El índice de Yrigoyen

Trabajadores del Indec, brindaron una charla en la Facultad para relatar la lucha que mantienen desde que, a principios de este año, el gobierno decidió intervenir el organismo. Explicaron cómo se manipulan los índices, denunciaron todo tipo de amenazas y alertaron sobre el desmantelamiento del Instituto.

20 de noviembre de 2007

“Fuerzas de choque”, “patoteros”, “matones”, “resultados a punta de pistola”, “metodologías del apriete”, “ejecutar las instrucciones de los mandos”, “masacre institucional”. Estas expresiones, más propias del lenguaje cuartelario o de la descripción de algún conflicto bélico, que de lo que debería ser la rutina de trabajo diaria en un instituto de estadísticas, fueron sólo algunas de las utilizadas por los trabajadores del Indec para describir la “gravísima” situación por la que atraviesa el organismo.

El encuentro tuvo lugar el jueves pasado en el Aula Magna del Pabellón I y fue organizado por el Centro de Estudiantes, la Asociación Gremial Docente y la propia Facultad, cuyo Consejo Directivo había aprobado, pocos días antes, una resolución expresando su preocupación por la situación del Instituto, solidarizándose con la lucha de los trabajadores y señalando la necesidad de que se avance en la recuperación del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos como un organismo de funcionamiento transparente y libre de manipulaciones políticas.

El primero en tomar la palabra fue Emilio Platzer, licenciado en Ciencias de la Computación de Exactas y docente de esta casa, que se desempeñaba como coordinador informático del Índice de Precios al Consumidor (IPC), hasta que fue desplazado en abril de este año.

Platzer señaló que el objetivo de la charla era dejar claramente establecido que la intervención del instituto por parte del Gobierno persigue el objetivo de alterar el curso normal de las estadísticas “para mostrar, por ejemplo, que la inflación es menor a lo que muestra la realidad” y que, además, para alcanzar esa meta “actuaron a lo patotero. Queremos evitar que esto se convierta en una práctica habitual que el Gobierno aplique para resolver futuros problemas en otros ámbitos, cuando los resultados no les den como ellos quieran”.

Los fríos números

Los institutos de estadísticas de todo el mundo, entre ellos el Indec, aplican metodologías para la construcción de sus mediciones a partir de determinadas teorías. El índice de precios, por caso, es una medida de la evolución de los precios de la economía en general, que se toma en casi todos los países de manera estándar, siguiendo recomendaciones internacionales con adecuaciones para cada lugar.

“Una característica fundamental que tiene que tener una estadística -explicó Platzer- es que tiene que ser comparable, robusta y objetiva. Si nosotros la cambiamos todos los meses, entonces no sabemos lo que estamos midiendo y se hace imposible comparar hacia atrás. El IPC, en definitiva, lo que mide es el promedio de un conjunto fijo de bienes y servicios. Entonces cuando comparamos la inflación del 2006, contra la que hubo en el 2005, ó el 2001, sabemos que estamos hablando siempre de lo mismo. Cosa que no podemos hacer este año, porque modificaron las metodologías en forma secreta. Es muy importante, entonces, que las estadísticas tengan una metodología que sea estable, comparable hacia atrás y que sea público qué es lo que se está midiendo. Así se trabajaba con el IPC hasta diciembre de 2006, que fue el último índice confiable. Lo que tenemos hoy, es un mamarracho.

El desembarco

Marcela Almeida es doctora en Matemática y docente de la Facultad. Era la coordinadora del IPC Nacional hasta que fue desplazada en el mes de septiembre. Abrió su intervención con una pregunta que buscó establecer un parangón entre el trabajo científico y lo que ocurre en el organismo. “¿Qué pasaría si, en la Facultad, se le ordena a un matemático o a un físico cambiar el resultado de su trabajo alegando que es por una cuestión patriótica o lo que sea? ¿Qué reacción habría? Ese es el tipo de planteo que nos hicieron”.

Las irregularidades comenzaron a fines de enero de este año, cuando por orden del Ministerio de Economía se desplazó a la directora del IPC, Graciela Bevaqua y se la reemplazó por una delegada del secretario de Comercio Interior, Beatriz Paglieri. “Se presentó como una delegada del gobierno, aclaró que venía para cumplir instrucciones y que todos debíamos hacer lo mismo. ‘Se acabó la época de los librepensadores’ es una de sus frases de cabecera”, relató Almeida.

¿Qué estaba ocurriendo en enero? Las estimaciones hasta la tercera semana, permitían proyectar una inflación cercana al 2% para todo el mes. Ese guarismo aparentemente resultaba inaceptable para el Gobierno que, con la llegada de Paglieri, dispuso tres medidas importantes para alterar esa cifra.

La primera fue no tomar el aumento de hasta un 22% en la medicina prepaga y sólo computar un 2% que era el incremento oficialmente permitido. La segunda fue en el ámbito del turismo, donde se dejaron de lado los datos que relevaron los encuestadores que señalaban una suba de alrededor del 8% y se cambiaron por los números entregados por la Secretaría de Turismo, relacionados con los acuerdos de precios alcanzados para ese verano. Y la tercera fue sacar la lechuga de medición porque había aumentado mucho.

“Esto va en contra de cualquier estadística, porque si sólo se tomaran las cosas permitidas, no habría que hacer un operativo de campo recogiendo precios todos los días, simplemente llamaríamos a las empresas y les preguntaríamos cuánto vale tal cosa y se acabó la discusión. Además, sería imposible hacer encuestas sobre trabajo en negro o drogadicción porque están prohibidos”, dice indignada Almeida.

