
Dos (de Exactas) para triunfar
Entre más de 1600 participantes, dos trabajos de científicos de la casa recibieron destacados premios en el Concurso Nacional de Innovaciones 2007 que organiza la Secyt. En la categoría “Investigación aplicada”, los primeros puestos fueron para el físico Oscar Martínez y para el computador Juan Santos. Y Martínez, finalmente, se llevó el premio mayor.
Un sillón para mecerse en cualquier dirección, cultivos de una planta marina llamada salicornia que promete reducir el colesterol de las carnes. Aditivos de sílice a escala nanométrica para cementación de pozos petroleros. Un probiótico que previene infecciones, una microplanta portátil para producir biodiésel, una silla de ruedas apilable.
La lista, que corresponde a los premios del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR, organizado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, se completa, en otros, con el Equipo Láser de Medición de Suciedad ELMES, que recibió el premio mayor, y el robot Konabot, ambos con un factor común: son desarrollos de investigadores de Exactas.
De esta manera, la Facultad se quedó con el podio una vez más: en 2006, el premio mayor había sido para el desarrollo del grupo dirigido por el físico César Moreno: radiografías de nueva generación. Ahora fue el turno del ELMES, desarrollado por Oscar Martínez (omitido en el catálogo oficial), del Laboratorio de Electrónica Cuántica (LEC) del Departamento de Física en trabajo conjunto con Gabriel Bilmes, del Centro de Investigaciones Ópticas ubicado en La Plata.
El ELMES recibió, en primer término, uno de los cuatro premios de la categoría Investigación Aplicada. En esa misma categoría, el segundo destacado fue el Konabot, la criatura del equipo de Juan Santos, del Departamento de Computación.
Ambos desarrollos tienen puntos en común, aparte de haber salido de la misma facultad. Los dos nacieron a pedido y los dos son considerados, por algunas de sus características, únicos en el mundo. Con otros de los premios, se parecen en que tienen aplicaciones interesantes y son sumamente televisivos; en especial, el robot. Los cuatro premiados de cada categoría (ver recuadro) se llevaron 10 mil pesos y estatuillas amarillas; el mayor, 30 mil y estatuilla negra.
Lo importante es competir
Una vez pasadas varias etapas de selección, INNOVAR realiza anualmente una exposición -que esta vez tuvo lugar en el Centro Cultural Borges- donde presenta en sociedad a los 200 concursantes finales. Bien podría uno suponer que la exposición y la premiación dieron pie a informes coloridos en los noticieros y notas en las revistas dominicales de los diarios. Pero los INNOVAR no tuvieron demasiada resonancia. Pocos periodistas pasearon por los pasillos de la muestra y pocos asistieron al modesto acto de premiación. Hubo algunos mínimos flashes en la tele y sólo uno de los diarios nacionales le dedicó unas líneas menores.
En cambio, INNOVAR tuvo una gran repercusión mediática en sus dos versiones anteriores, y esa fue una de las razones que empujó a Martínez a presentarse. “Junto con Gabriel (Bilmes) pensamos que participar podía ser una buena oportunidad de difusión -cuenta-. Lo que buscabamos, que era exponer el producto, no lo logramos como pretendíamos, pero la experiencia fue interesante y nos dejó 30 mil pesos. Además, canal Encuentro nos acaba de hacer una entrevista”.
El grupo de Martínez cosechó otra distinción en la misma categoría: una mención (diploma y 3 mil pesos) por el interferómetro de banda ancha, un aparato para la medición del espesor de materiales. Ante la sorpresa del periodista, Martínez explica: “El interferómetro para medir perfiles es una colaboración con el equipo de Jorge Torga, de la UTN regional Campana. Lo que pasa (se ríe) es que mi nombre no aparece en el catálogo tampoco con este producto”.
Juan Santos, por su parte, decidió participar para, en sus palabras, “someter nuestro trabajo a una evaluación que estuviera más allá de nuestro entorno. Y, además, está bueno para exponerse”.
Durante la exposición, Konabot recibió varias visitas. “Pasó una persona que hacía explotación petrolera donde previamente se había hecho explotación minera. En el lugar había explosivos que en su momento no habían detonado y era necesario removerlos. Entonces, estaban buscando un tipo de tecnología como ésta”, relata Santos. “También se acercó una persona que estaba en una entidad vinculada con seguridad y defensa, agrega. Y, para balancear, un interesado en remover minas en Angola. Con respecto al premio cash, la gente de Santos ya lo usó: “Se fue rápido para cancelar deudas”, dice.
La idea en un chasquido
El Equipo Láser de Medición de Suciedad ELMES tiene un nombre discreto, como todo gran invento. Está compuesto por un láser, un micrófono, un digitalizador de la señal que toma el micrófono y una computadora que analiza esa señal. Esos cuatro componentes que, claro está, existían previamente al ELMES, se combinan para dar respuesta a un problema de la industria siderúrgica: la medición de la suciedad sobre las chapas. El ELMES realiza la medición del estado de ligado limpieza-suciedad sobre una superficie, y fue desarrollado a pedido de la empresa Siderar.
