
Acreditar o no, esa es la cuestión
A lo largo de la próxima semana profesores y estudiantes de la Facultad participarán de una consulta acerca de la conveniencia de acreditar o no algunas de las carreras de Exactas. En el marco de la difusión de las distintas posturas que existen sobre el tema, el Cable dialogó con dos expertos en educación que presentan opiniones antagónicas en esta polémica.
“Hay que tener honestidad intelectual”
Opina Eduardo Slomiansky. Licenciado en Ciencias de la Educación. Diploma en Gestión Educativa (FLACSO). Director de Investigación y Posgrado del Departamento de Artes Audiovisuales del IUNA.
– ¿En qué contexto surge la CONEAU?
– Yo creo que hay que poner eso entre paréntesis porque, si no, nos quedamos en un debate que está fuera de contexto. Los 90 son los 90 y está bien todo lo que se dice acerca del neoliberalismo, de la influencia de los organismos internacionales, de los negocios del Banco Mundial. Todo eso es cierto, pero tenemos que pensar un poco más qué significa que exista un organismo de acreditación y evaluación universitaria. Yo sostengo que, contrariamente a lo que se opina casi siempre, la CONEAU fue una herramienta para frenar la creación indiscriminada e impulsada por lobbies de todo tipo de universidades privadas. Es cierto que hay un montón de universidades privadas que se crearon antes y después de la ley. La diferencia es que antes se creaban con una lógica exclusivamente mercantil, a partir de presiones políticas, de sectores religiosos o empresariales que no tenían otro freno que la voluntad de los funcionarios del Poder Ejecutivo. La primera función de la CONEAU es la evaluación de proyectos nuevos. En la biblioteca de la CONEAU hay un montón de tomos, casi todos los primeros, que están llenos de rechazos a universidades privadas nuevas. Están los libros ahí, cualquiera puede ir a verlos.
– Desde tu punto de vista, ¿el desempeño de la CONEAU ha sido positivo?
– Yo no sé si es bueno o es malo. Yo sé que la primera integración de la CONEAU incluía un presidente, Emilio Fermín Mignone, defensor de los derechos humanos, a quien nadie le puede imputar un pensamiento neoliberal. El resto de la conformación se fue haciendo de acuerdo con lo que marcaba la ley, y la ley marca una clara preeminencia del Estado. Porque ojo que había otra alternativa, la lógica noventista bien podría haber creado “CONEAUS” privadas como hay en el norte del mundo, donde la instancia de acreditación y evaluación está en manos de organizaciones privadas. Entonces no hay una relación directa entre el pensamiento político hegemónico de los 90 y la letra de la ley.
– Las universidades son autónomas ¿Tienen que tener un control externo o no?
– Es el debate entre autonomía y planeamiento social. Yo estaría de acuerdo, si me forzás el pensamiento y si todas las universidades fueran como la FCEyN de la UBA, en que no serían necesarios controles externos. Pero todos sabemos que el sistema es muy heterogéneo. Que haya alguien que diga que no se pueden lanzar carreras de ingeniería sin ingenieros o de medicina sin hospitales, y que ese alguien sea un organismo de Estado, y que no lo haga por estrictas razones políticas o partidarias sino partir de opiniones de pares, no me parece mal.
– ¿Ve algún peligro en el hecho de que alguna carrera se someta a la acreditación de la CONEAU? ¿Le pueden imponer un plan de estudios?
– La CONEAU sólo puede aplicar los parámetros aprobados por el Ministerio de Educación y el Consejo de Universidades. Esos parámetros surgieron de reuniones de pares de Facultades que dictan la carrera en cuestión. Es inimaginable que le digan a la UBA lo que tiene que hacer.
– Desde su punto de vista, ¿la acreditación no es una herramienta de introducción del neoliberalismo en la UBA?
– No. La introducción del neoliberalismo en la UBA es claramente el programa de incentivos. El vaciamiento presupuestario. La multiplicación de universidades públicas sin una multiplicación equivalente de los recursos. El congelamiento salarial, que recién se ha revertido en los últimos años.
– Es decir que para usted no puede acarrear perjuicio alguno la acreditación de carreras en Exactas.
– No para nada. Yo no veo riesgos pero además no veo beneficios en no acreditar. Exactas es top en Argentina, en América, en el mundo. No puede tener problemas por acreditarse. Problemas podría haber si deciden que no acreditan. Si los consejeros levantan la mano graciosamente diciendo que la evaluación y acreditación prevista en la ley no se va a concretar. Cada uno que vote eso va a tener que hacerse cargo de lo que votó. A ver, el título de un licenciado en Química, por ejemplo, va a tener validez nacional, pero yo no sé si en un futuro puede ocurrir que, si se va a alguna provincia donde el sello del Estado nacional es imprescindible para trabajar en organismos públicos, se pueda quedar afuera del laboratorio del hospital para el que se postuló. O que, con el tiempo, para ir a trabajar a una institución del exterior, por más que te hayas recibido en la UBA, no te acepten si no tenés el sello del Estado. La verdad es que me costaría mucho estar en la piel de un consejero directivo y votar negativamente ¿Cómo vuelvo al aula y le digo a un alumno “tu diploma no va a tener acreditación de la CONEAU porque yo voté en contra”? Y tal vez, lo hizo motivado por cuestiones ideológicas extemporáneas, llevando el debate a los 90 como si hoy día estuviéramos igual; o por algunas lecturas mecánicas, como que todo aquello que se produjo entre 1990 y 1999 es absoluta y monolíticamente, neoliberal y mercantilista. Yo creo que para sostener la autonomía, antes que nada y por encima de todo tiene que haber honestidad intelectual.
