
CONICET: Las cartas sobre la mesa
Se suman nuevos institutos al panorama de Exactas. Ahora más abarcativos, disciplinarios y que llegan a calcar, en algunos casos, la estructura de los departamentos docentes. Para zanjar viejos conflictos y anticiparse a nuevos, el rector de la UBA y la presidenta del CONICET firmaron un acuerdo. El decano Jorge Aliaga comenta esta situación que involucra necesariamente a la Facultad.
“La UBA Y el CONICET están asociadas en el desarrollo de actividades de ciencia y técnica en el ámbito de la universidad, a partir, fundamentalmente, del soporte de las actividades de los institutos compartidos (lC) o unidades ejecutoras (UE). EI desarrollo del convenio entre las instituciones y el funcionamiento de dichas unidades requieren consolidar y/o revisar algunas modalidades de trabajo a nivel de las relaciones de ambas instituciones con las autoridades de aquellas dependencias, en las que los institutos están localizados”. Así comienza el documento conjunto que hicieron público el 17 de mayo pasado las autoridades del CONICET y de la UBA, Marta Rovira y Rubén Hallú, y en el que se define, entre muchos puntos, la implementación de reuniones periódicas que, si bien no son una novedad (así ya lo dispone el convenio firmado en 2005), abre el camino a un mejor entendimiento entre las dos instituciones. Al respecto, el Cable habló con el decano Jorge Aliaga a fin de analizar la muchas veces conflictiva relación interinstitucional que involucra fuertemente a Exactas y condiciona su estructura de docencia e investigación.
– Los cambios de los últimos años en las políticas del CONICET tuvieron efecto sobre Exactas. ¿Podría indicar cuáles?
– En los últimos tiempos el CONICET recompuso su planta de investigadores. En ocho años consiguió aumentar en casi el 70 por ciento la cantidad de investigadores y en un 250 por ciento las becas de posgrado, además de sumar 800 investigadores repatriados. En Exactas, por ejemplo, en 2005 existían nueve institutos, la mayoría creados para responder a objetivos científicos determinados y específicos. En la actualidad, el número de institutos asciende a 15, y la mayoría de los nuevos institutos están dedicados a grandes áreas disciplinares, idénticas a las que desarrollan los departamentos docentes.
– En 2005, el 30 por ciento de los investigadores CONICET con lugar de trabajo en Exactas pertenecían a institutos del CONICET. ¿Cuál sería ese porcentaje con la nueva configuración?
– Incluirán aproximadamente al 90 por ciento de los investigadores CONICET con lugar de trabajo en Exactas. Esto responde a una nueva política institucional, que se plasma en la Resolución del Directorio 995/06. Se impulsa fuertemente desde ese momento la creación de Institutos compartidos entre el CONICET y las Universidades Nacionales mediante una herramienta sencilla y efectiva: solamente los investigadores de CONICET que se incorporen a un instituto recibirán personal de apoyo y gastos de funcionamiento. De acuerdo al resultado en porcentajes, se podría decir que el éxito de esta política ha sido notable.
– El CONICET en su origen no tuvo la misión que desempeña actualmente. ¿Cuándo considera usted que ocurrió ese cambió?
– El CONICET y la versión moderna de nuestra facultad nacen al mismo tiempo, en 1958, y con un actor común, Rolando García, que fue el primer vicepresidente del CONICET y también el decano de Exactas entre 1958 y 1966. La Facultad nace como un ámbito donde la docencia y la investigación están integradas en torno a departamentos, con cargos de dedicación exclusiva. Y el CONICET, de acuerdo a cómo lo había pensado Rolando, comienza como un organismo dedicado a la promoción de la ciencia en Argentina. Las dos instituciones, como el país, sufrieron con las dictaduras. Primero con el golpe de Juan Carlos Onganía y la Noche de los Bastones Largos, en 1966. Después, con la llamada “Misión Ottalagano-Ivanisevich” en 1974 y, por supuesto, con el golpe de 1976. Tanto en 1966 como en 1974 muchos investigadores se alejaron de Exactas. En 1966, por renuncias masivas en repudio a la pérdida de la autonomía; en 1974, mediante cesantías masivas e incluso, a partir de 1976 mediante el asesinato y la desaparición de personas. Las persecuciones políticas en el ámbito universitario coinciden con un cambio en la misión del CONICET, que adquiere un rol ejecutor, a partir de la aparición masiva de institutos. En 1983, con el regreso de la democracia, ambas instituciones intentan reconstruirse. Desde 1986, Exactas recupera su gobierno democrático, tripartito y autónomo. La suerte del CONICET es variada, llegando a cerrar, prácticamente, su carrera de investigador en los años 90.
