empresa. Él me dijo que había enviado una presentación para participar del concurso y que tenía que exponerlo ante el jurado un joven investigador.
– ¿En qué consistía la defensa?
– Lo llamativo era que no apuntaba a la cuestión científica sino al plan de negocios. Uno se siente más confiado para contar la parte de la física pero es más difícil explicar el plan económico. Me ayudó mucho una mentora designada por el Balseiro, que era economista, que nos dio un poco de la jerga y nos orientó hacia qué lado apuntar la charla. Porque a los integrantes del jurado lo que más les importaba era la viabilidad del proyecto como inversión.
– ¿Y cómo fue la espera hasta saber que eran los ganadores?
– Habíamos dado la charla a las 8 de la mañana. El jurado estuvo todo el día deliberando y más o menos a las 7 de la tarde, dieron el dictamen. No lo esperábamos. Yo sabía que nos había ido todo bastante bien en la charla pero no tenía idea de cómo le había ido al resto porque por una cuestión de confidencialidad no escuchamos las demás charlas.
– Y, finalmente, fue un primer premio compartido.
– Sí. Iban a ser 30 mil dólares para el primer premio y 15 mil para el segundo, pero como fue compartido sumaron 30 más 15 y lo dividieron entre los dos ganadores. En los proyectos había que presentar una idea acerca de en qué íbamos a usar el dinero. Nuestra idea es comprar un microscopio. El monto nos alcanza como inversión inicial para hacer la compra, así que por suerte nos sirve. Si no se hubiera dividido nos servía más (risas), pero estamos en un número donde podemos acceder a la compra.
– ¿De qué se trata el proyecto?
– Lo que nosotros presentamos es un accesorio para microscopios. La idea es aplicarlo a un microscopio metalográfico, que es un microscopio utilizado para caracterizar muestras metálicas. Lo que nosotros medimos es dilatación térmica. El accesorio mide la dilatación de la muestra. Esa dilatación se modela y se puede extraer información de propiedades termoelásticas de los metales. Como por ejemplo difusivad térmica, coeficiente de expansión u otras características del metal. Lo que tiene de importante el sistema es que tiene una resolución muy alta. Puede medir desplazamientos del orden de 10 picometros, que son 10-12 metros.
– ¿Esta sería una innovación que no existe en este momento?
– No hay en este momento en mercado algún otro aparato que pueda medir mapas de difusividad térmica a escala microscópica. Como en todo negocio en Argentina lo que le da competitividad es el bajo costo, mas que nada por la mano de obra calificada a un precio mucho menor que en otros mercados. Competencia hay. Por ejemplo en el Centro de Microscopías Avanzadas está el SEM que es el microscopio electrónico de barrido, con un aparato que se llama Electron Backscatter Diffraction. Este aparato puede medir la cristalografía de la muestra, pero el costo de todo este equipo es de más o menos 600 mil dólares. Es un precio elevado. La idea es comercializar este accesorio a un precio de alrededor de 30 mil dólares. Esto le da mucha competitividad.
– ¿Cuál es el mercado potencial del producto?
– Esto tiene utilidad comercial para empresas como Siderar, o cualquier compañía que quiera caracterizar materiales en su línea de producción. Pero la idea es también comercializarlo a centros de investigación. El objetivo es desarrollar un accesorio que pueda ser comercializado por las empresas especializadas en microscopía. Ya hemos hablado con Olimpus, Carl Zeiss y Nikon, para que lo incorporen a su cartera como un producto más.
– ¿Te imaginabas, hace un tiempo, trabajando sobre un plan de negocios para tus investigaciones?
– Mirá, como toda persona que ingresa a esta carrera, yo ya tenía armado mi cronograma. Primero la licenciatura, luego el doctorado y después un posdoc afuera. Nunca había pensado la posibilidad de meterme en la industria. Ahora que salió esta veta, debo admitir que es interesante. A mí me gusta investigar, me emociona descubrir por qué pasan las cosas. Pero también está bueno tener un contacto con la sociedad y lograr que algo que yo hice o algo que yo desarrollé se aplique para algo en la vida cotidiana. Es verdad que no estoy terminando con el hambre, ni curando enfermedades, pero por lo menos hay una aplicación directa de algo que uno está haciendo. Está bueno que haya una transferencia directa al público en general.