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“Innecesaria y contraproducente”
Opina Héctor Mendes. Profesor en Ciencias de la Educación (UNCo). Magíster en Sociología de la Cultura. Ex vicerrector de la Universidad Nacional del Comahue.
– ¿En qué contexto se creó la CONEAU?
– La CONEAU no puede analizarse fuera del marco más general de la Ley de Educación Superior (LES) y, más aún, fuera del contexto histórico político que la generó. Estamos hablando de mediados de los años 90, momento en que está en su apogeo una serie de diagnósticos, de propuestas sobre las realidades educativas y, en particular, universitarias, que está propiciando un replanteo muy profundo de los esquemas institucionales con los que había funcionado, con altibajos, el sistema educativo argentino. Había un diagnóstico que colocaba a las universidades como instituciones altamente costosas y de bajo rendimiento. Se propicia un cambio en la manera de concebir la educación superior basado en las bondades de la lógica de mercado. Los efectos fueron negativos, acentuaron algunas de las limitaciones de la realidad universitaria.
– En este marco general, la CONEAU como herramienta, ¿de qué manera tradujo esa visión a la que usted está haciendo referencia?
– El tema de la CONEAU da la impresión de ser una discusión desplazada ¿Qué se discute cuando se discute la CONEAU? ¿Se discute la necesidad de que la sociedad ejerza algún control sobre la formación de los recursos profesionales o sobre la dirección de la investigación científica? Bueno, esa es una discusión legítima. Yo entiendo que la CONEAU no es el mejor instrumento pero es una discusión legítima. ¿Se discute una mejor distribución de los recursos entre las universidades? Es una discusión legítima. Creo, de nuevo, que la CONEAU no es el mejor instrumento. ¿La posibilidad de obtener posiciones de influencia en ella para beneficiar a determinadas universidades? Entonces estamos entrando en esa invitación a la disputa competitiva entre instituciones que fue uno de los preceptos instalados en los 90. Eso me parece pernicioso. Es una lógica peligrosa, porque invita a una pugna entre universidades.
– Algunas personas afirman que el cambio de contexto político respecto de los años 90 de alguna manera tornaría anacrónica esta discusión. ¿Usted cómo lo ve?
-Yo no lo veo de la misma manera. Es cierto que el arancelamiento no está en discusión. Los aspectos más groseros del neoliberalismo han caído en desgracia por sus propias consecuencias negativas. Pero al mismo tiempo esa lógica no ha sido reemplazada por una nueva y ha dejado marcas en las maneras de pensar. Por ejemplo, que una de las discusiones fundamentales en la universidad sea si entro o no a la CONEAU por un tema de conveniencia, en el marco de una ausencia de discusión acerca de las políticas académicas profundas que deberían replantear lo que dejaron los 90, para mí es una marca de los 90. Creo que esa lógica se ha profundizado en la medida en que se ha instalado con más naturalidad.
– En términos prácticos, no acreditar carreras ante la CONEAU ¿puede traer inconvenientes al futuro graduado?
– Yo creo que esto es un fantasma. En primer lugar, desde el punto de vista constitucional y legal, no está demostrado ningún perjuicio. En segundo lugar, esto es llamativo, las nuevas leyes se presentan a partir de las presuntas ventajas que traerán aparejadas. En el caso de la LES y de la CONEAU, en cambio, se presentan anunciando los males que ocurrirían si no se las acepta. Esto no se sabe. Las universidades están legalmente habilitadas para expender títulos profesionales. La idea de que habría perjuicio internacional en la validez de los títulos no está demostrada. No hay una herramienta legal que diga que si un graduado en Química se presenta para una beca en Estados Unidos pueda tener problemas si no está acreditado por la CONEAU. La verdad es que allá no se sabe ni lo que es. A mí me parece que están blandiendo elementos amenazantes que, en verdad, son tigres de papel.
– Muchos sostienen que, más allá del debate, la CONEAU está instalada y nadie apunta a eliminarla.
– Es que no se trata de eliminarla. En realidad, se trata de repensar la LES. No hay ninguna ley que sea irreversible. Hay un contexto que habilitaría una rediscusión y, a lo mejor, en esa rediscusión las limitaciones que muchos advierten podrían ser revisadas. Pero aceptar una situación de hecho como si fuera para toda la eternidad, no es válido para esta ley ni para ninguna. Las universidades tendrían que ser las primeras en propiciar esta discusión y no esperar a ver si en la Cámara de Diputados ingresa algún proyecto o no. Hoy existe cierta permeabilidad como para instalar un debate que permita dar una respuesta superadora más integral. Entonces tal vez pueda surgir una nueva CONEAU. Esto es posible. Y si no, hay que sincerarse y admitir que, en realidad, queremos entrar ahí porque estamos perdiendo la discusión por algunos recursos y que, además, no nos interesa discutir otra cosa.
– ¿Usted recomendaría no avanzar con las acreditaciones?
Yo no avanzaría. Me parece que es una discusión desplazada que silencia una discusión de fondo que es, precisamente, hacia adónde va la universidad, con CONEAU o sin CONEAU. Hoy esta iniciativa me parece que es innecesaria, que no es urgente y que puede ser contraproducente.
Fuente: El Cable Nro. 743