Finalmente el 5 de febrero se dio a conocer públicamente el índice retocado. “Nosotros decimos que se hizo a punta de pistola, porque hubo todo tipo de presiones y amenazas contra el personal, y el día que se publicó había personal armado de policía y de civil en todo el piso”, detalló.

La mancha de aceite

Estas prácticas llevadas adelante por la intervención durante enero, lejos de detenerse, se profundizaron a lo largo de los meses y se fueron extendiendo hacia más productos y servicios y abarcaron nuevas áreas del organismo, relevando de sus lugares de trabajo a los técnicos que se negaron a seguir las órdenes.

Cynthia Pok es socióloga, docente de la UBA y era la directora de la Encuesta Permanente de Hogares, hasta que fue desplazada en el mes de julio. “En el caso del Indec, el embate contra la parte científica viene unido con un plan de desmantelamiento del organismo porque una cosa sin la otra no se puede hacer”, aseguró.

La encuesta permanente de hogares tiene entre sus responsabilidades calcular, mes a mes, la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Total de bienes y servicios que se consumen en los hogares, a partir del resultado del IPC. “Estando el IPC absolutamente cuestionado y denunciado, obviamente desde el equipo de EPH nos negamos a calcular las canastas en estas condiciones. Entonces con distintos niveles de intensidad y de violencia fuimos conminados a calcularlas igual. Sin embargo, y a pesar de nuestra negativa, misteriosamente la canasta se calculaba igual en algún lugar del Indec”, contó Pok.

Esta situación se fue prolongando hasta el mes de junio, momento en el cual el Instituto debe calcular la pobreza y la indigencia. Con ese fin se deben comparar los ingresos percibidos por la población que se relevan en la EPH, con los valores de la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Total. “Por supuesto que estimamos que, dado que no habíamos tenido respuesta a nuestros planteos durante los seis meses previos, menos aún íbamos a calcular, en estas condiciones, la pobreza. Entonces pusimos un memo, firmado por mí, y otro reafirmándolo con la firma de 16 responsables del programa, sosteniendo que no estaban dadas las condiciones para medir la pobreza. El escrito entró un miércoles a la noche. El viernes a la noche me enteré por Crónica TV que había sido desplazada de la dirección de la EPH”, describió con minuciosidad Pok.

Luego de 45 días de huelga y otros 18 en los cuales las autoridades les impidieron acceder a los sistemas informáticos, los trabajadores comprendieron que estaban ingresando a una etapa de confrontación aún más dura y que tenían que enfrentar nuevas estrategias implementadas desde la intervención. “Empezó a visualizarse, mucho más claramente, una situación de desmantelamiento que se expresaba en prácticas tales como entrar de noche en las computadoras de un sector, llevarse las bases de datos, calcular resultados en la dirección, y publicarlos como si fueran de la EPH, pero que la EPH no había producido”, describió Pok y agregó, “al mismo tiempo ingresaron al organismo unas 150 personas, para ocupar puestos que ya estaban cubiertos, con el objetivo de desplazar a los sectores que defendieron activamente las estadísticas públicas. Es una estrategia de desmantelamiento por inundación”.

Pok consideró que están llevando adelante una “masacre institucional gravísima” contra el Indec y sostuvo que los trabajadores están haciendo todo lo posible para defender la institución. “Hicimos absolutamente todo lo que pudimos, en lo técnico, en lo legal y en lo político. Nosotros vamos a seguir luchando, pero podríamos dejar de hacerlo, porque a esta lucha ya la ha tomado toda la sociedad. El hecho de que tanta gente haya tomado cartas en el asunto es nuestro triunfo, del cual estoy absolutamente convencida”.

¿Y ahora qué?

Una de las grandes incógnitas que dirigentes y analistas han intentado desentrañar a lo largo de todo este año son las verdaderas causas que han impulsado al Gobierno a seguir adelante con este dislate, que ya ha superado la imaginación aun de los más aventureros.

Consultado sobre este punto, Platzer fue tajante, “yo creo que no nos tienen que importar los motivos. Al contrario, nosotros tenemos que tener en claro que las estadísticas hay que hacerlas bien, independientemente de los motivos que tenga la persona que las quiera falsear. No hay motivo para mentir en las estadísticas. Ellos, los que están mintiendo, quieren discutir sobre los motivos, entonces dicen que si los bonos, si la especulación, si la expectativa inflacionaria. Ellos tienen un montón de argumentos para mentir y tendrán un montón que no dicen, pero ninguno justifica la mentira”.

Mucho se ha especulado también con que el Gobierno sostendría la intervención en el instituto hasta triunfar en las elecciones, para iniciar luego una etapa de normalización. Sin embargo, el despido de trece trabajadores (luego reincorporados en el área de Economía) y la renuncia a continuar en el cargo del actual ministro del área Miguel Peirano, no parecen constituir señales positivas en este sentido. De todas maneras, un punto clave será la continuidad o no del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en el gabinete de Cristina Kirchner.

“Es lamentable pero no vemos ningún síntoma de que se vaya a volver atrás con la intervención. La dirección, con su actitud patoteril, parece que se está institucionalizando. Es más, la directora dijo antes de las elecciones, ‘cuando ganemos los vamos a pasar por arriba’. Tampoco el gabinete de Cristina es muy alentador porque no ha habido muchos cambios. Tenemos un optimismo apenas moderado porque no podemos darnos el lujo de ser pesimistas”, admitió Almeida.

Fuente: El Cable Nro. 671

Gabriel Rocca