Otro finalista |
Además del proyecto ganador, otra iniciativa incubada en Exactas fue seleccionada entre los seis finalistas. Se trata de “Desarrollo de tecnología innovadora para la detección de mastitis bovina”. El equipo está formado por el biólogo Eduardo Cortón, la estudiante de biología Astrid Holding Ohlsson y el estudiante de administración de empresas Marcos Paredi. Cortón explica qué le aportó al proyecto la participación en este certamen. “Nos permitió, de alguna manera, llegar a otro nivel. La participación nuestra en Incubacén, donde el año pasado ganamos el premio InnovaTekne, era como estar en nuestra casa. Ahora, cuando salimos fuera de la institución y el proyecto se enfrenta con otros de todo el país, el hecho de haber llegado a la final nos reafirma que la idea es buena”.
– ¿Cómo viene el futuro del proyecto? – Para el proyecto se vienen tres años muy buenos. Dentro de poco empieza a llegar una financiación de la Agencia que nos va proporcionar unos 100 mil pesos por año. Esto nos va a permitir tener más de una persona full time dedicada al proyecto. Hasta ahora se ha hecho todo de manera voluntariosa, pero tener plata y personal rentado va a hacer que el proyecto avance fuertemente. Esperamos en un año poder patentar, y quizás en dos o tres años tener una empresa o haber transferido a una empresa el proyecto. De acá a tres años debería estar en el mercado. — Dos, tres muchos IB50K María Luz Martiarena es doctora en Física, investigadora del Conicet y docente del Instituto Balseiro. También fue secretaria de Ciencia y Técnica de Río Negro. Integra el grupo organizador del concurso IB50K y nos brinda su impresión acerca de su primera edición. – ¿Por qué es importante que haya un premio de estas características en el país? – Porque creo que es imprescindible que además de hacer investigación del mejor nivel nos ocupemos también de que esa investigación llegue a la sociedad como un bien apropiable, gratuito en algunos casos, o como un bien con una puesta en valor a través de lo que es una empresa tecnológica. Y si tenemos centros de excelencia científica deberíamos poder generar empresas de base tecnológica que puedan tomar esos conocimientos. Este premio me parece una herramienta para promover que los jóvenes empiecen a pensar como posible, además de ser empleados en alguna multinacional, o de irse afuera, la creación una empresa de base tecnológica. Una empresa que genere riqueza. Generar ese “yo también puedo” me parece el desafío. – ¿Cómo evaluás los resultados de esta primera edición? – Estamos muy conformes. Creo que la respuesta fue interesante. Para mí fue una experiencia muy rica contactar a los especialistas top de Argentina para que colaboraran en forma voluntaria y que nadie me dijera que no. En relación con la presentación de los proyectos fue variada pero no hubo ninguno que no alcanzara una calidad mínima. De los 23 proyectos que se presentaron, 20 pasaron a la fase de evaluación y de esos surgieron los 6 finalistas. – Resulta difícil para alguien proveniente de las ciencias duras elaborar un plan de negocios ¿no? – Es indudable que esa es una la debilidad general. Todos buscaron integrar distintas capacidades, desde el hermano de alguno que estudia algo relacionado con negocios, hasta algún área de la universidad o institución que maneje la parte comercial. Pero sí, siempre nuestra pata renga es saber cómo se pone el conocimiento en planes de negocios. Yo creo que se pudo lograr un buen nivel y a eso se buscó aportar haciendo que los evaluadores de la primera etapa se conviertan en mentores de los grupos finalistas. Se les dio a los chicos diez días para que optimicen sus proyectos en función de los comentarios de los evaluadores. Eso generó mejoras. – ¿Está en marcha la edición 2010 del premio? – Te puedo decir que a 15 días de terminado el primer IB50K hay instituciones que nos dicen “seguimos con ustedes” y otras que nos dicen “queremos aportar fondos”. Esa es la idea, que no haya uno sino muchos IB50K. |
Fuente: El Cable Nro. 726