– ¿Cómo analiza la situación actual de las dos instituciones?
– La actualidad nos encuentra con dos instituciones que comparten el personal. Algunos investigadores son pagos mayoritariamente por la universidad y otros parcial o totalmente por el CONICET, pero todos ellos desarrollan sus tareas en instalaciones de la UBA. La UBA y el CONICET tienen sistemas de gobierno muy distintos, lo que se traslada a la lógica y dinámica de todas sus instancias de implementación de políticas y tienen también normativas distintas sobre los mismos temas, lo que implica en la práctica que al cumplir una de ellas los docentes-investigadores pueden estar incumpliendo la otra.
– Podría pensarse que esa diversidad a la que usted hace mención imposibilita que los dos organismos cumplan con sus objetivos.
– Yo considero que la relación será viable si ambas instituciones, a través de futuros acuerdos, logran avanzar y profundizar en políticas y administraciones compartidas. Obviamente esto es una sociedad y, como en toda sociedad, cada socio deberá resignar parte de su individualidad. Las soluciones “para el caso” o aquellas que se toman unilateralmente –en la medida que no sean institucionales y dependan de las personas– no funcionan en el largo plazo, donde se requieren acuerdos institucionales. De lo contrario, las tensiones serán permanentes y se dilapidarán esfuerzos y energía de manera inútil y absurda. Hay que entender que estamos hablando de dos organismos públicos con misiones y funciones que no son para nada opuestas y que, además, dependen una de la otra. En ese sentido, deberían poder complementarse en forma armoniosa y óptima de manera de poder conjuntamente aportar al crecimiento y fortalecimiento del sistema científico nacional.
– ¿Cómo evalúa el reciente acuerdo firmado entre el rector de la UBA y la presidenta del CONICET?
– Se han fijado acuerdos básicos. Fundamentalmente, están enfocados a los temas relacionados con la equiparación de los institutos compartidos, en cuanto a los deberes y obligaciones a cumplir con el resto de las dependencias de la Facultad. Este acuerdo constituye un avance significativo en las relaciones de ambas instituciones con respecto al convenio firmado en 2005, restringido a definiciones básicas sobre los institutos compartidos y a la determinación de las distribuciones de fondos en actividades de transferencia o vinculación tecnológica.
– Este no es un tema nuevo para su gestión.
– Desde que asumí el decanato he tratado de impulsar un mayor entendimiento mutuo así como una relación de mayor complementariedad con el CONICET, entendiendo que la Universidad constituye la base de lo que se entiende como Sistema Científico-Tecnológico, dado que la nutre de los recursos humanos de grado y posgrado sin los cuales éste no puede existir. En ese sentido, el éxito de las políticas del CONICET depende, en parte, del éxito académico-científico de las universidades.
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Institutos UBA-CONICET
Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera – CIMA Instituto de Astronomía y Física del Espacio – IAFE Instituto de Física del Plasma – INFIP Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE) Instituto de Geocronología y Geología Isotópica – INGEIS Instituto de Quimica Fisica, Materiales y Energía – INQUIMAE Programa Centro de Investigación en Hidratos de Carbono – CIHIDECAR Programa Plantas Tóxicas y Medicinales – Programa de Hongos que Unidad de Microanálisis y Métodos Físicos en Química Orgánica – UMYMFOR Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA) Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo GROEBER” (IDEAN) Instituto de Investigaciones Matemáticas, Luis A. Santaló (IMAS) Institutos aprobados por el CONICET, la FCEN y a la espera de la aprobación en UBA Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales (IGEBA) Instituto de Qca. Biol. de la FCEN (IQUIBICEN) Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Bs. As (IEGEBA) —- Destacado El acuerdo firmado por Rubén Hallú y Marta Rovira destaca en uno de sus primeros párrafos, que todas las unidades de ejecución creadas a partir de la UBA y el CONICET “están integrados al funcionamiento de la unidad académica o repartición donde se radica con todos los deberes y obligaciones de cualquiera de las dependencias de la misma (cátedra, departamento, laboratorio, etc.) para con la autoridad local (Decano, Director de Departamento, etc.). La UBA y el CONICET, a nivel de sus máximas autoridades, se reunirán en forma periódica como establece el convenio vigente a fin de analizar el desempeño general de estos IC/UE e implementar medidas para su mejoramiento”. |
Fuente: El Cable Nro. 772