
En la cima
El geólogo de esta Facultad, Víctor Ramos, un apasionado investigador de los Andes, fue distinguido con el premio que otorga la Fundación Bunge y Born a la investigación científica. Es la primera vez, desde que se empezó a entregar esta distinción en 1964, que resulta elegido un representante del área de las Ciencias de la Tierra.
– ¿Qué significado le otorga usted a este premio?
– En primer lugar estoy muy halagado porque es la primera vez, en toda la historia de este premio, que se considera a las Ciencias de la Tierra y a un investigador en este campo como para recibir una distinción. Además es un orgullo que por segundo año consecutivo reconozcan a un investigador de esta Facultad, que la verdad está casi acaparando este tipo de premios. Y en lo personal debo decir que me resulta muy grato porque es la primera vez que recibo un reconocimiento desde fuera de la comunidad geológica.
– ¿Sabía que lo estaban considerando como candidato para el premio?
– No, para nada, actuaron con mucho sigilo. El sistema de selección es complejo. Por lo que sé, un grupo de expertos internacionales junto con expertos locales eligieron una serie de ternas y luego un jurado las analizó y eligió a los dos ganadores. Yo soy el ganador de la parte vieja de la terna (risas), que es la de trayectoria, y un joven muy brillante, de la Universidad de Córdoba, recibió el premio al joven investigador.
– Usted es un apasionado estudioso y divulgador de la relación de Darwin con la geología. Y justamente recibe este premio en un año de reconocimiento mundial hacia Darwin.
– Mire, yo hace muchos años que trabajo en la cordillera y si uno trabaja en la alta Cordillera de los Andes, sabe que el primer geólogo que hizo observaciones sobre esa región, trató de comprender cómo se habían levantado los Andes, mediante qué mecanismos, fue Darwin. Y además, actualmente, al pasar la información de Darwin por el filtro de las más modernas teorías, se ve que sus observaciones siguen absolutamente vigentes. Él fue uno de los primeros que propuso que la cordillera no se levantó como un solo macizo, todo junto. Sostuvo que había evidencias que mostraban que la parte occidental de la cordillera, la parte chilena, se levantó primero y que, después, se levantó la parte más oriental, la argentina. Entonces es un gran mérito de Darwin, pero más bien, mérito de las observaciones sistemáticas que son las que realmente hacen descollar a Darwin en esa época. Él reunió una serie de observaciones y después analizándolas dedujo cómo era el mecanismo del levantamiento. Yo siempre digo que si Darwin no hubiese escrito el Origen de las Especies estaríamos, este año, conmemorando el 200 aniversario de uno de los geólogos que primero entendió cómo se forman de las cordilleras.
– A lo largo de su trayectoria se observa un intenso trabajo como formador de recursos humanos, ¿a qué se debe?
– Yo siempre tuve una gran vocación por la docencia. Una persona no se puede conformar solamente con investigar y aumentar su conocimiento sin compartirlo. Además en relación con eso a mí, me pasaron muchas cosas. Yo a principios del 65 me fui becado a hacer un master a Holanda y cuando volví a fines del 67, encontré que todo había cambiado. En el medio pasó el golpe de Onganía y la noche de los bastones largos. Desde ese momento y durante 17 años tuve cerradas las puertas del Departamento de Geología. Recién en diciembre del 83, Gregorio Klimovsky me invitó personalmente a volver a la Facultad y ahí retomé mi actividad ¡Había cada zapallo acá adentro! Y la manera en que formaban a los alumnos, era un crimen. Eso fue lo que dejó la dictadura y los imbéciles que estuvieron especialmente en el Departamento de Geología. Fue terrible, porque de acá salió el rector de la UBA después del golpe del 66, cuando Onganía no conseguía a nadie que quisiera asumir. Y el decano de la Facultad fue otro geólogo. Hicieron estragos. Por eso cuando yo llegué hubo una gran eclosión. Toda la gente quería hacer la tesis conmigo. Yo siempre tuve mucha aceptación en los alumnos, básicamente por la comparación con lo que había pasado antes.
– ¿Cómo evalúa el panorama actual de la geología en Argentina?
– Está compitiendo, como casi todas las disciplinas. Si uno mira la producción científica de física, química, geología, matemática, estamos todos alrededor del puesto 320, 330, 340 en el ranking mundial. Salvo el caso de la agronomía, que está por delante porque tiene una larga trayectoria en nuestro país y porque existe la necesidad de que haya un desarrollo en esa área. Lo que hay que destacar es que en geología hay mucha gente joven muy capaz. Yo los veo a los investigadores asistentes del Conicet, tienen antecedentes extraordinarios. Vienen trabajando a un ritmo, a un nivel de conocimiento, produciendo cosas que están en la frontera del conocimiento. Entonces, yo digo que no sólo en este departamento, sino en muchos otros de esta facultad, tenemos el futuro garantido.
– ¿Cuáles son sus planes para el futuro?
– Yo hace más de cuarenta y tantos años que trabajo en los Andes argentino-chilenos, y solamente en los últimos 4 ó 5 años he podido trabajar un poco en Colombia, en Ecuador, en Perú. Ahora quiero aprovechar la oportunidad, dado que el año que viene me jubilo y entonces paro de dar clases todos los días, para dedicarme a estudiar el resto de los Andes. Así que, de aquí a veinte años, espero conocer los Andes del resto de Sudamérica tan bien como conozco a los nuestros.
Fuente: El Cable Nro. 719