
Blanca y radiante
La conmemoración de la independencia argentina trajo aparejada, en esta oportunidad, un hecho inesperado: después de 89 años volvió a nevar en la Ciudad de Buenos Aires. Integrantes del departamento de Ciencias de la Atmósfera brindaron una charla para explicar las causas del suceso y analizar las posibilidades de que se repita este evento climático extraordinario.
A todos aquellos porteños que creían que ya lo habían visto todo en la vida, nuestro país les demostró una vez más que siempre guarda algún truco que obliga a mantener en estado de alerta la capacidad de sorpresa. Por una vez, la novedad no provino del ámbito de la política ni de la economía, sino que se trató de un fenómeno climático: luego de casi 90 años volvió a nevar en Buenos Aires y sus alrededores.
De esta manera, el feriado, que estaba transcurriendo con cierto hastío y que había despertado bastante fastidio entre la gente debido a que las bajas temperaturas les sugerían mantenerse dentro de sus casas, se convirtió en una jornada histórica, con miles de personas saliendo a las calles y agrupándose en las plazas. Ya no importaba el frío, había que sacarse una foto con un poco de nieve en el pelo y en la ropa. La lluvia de copos había transformado la bronca en alegría y entusiasmo.
Luego de vivir una de las experiencias más excitantes de su vida profesional, y de contestar las infinitas llamadas de los medios, Carolina Vera, Claudia Campetella y Matías Bertolotti, integrantes del departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad, brindaron una charla en el aula 5 del Pabellón II con el objeto de explicar las causas y características del evento.
Ayer y hoy
Campetella comenzó mostrando una foto de Buenos Aires del 22 de julio de 1918, fecha en la que se produjo la nevada anterior. En ella puede observarse a la Plaza de Mayo totalmente blanca, con varios centímetros de nieve cubriendo el suelo. “En esa jornada la nevada fue muy fuerte y se produjo en horas de la mañana”, aclaró. Luego desplegó una foto del 9 de julio de este año, tomada en horas de la tarde en el mismo lugar, en la que se aprecia una cantidad bastante menor de nieve acumulada. “Si bien las temperaturas de 1918 no pueden compararse con las del 2007, evidentemente el suelo en ese momento estaba mucho más frío y la temperatura mínima fue más baja, por eso hubo más acumulación de nieve en superficie”.
Situándose ya de lleno en el año 2007, Campetella señaló que de acuerdo con los datos obtenidos por el Observatorio Central Buenos Aires, ubicado en el barrio de Villa Ortúzar, al analizar la evolución de las temperaturas mínimas y máximas entre el 1º de mayo y el 10 de julio, puede señalarse que ya desde antes del inicio del invierno, estamos asistiendo a una serie de eventos fríos muy importantes. “La primera irrupción de aire frío muy fuerte fue entre el 27 y el 31 de mayo. Ese último día, la temperatura máxima fue apenas del orden de los 6 grados, es decir que fue más baja que la temperatura media mínima para esa fecha, medida entre 1971 y el 2000”, describió.
En cuanto a la irrupción de aire frío que tuvo lugar a comienzos del mes julio, Campetella sostuvo que empezó con temperaturas por debajo de la media los días 5 y 6, y el día 9 cuando nevó, se dio la más baja temperatura máxima registrada este año, que fue apenas superior a los 5 grados. “Lo importante y llamativo de ese día fue que la temperatura máxima se dio a las 0 horas del día 9. Es decir que comenzó el 9 de julio y ya a esa hora se daba la máxima. Después la temperatura fue bajando durante el día y llegó a cerca de los 0 grados en horas de la noche”, se entusiasmó la especialista y agregó, “todo esto quiere decir que ya tenemos casi 60 días con temperaturas máximas y mínimas por debajo de los valores medios. Esta última irrupción de aire frío fue una más, que en realidad ni siquiera fue récord de temperatura, hubo otras irrupciones, como la registrada durante el mes de mayo, en la que fue más baja”.
Finalmente Campetella descartó que la nevada tuviera alguna relación con el fenómeno del “calentamiento global” y afirmó que “se trató de una irrupción de aire frío particular. Tuvimos muchas irrupciones de aire frío que provocaron que nevara intensamente en otros lugares, pero en ésta se combinaron diferentes factores para que la nevada sea muy intensa en zonas en las que habitualmente no nieva”.
En busca de los orígenes
Matías Bertolotti tomó la posta con el objeto de relatar la historia, desde el nacimiento mismo, de esta irrupción de aire frío que provocó un hecho histórico en la Ciudad. A partir de una serie de imágenes y mapas fue describiendo el recorrido de esta masa de aire, así como los diversos factores que confluyeron para que finalmente tuviera lugar un evento tan extraordinario.
Todo comenzó el miércoles 4 de julio, cuando un sistema de baja presión, es decir un sistema de mal tiempo, se encontraba sobre la Península Antártica. “Ese día hubo un gran temporal, hubo temperaturas en las bases de 40 grados bajo cero. Temperaturas, no sensación térmica -remarcó Bertolotti-. Realmente fue una situación bastante complicada. Allí precisamente se dio el nacimiento de este aire frío”, explicó.
Este sistema, arrastrando vientos helados, comenzó a trasladarse hacia el este desde la región polar hacia el sur de Sudamérica, y empezó a ingresar en el continente los días jueves y viernes a través de Tierra del Fuego y Santa Cruz, cuando se produjeron fuertes nevadas en la zona.
