
El mapa del tesoro
A partir de una iniciativa de los alumnos que trabajan en la Biblioteca atendiendo al público, se inició un proceso de enriquecimiento del catálogo a través de la carga de las tablas de contenido de los libros que conforman la "colección circulante" de la Biblioteca, la más consultada por los estudiantes de Exactas. El trabajo facilita la búsqueda de material y brinda más alternativas para los requerimientos de los usuarios.
¿De qué sirve acumular un enorme tesoro si cada vez que su dueño necesita algún elemento de su contenido no es capaz de encontrarlo? A un problema parecido se enfrentaba la Biblioteca Central de la Facultad, particularmente en relación con la llamada “colección circulante”, compuesta por alrededor de 8.500 libros, que es la más consultada por los alumnos de los primeros años de todas las carreras que se dictan en la Facultad.
Dado que esa colección está compuesta, en buena medida, por libros con una enorme variedad de contenidos generales, muy similares a un manual, las posibilidades de búsqueda a través del catálogo electrónico estaban muy lejos de reflejar esa vastedad. Consecuencia: los alumnos, en muchas ocasiones, no lograban encontrar lo que necesitaban a pesar de que en la biblioteca estaban los libros sobre la temática solicitada.
“Un ejemplo muy claro de lo que ocurría se da con los ‘lantánidos’ un tema que se ve en las primeras materias de la carrera de Química. Se trata de un tópico importante pero específico. Hay muchos libros que lo tratan en alguno de sus capítulos pero, como esa palabra no aparece en el título, ni en las palabras claves que les agregamos nosotros cuando procesamos el libro, el usuario buscaba el tema en el catálogo y no le aparecía nada. Si no fuera por el conocimiento que manejamos nosotros como estudiantes de Exactas, el usuario se hubiera ido con las manos vacías”, explica Celeste Magallanes, alumna de Química y coordinadora del sector de Circulación.
Frente a esta situación, los alumnos de la Facultad que trabajan en la Biblioteca atendiendo diariamente al público comprendieron que resultaba imprescindible enriquecer el contenido del catálogo de la biblioteca incorporando de manera masiva las tablas de contenido de los volúmenes que constituyen la “colección circulante”. Una vez definida la inquietud era necesario tomar una serie de decisiones técnicas nada sencillas acerca de la forma en que se iba a llevar adelante el trabajo. «La situación es muy amplia y variada: desde libros con una tabla muy básica o que directamente no tienen nada y hasta otros muy descriptivos, con tablas que ocupan 10 ó 15 hojas. Luego de debatirlo bastante se definió cargar hasta un nivel de 30 ítems con lo cual creemos que se cubre, en buena medida, las temáticas que aborda el texto», explica Virginia Teppa, responsable de Circulante y Referencia de la Biblioteca.
Luego de presentar la iniciativa y obtener la aprobación de la directora de la Biblioteca, Ana Sanllorenti, comenzó el trabajo de carga a mediados del año pasado. De la tarea participan los 12 alumnos que trabajan 10 ó 20 horas semanales en la Biblioteca destinando voluntariamente 4 horas semanales, dos para cargar y dos para revisar y corregir errores. «Es un esfuerzo importante porque su participación en este proyecto no implicaba dejar de lado sus tareas habituales», afirma Sanllorenti.
Además de toda la organización logística y de personal, el proyecto requería llevar a cabo desarrollos informáticos dirigidos a rediseñar tanto la pantalla de carga, para hacer más sencilla la tarea, como la interfaz de consulta que utilizan los usuarios. Esta tarea estuvo a cargo de Nicolás Rucks: «Aggiornamos la estética del catálogo siempre tratando de apuntar a algo despojado, que entregue, rápida y sintéticamente, la información necesaria. Sabemos que los lectores no se la pasan contemplando la estética sino que quieren ir cuanto antes a la fuente de información que están buscando. Esperamos que con estas reformas las personas usen más veces el catálogo pero que pasen muy poco tiempo frente a él», se entusiasma.
El trabajo va avanzando a buen ritmo y, al día de hoy, ya se encuentran cargadas las tablas de contenido de alrededor de 4.500 libros, es decir, más de la mitad del total. Los chicos calculan que hacia fin de año habrán completado la primera etapa de la iniciativa. Lo cierto es que, actualmente, los cambios ya resultan notorios y se puede aprovechar mucho mejor el contenido de la colección circulante. Volviendo al ejemplo anteriormente citado, si ahora mismo introducimos la palabra «lantánidos» en el catálogo, aparecen 12 libros y 2 tesis referidas al tema.
«El otro día, una persona que visita asiduamente la biblioteca y que conoce muy bien la colección nos preguntó entusiasmado si habíamos incorporado nuevos libros. Eso fue porque gracias a estas novedades, en las búsquedas que él hacía habitualmente, le empezaron a aparecer otros libros que antes no le salían», relata Teppa.
El proyecto resultó tan valioso que fue presentado con muy buena repercusión en el Encuentro Nacional de Catalogadores que se lleva a cabo anualmente en la Biblioteca Nacional.
«Se trata de una experiencia de trabajo en equipo que genera un verdadero sentido de pertenencia y, sobre todo, de vocación de servicio hacia los compañeros de la facultad. Son estudiantes conscientes de que están aportando directamente al beneficio de sus compañeros de estudio», reflexiona con cierto orgullo Rucks y cierra, «un desafío técnico aportando a un desafío social, por más modesto que sea. Eso me resultó particularmente satisfactorio».