Parece una trivialidad, pero el problema de la suciedad es clave. Las chapas se producen en grandes bobinas. Una vez que ingresan en industrias de elaboración de productos, requieren tratamientos antióxido, de pintura o recubrimientos de protección: la calidad de la terminación de un auto, una heladera, o lo que fuera, dependerá de lo limpia que esté la chapa.
En todo el mundo, la industria siderúrgica utiliza una única técnica para medir la suciedad de las superficies: se pega una cinta a la chapa, se despega, se vuelve a pegar sobre un papel blanco, se lleva a laboratorio, se cuantifica la luz que atraviesa el papel y de ahí se deduce la cantidad de suciedad que compone la muestra. El método depende de muchas variables poco mensurables, como la presión con la que el operario pase el dedo por la cinta y, además no se puede realizar en la línea de producción, con las demoras que esto causa.
¿Y por qué, en vez de medir la suciedad, no se limpia por las dudas? “Limpiar preventivamente tiene un alto costo de producción y un alto costo para el medio ambiente, porque uno no limpia con agua, uno limpia con solventes, con electroquímica”, indicó Martínez, que considera que su sistema también ayuda como herramienta de conservación.
La suciedad se puede definir como una delgadísima capa de unos pocos micrones de aceites, grasas y partículas. Y acá aparece el descubrimiento que dio pie a la invención. “Cuando uno hace incidir sobre una superficie un pulso láser muy corto de alta energía, la suciedad se calienta bruscamente porque absorbe la radiación infrarroja y es evaporada en forma inmediata produciéndose algo así como una explosión -contó Martínez. Y a raíz de esa explosión se produce un chasquido. “Eso lo tienen que haber visto infinidad de investigadores -relató-, sólo que a nosotros se nos ocurrió que la intensidad de ese sonido podía ser una medida de suciedad”. A la gente del LEC, demostrar eso le llevó varios años de tomas de muestras en una de las plantas de Siderar, empresa con la cual se estableció un convenio.
Finalmente, la gente de Martínez midió, diseñó y dejó listo un equipo para funcionar en la línea de montaje de Siderar. Habitualmente, con el método de laboratorio, se controla tomando muestras sobre dos o tres puntos de una bobina de muchos metros de chapa; con el ELMES es posible controlar la bobina de punta a punta, y con un grado de precisión inédito.
“El producto ya está listo pero ahora hay otro problema -aclaró Martínez-. La industria que lo necesita no es la que lo va a fabricar: hay que buscar alguien que lo fabrique. Es un equipo sencillo que podría producirse en cualquier empresa chica”. Ése es el próximo desafío.
Yo, robot
Konabot también tiene potencialidad industrial. El robot desarrollado por el Laboratorio de Robótica del Departamento de Computación, es una especie de pequeño tanque que se mueve impulsado por un par de orugas creado con la finalidad de inspeccionar y, de ser necesario, manipular elementos que supongan riesgos para los seres humanos, como, por ejemplo, explosivos.
Nació a pedido de la Policía Federal Argentina, que estableció un convenio con Exactas para su desarrollo. Tres años de trabajo demandó Konabot, en los que se desarrolló no sólo el software que lo anima sino también el hardware, desde los
circuitos de las placas hasta cada uno de los engranajes: es un proyecto enteramente nacional. Y Santos destacó esa característica: “Los científicos argentinos muchas veces publicamos nuestras investigaciones en revistas de nivel internacional y éstas son utilizadas para desarrollar productos que luego nos venden a nosotros mismos”. En este sentido, Konabot es un bicho raro, porque las experiencias de armado de robots suelen incluir programación local pero los equipos son comprados en el exterior.
El robot se mueve a través de su par de orugas, pero cuenta con un par adicional que, de ser necesario, se despliega y le posibilita atravesar terrenos desparejos y transitar escaleras. Como particularidad respecto de sus pares a nivel internacional, Konabot tienen dos brazos, uno de manipulación que presenta una pinza y una cámara, y un segundo, que es únicamente de inspección y está integrado sólo por una cámara. Ambos cuentan con sistemas infrarrojos para detectar a qué distancia se encuentra el objetivo y en la base del robot existe un anillo de sonares que le permiten conocer perfectamente su entorno en un radio de cinco metros.
Los brazos de este robot tienen seis grados de libertad en sus movimientos, lo que les permite una importante destreza. La coordinación de todo su sistema está dada por una serie de redes y subredes. Aunque actualmente está previsto que se maneje a distancia desde una consola (también diseñada por la gente de Santos), el robot está posibilitado técnicamente para convertirse en autónomo en caso de que se lo programe de esa manera.
El jueves pasado, Konabot partió definitivamente del laboratorio de Santos para instalarse en su nuevo hogar: la Brigada de Explosivos de la Policía Federal.
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Fuente: El Cable Nro. 666