Cuando la montaña era mar
Un equipo de investigadores dirigidos por Darío Lazo, estudian los ecosistemas marinos registrados en rocas de Mendoza y Neuquén. Aunque la localización resulte extraña, no lo es, porque en tiempos prehistóricos los Andes aún no estaban formados y la región estaba cubierta por el mar. El grupo estudia las paleocomunidades que habitaban el lecho marino y sus ambientes asociados.
Foto: Estrella de mar del Cretácico inferior de la Cuenca Neuquina.
Hace unos 220 millones de años, múltiples episodios geológicos dieron origen a lo que hoy se conoce como Cuenca Neuquina. Hasta fines del Cretácico Temprano, esta cuenca constituyó una importante zona de sedimentación marina ya que el proto Pacífico cubría con sus aguas lo que hoy es la región cuyana argentina y el noroeste de la Patagonia. Eran tiempos en los que aún no se había formado la cordillera de los Andes y un cinturón de volcanes formaba un arco de islas orientadas de norte a sur a lo largo del margen oeste de América del Sur.
En el Departamento de Ciencias Geológicas, un grupo de investigadores se dedica, desde hace más de diez años, al estudio paleontológico de estas sucesiones marinas en la Cuenca Neuquina, y están especialmente interesados en la reconstrucción de las paleocomunidades bentónicas (es decir, que habitaban el lecho marino) y los paleoambientes asociados. A partir de este núcleo de investigación central, se han ido desprendiendo varias líneas de trabajo más específicas y se han ido encaminando hacia sus propios objetivos. Entre ellas, la que hoy dirige Darío Lazo. Licenciado en Biología y doctor en Ciencias Geológicas, el investigador parece haber logrado aunar sus dos áreas de formación académica en el tema que desarrolla en la actualidad, ya que aborda estudios de ecosistemas fósiles.
Las investigaciones que llevan a cabo Lazo y su grupo de investigadores parten del análisis de concentraciones fósiles registradas en sucesiones marinas mesozoicas. “Las concentraciones fósiles son cuerpos de roca que poseen una mayor abundancia de restos fósiles que los niveles supra e infrayacentes, independientemente de su dimensión, composición taxonómica y mecanismo genético. Las concentraciones son frecuentes a lo largo del registro estratigráfico y particularmente se asocian con superficies de discontinuidad debido a que la sedimentación no es constante y, por ende, se forman intervalos ricos en fósiles durante períodos de baja sedimentación. Las concentraciones son el producto de un abanico amplio de procesos paleoambientales y de fosilización, y se registran en distintos ambientes sedimentarios a lo largo de todo el Fanerozoico”, explica Lazo.
El objetivo principal del laboratorio es el estudio de los ecosistemas marinos que se encuentran registrados principalmente en rocas de los Andes de Mendoza y Neuquén y su comparación con los ecosistemas registrados al mismo tiempo en otras partes del mundo, como otras cuencas de Sudamérica, la Península Antártica y Europa.
Los especialistas del equipo de Lazo trabajan generalmente con concentraciones compuestas por moluscos (bivalvos, gastrópodos, cefalópodos), serpúlidos, esponjas, equinodermos (equinoideos, asteroideos y crinoideos) y corales. Ocasionalmente, también pueden aparecer niveles de briozoarios, braquiópodos y crustáceos decápodos.

(De izq. a der.) Cecilia Cataldo, Darío Lazo, Pablo Milla Carmona, Agustina Toscano, Leticia Luci, Mariel Andrada y Ricardo Garberoglio.
“Para llevar adelante nuestras investigaciones es vital realizar trabajo de campo para poder levantar perfiles y colectar la fauna registrada. Nuestras campañas se realizan en verano, otoño o primavera en las regiones andinas de Mendoza, Neuquén y Santa Cruz. Luego realizamos tareas de laboratorio con los datos recabados en el campo y los materiales fósiles colectados, incluyendo la descripción e identificación taxonómica, análisis morfológicos, estudios tafonómicos y análisis paleoecológicos”, relata Lazo.
Si bien la investigación posee una fuerte componente de investigación básica, por ejemplo en todo lo relacionado a la evolución de biotas marinas mesozoicas y paleoecología evolutiva, los especialistas también buscan encontrar aplicaciones que se relacionan fundamentalmente con la industria del petróleo.
Las concentraciones de invertebrados fósiles son importantes en estudios geológicos y paleontológicos, no sólo porque generalmente son la fuente de especímenes fósiles con niveles apropiados para la recolección sino que también pueden actuar como roca reservorio de hidrocarburos, conformar cuerpos enriquecidos en fosfato, ser niveles indicadores de discontinuidades y, por lo tanto, resultar útiles en correlación estratigráfica, entre otras aplicaciones.
“Nuestro laboratorio estudia, además, invertebrados que proceden de unidades geológicas de importancia en la exploración de hidrocarburos y la industria del petróleo tales como las formaciones Vaca Muerta, Quintuco, Mulichinco, Agrio y Huitrín. Por eso nuestras interpretaciones aportan datos útiles para la comprensión de rocas generadoras y rocas reservorios de hidrocarburos. Nos interesa que nuestras investigaciones tengan aplicaciones y buscamos poder interactuar con profesionales de empresas del ámbito privado y estatal”, finaliza.
Laboratorio de Ecosistemas Marinos Fósiles
(IDEAN, Departamento de Ciencias Geológicas – CONICET)
1er. piso, Pabellón II. Tel.: 4576-3300, interno 320.
http://www.idean.gl.fcen.uba.ar/?page_id=4384
Director: Dr. Darío G. Lazo
Integrantes del grupo: Dra. Cecilia S. Cataldo, Dra. Leticia Luci
Tesistas de doctorado: Lic. Agustina G. Toscano, Lic. Ricardo M. Garberoglio y Lic. Pablo S. Milla Carmona
Tesistas de grado: Oscar Lehmann, Mariel Andrada, Nicolás Farroni y Ramiro Ezquerro