
El oro y el barro
El Foro de Recursos Naturales organizó la proyección del documental Cielo abierto, que muestra la lucha de los habitantes de Famatina y Chilecito, en La Rioja, en contra de la explotación de una mina de oro en la zona. Posteriormente tuvo lugar un debate acerca de las graves consecuencias ambientales que provoca esta actividad.
La escena es la siguiente: el subsecretario de Minería de La Rioja, Abel Nonino, junto a un grupo de asesores, se presentó en una de las reuniones de la asamblea de la ciudad de Famatina, para explicar todos los supuestos beneficios que la instalación de una mina de oro a cielo iba a traer a la zona. Hacía rato que la charla había comenzado y la situación no era la que los funcionarios habían imaginado. En lugar de un grupo de vecinos ignorantes, sumisos y fáciles de manejar, se encontraron con ciudadanos organizados e informados que les exigían precisiones acerca de los aspectos más oscuros del proyecto.
La pregunta fue precisa y contundente: “¿cuánta agua va a utilizar la minera y de dónde la va a sacar?”, disparó una mujer. “Eso no lo sabemos”, admitió el funcionario. Enseguida otra asambleísta volvió a pedir precisiones: ¿cuánto cianuro van a usar para extraer el oro? Nonino, cada vez más nervioso, tuvo que repetir, “eso no lo sabemos, pero no es cianuro puro”, aclaró sin tranquilizar a ninguno de los presentes. Y finalmente llegó el golpe final. Otra vecina le pidió que dijera si además de estar a cargo del área de minería desempeñaba algún otro rol en la provincia. “Sí -reconoció Nonino- soy director de Medio Ambiente”. Un irónico aplauso general selló el fracaso de la misión del funcionario.
Esta descripción corresponde a un tramo de la película Cielo abierto, un documental que relata la manera en que los vecinos de Famatina y Chilecito impidieron la explotación de un yacimiento de oro en esa región. El film fue proyectado el viernes pasado en el Aula Magna del Pabellón II y posteriormente tuvo lugar un extenso debate acerca de las peligrosas consecuencias ambientales, económicas y sociales que el avance de la minería a cielo abierto está provocando en el país.
El evento fue organizado por el Foro de Recursos Naturales, un grupo interdisciplinario constituido por estudiantes, graduados e investigadores de la Facultad, que tiene por objetivo incentivar el debate acerca de cuál debe ser el rol de la universidad en materia de recursos naturales, tanto en lo hace a su protección, como a su utilización responsable y sustentable.
De la mesa redonda participaron: Carlos Ruiz, director de la película; Norma Giarracca, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) e investigadora del Instituto Gino Germani; María dos Santos Afonso, investigadora del Departamento de Química Inorgánica de la FCEyN y del Instituto de Química Física de los Materiales Medio Ambiente y Energía; y representantes de las asambleas ciudadanas de La Rioja y Esquel. Actuaron como moderadores, la bióloga Gabriela Hermitte y el geólogo Pablo Leal, integrantes del Foro.
La cordillera en peligro
Carlos Ruiz contó que a partir de finalizada la película, en diciembre de 2007, se produjo un cambio inesperado en el actual gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, quién hizo toda su campaña apoyando la movilización ciudadana en contra de la minería y, apenas asumió, modificó totalmente su posición. “Cómo habrá sido de grotesco y de rápido el cambio, que nos dio tiempo de incluirlo en el film”, dijo, y agregó, “en todos estos meses no ha hecho otra cosa que profundizar su política pro minera”.
Por otro lado, el cineasta destacó que la lucha ciudadana ha crecido mucho y que las asambleas, que surgieron en Famatina y Chilecito, se extendieron a toda la provincia. A pesar de este hecho, sostuvo que las empresas han hecho un avance fenomenal, “ya no vienen sólo por el oro, sino también por el uranio. Y como no pueden entrar a Famatina, avanzan sobre otros lugares donde la gente está menos preparada. Toda la provincia está entregada a las mineras”.
Ruiz señaló que una vez que las empresas se instalan en un lugar resulta muy difícil sacarlas. “Ellos tienen una metodología planificada. En cuanto llegan les ofrecen trabajo a los parientes de los vecinos que van a las asambleas. De esa manera logran dividir a la gente, dividir a las familias y entonces esas personas dejan de participar. Así ocurrió en Catamarca y está empezando a suceder en varias localidades riojanas”.
Finalmente, el realizador sostuvo que es mentira que este tipo de emprendimientos traigan trabajo y desarrollo y que es un negocio muy malo para el país. Y alertó: “hay cientos de proyectos mineros a lo largo de toda la cordillera, los Andes están en peligro”.
Minería vs. agricultura
En principio, Giarraca ubicó a estos conflictos dentro de un marco más general, tanto para Argentina como para América Latina, al considerar que “las mismas luchas sociales que durante los años 90 apuntaban a evitar la pérdida de derechos, actualmente aparecen dirigidas a la defensa de los recursos naturales”.
En términos más específicos, la socióloga explicó que a partir de sus acercamientos a las asambleas de La Rioja, pudo entender que gran parte del rechazo a la minería que sienten esos vecinos está relacionado con su decisión de seguir reproduciendo una forma de vida sustentable que ellos heredaron de sus padres y abuelos. “Esa característica hace que estas poblaciones tengan un cierto orgullo de pertenencia, una relación de mucho aprecio por el territorio, con esos lugares que los marcaron y que fueron marcados por ellos”.