“La presencia de un sistema de alta presión ubicado en el Océano Pacífico y otro de baja presión sobre el Atlántico, favorecieron la circulación de vientos del sur en toda la Patagonia y ese aire frío fue avanzando de manera continua hacia el norte, alcanzando el centro del país durante el fin de semana, los días sábado y domingo, cuando se produjo un marcado descenso de temperatura en toda la pampa húmeda”, describió Bertolotti.
Ahora bien, hasta ese momento esta irrupción de aire muy frío, se estaba comportando de manera similar a las que ya se habían producido en mayo y junio. ¿Pero qué particularidad tuvo para que se diera un resultado tan diferente?
El aspecto clave comenzó a tomar forma el domingo a la mañana, cuando este sistema de baja presión se partió y mientras el núcleo principal siguió desplazándose hacia el este y el noreste, una parte de ese aire muy frío empezó a acumularse sobre la costa de Chile central y sobre Cuyo.
Como consecuencia de la acción de los vientos del oeste, este núcleo que se había desprendido comenzó luego a desplazarse desde la zona de la cordillera hacia el centro del país y por tratarse de un sistema de baja presión fue provocando precipitaciones a su paso. Pero esas precipitaciones se dieron justo en momentos en que en la región central estaba instalada la masa de aire polar muy frío, en consecuencia esas precipitaciones se dieron en forma de nieve.
Primero en Córdoba; luego sobre el norte de La Pampa, centro y sur de Santa Fe; y finalmente en la tarde y noche del lunes 9 de julio alcanzó el norte de la provincia de Buenos Aires, sur de Entre Ríos y la Capital Federal, provocando una nevada de entre 10 y 13 horas de duración. En la Ciudad comenzó como una especie de agua nieve, luego una mezcla de lluvia y nieve y finalmente a medida que la temperatura descendía se transformó directamente en nieve.
“Vimos cómo se dio primero la irrupción de un aire frío muy fuerte y luego cómo un sistema de baja presión se concentró sobre la costa de Chile. Este sistema cruza hacia el este precisamente cuando la masa de aire frío polar se encontraba instalada en el centro del país. La combinanción de ambos fenómenos produjo precipitaciones y la precipitación se dio en forma de nieve”, concluyó Bertolotti.
Difícil pronóstico
Carolina Vera, por su parte, comenzó remarcando un aspecto que resulta realmente inusitado para los meteorólogos: la permanencia a lo largo de 5 ó 6 días de un sistema de alta presión en el Pacífico este y de un sistema de baja presión sobre el Atlántico. Una combinación que favorece la irrupción de aire frío. “Lo que es inusual es la persistencia de estos dos sistemas, en estos dos lugares y sobre todo el estacionamiento, el hecho de que no se hayan movido”.
A partir de una serie de imágenes animadas Vera señaló que “la circulación atmosférica en el hemisferio sur, en latitudes medias, se caracteriza por un flujo que se mueve de oeste a este, en el cual estas anomalías o perturbaciones -a los ciclones y anticiclones podemos considerarlos como anomalías-, se desplazan habitualmente de oeste a este”.
La característica infrecuente que se viene registrando a lo largo de todo este invierno, es que se ha mantenido una tendencia a sostener anomalías anticiclónicas sobre el Pacífico este y anomalías ciclónicas sobre el Atlántico. “Cuando tenemos este tipo de fenómenos nosotros los asociamos a lo que llamamos situaciones de bloqueo, es decir que por alguna razón estas anomalías se han estacionado en alguna porción del hemisferio y por lo tanto persisten sus características por mucho más tiempo que lo que normalmente se espera de ellas”, expresó Vera.
La razón para que se produzca esta situación, podría deberse a un debilitamiento en los vientos medios que se verifica en el Pacífico sudeste y que favorece el estacionamiento de estas anomalías.
En este punto el interrogante que se imponía era ¿cómo va a seguir este invierno? El patrón descripto por la especialista, que favorece la irrupción de masas de aire frío y, en consecuencia, temperaturas más bajas que las registradas en los últimos años, ¿va a cambiar o se va a mantener?
En este sentido Vera puso paños fríos a la ansiedad general y aclaró, “ustedes saben que la atmósfera es bastante caótica, tiene fenómenos de escalas totalmente diferentes que interactúan entre sí y entonces la capacidad de predecir con precisión se pierde en unos 5 ó 7 días. Sólo tenemos una capacidad de predicción más larga cuando los fenómenos atmósfericos están forzados externamente, ya sea por las condiciones del océano superficial o las condiciones de la tierra, pero cuando ese condicionante externo no está, la atmósfera se mueve según su libre albedrío. Entonces puede pasar tanto que la atmósfera mantenga este signo, como que pueda pasar a tener el signo opuesto”.
De todas maneras y teniendo en cuenta este marco de incertidumbre, la meteoróloga se animó a vaticinar que, “por lo que se ve ahora diría que las condiciones de los `oestes´ debilitados y las condiciones favorables para el bloqueo persistirían hasta mediados de este mes, lo que hace prever la persistencia de bajas temperaturas. Más allá, ¿quién podría saberlo?”, remató con un dejo de resignación.
Dada la imposibilidad de la predicción, si usted es una persona previsora no pierda la oportunidad de adquirir ahora un trineo o un buen par de esquíes, uno nunca sabe cuándo podrían ser útiles en Buenos Aires. No vaya a ser que lo vuelva a tomar de sorpresa la próxima nevada. Nadie sabe en qué momento ocurrirá, en los próximos 100 años.
Fuente: El Cable Nro. 656