A la hora de un análisis más estructural, la investigadora adelantó que si la minería avanza en La Rioja, va a entrar en conflicto con una de las actividades productivas más importantes de la región: la agricultura. La vitivinicultura, los olivares, los frutales, la horticultura, son producciones que cuentan con una larga tradición en la provincia y que son sustentables gracias a la implementación de distintas técnicas de riego para aprovechar al máximo el agua que proviene de los glaciares de montaña o de los acuíferos. “La enorme cantidad de agua que requiere este tipo de minería hace que resulte imposible su coexistencia con la agricultura. Hay que recordar que La Rioja forma parte del 75 por ciento del territorio argentino que es árido y semiárido”.
A partir del análisis de esta situación, Giarraca llamó la atención acerca de las características que podría tener la futura matriz productiva del país. “Con la amenaza de la minería sobre todas las agriculturas cordilleranas y la llegada de la semilla transgénica de soja, que requiere menos de 400 milímetros de agua, parecería que se va delineando para la Argentina un nuevo rol en el mercado mundial. Convertirnos en importadores de alimentos, excepto los que se produzcan la zona pampeana y en exportadores de oro, uranio y soja”.
Altamente tóxicos
Dos Santos comenzó diciendo que su intención era realizar un aporte de tipo técnico, a raíz de sus conocimientos en el área de la química y, particularmente, porque con su grupo de investigación se encuentran avocados al estudio de la contaminación en cursos de agua.
La experta advirtió que no va a ser sólo por cianuro el tipo de contaminación que se va a encontrar en las zonas en que se desarrollan emprendimientos de minería a cielo abierto. “Es un tema mucho más complejo. El tratamiento con cianuro que aplican las empresas para la liberación del oro va a liberar, además, otra serie de minerales que son tanto o más tóxicos que el cianuro”. Y agregó, “la necesidad elaborar un plan de disposición final de las aguas servidas implica un grave riesgo que tiene que ver con la distribución de los efluentes contaminados. Lo que se agrega al aumento de la desertificación debido al uso intensivo del recurso”.
En relación con la metodología de trabajo necesaria para que las denuncias puedan elaborarse a partir de una base de información sólida, la investigadora resaltó la necesidad de conocer la composición básica del área en dónde se va a instalar cualquier industria que se supone que pueda dañar el ambiente. “Si no existen datos previos, mineralógicos, geológicos, hidrológicos, químicos, atmosféricos de un sitio, luego resulta difícil responsabilizar a una empresa ante la evidencia hallada a posteriori.”
Por esta razón, dos Santos consideró indispensable que los movimientos sociales que promueven la defensa del ambiente puedan conseguir el apoyo técnico y científico necesario para elaborar estas líneas de base.
Colonización institucional
A la hora de la participación del público, muchas de las intervenciones expresaron su preocupación por el rol que están jugando diversas instituciones públicas que deberían ser las encargadas de estudiar y controlar a las empresas que desarrollan actividades que presuntamente generan daño ambiental.
En ese sentido, muchos de los participantes describieron distintos tipos de maniobras, fundamentalmente económicas, a partir de las cuales, las compañías interesadas van ganando influencia sobre estos organismos. Por ejemplo: con la compra de de equipamiento sofisticado o con la contratación de profesionales de esas instituciones.
Una de las personas presentes citó el caso de la Universidad Nacional de Tucumán y afirmó que debido al ahogo presupuestario al que se ve sometida por el Estado, cada vez ocupan un rol más preponderante los aportes que realiza la empresa minera Bajo la Alumbrera. También señaló que en esta Facultad, “en la Semana de la Geología, participaron con stands las firmas Repsol y Pan American Energy”.
Frente a esos cuestionamientos, Pablo Leal, geólogo y miembro del Foro admitió que existe un debate acerca de cómo debe posicionarse el Departamento de Geología en relación con la minería a cielo abierto. Pero aclaró, “no todos los geólogos están a favor de esta actividad y muchos estamos viendo de qué manera podemos colaborar con las asambleas que rechazan a las mineras”. Por otro lado, Leal aseguró que “no existe aporte directo alguno, de ninguna empresa en el Departamento”, aunque reconoció que “la vinculación, en todo caso, se da a partir de contratos de asistencia técnica con algunas personas”.
Enseguida, Giarraca se sumó a la polémica. “No es un problema de los geólogos. Es un problema de los geólogos, hidrólogos, arqueólogos, sociólogos, agrónomos. De todos los universitarios que, en este momento, son presionados para actuar en función de la colonización que el mercado ha hecho de las instituciones universitarias”. Y añadió: “no solamente hay convenios entre Monsanto y Conicet, sino un premio del Conicet que aporta Monsanto. Incluso, hace muy poquito, estaban por crear un premio Barrick Gold, que se frenó por las consecuencias que podía traer”.
Finalmente la socióloga expresó, “es muy bueno que estos temas se discutan en la universidad, porque cuando la ciencia se desconecta del discurso de las poblaciones y de los pensamientos sociales críticos, pierde su rumbo. Esperemos que la ciencia argentina no lo pierda”.
Fuente: El Cable Nro. 710