
Insecticidas y herbicidas naturales
Científicos argentinos de la UBA y el Conicet encontraron en diversas plantas compuestos que dañan a algunos insectos, entre ellos, el gorgojo de la harina, la mosca de la fruta y la mosca doméstica. En otros casos, también inhiben el crecimiento de ciertas herbáceas.
Son plantas diversas que crecen fácilmente y están diseminadas en distintas regiones del país como el Litoral y el Norte. Es más, resulta posible toparse con alguna de estas especies en la propia ciudad porteña de modo silvestre. Si bien pueden pasar desapercibidas, científicos argentinos hallaron que poseen compuestos que afectan a insectos como el gorgojo de la harina, la mosca de la fruta y la mosca doméstica. Asimismo, los investigadores encontraron variedades con productos naturales que pueden inhibir el crecimiento de ciertas herbáceas, como haría un herbicida, es decir mostraron un efecto fitotóxico.
“Se trata de productos naturales que se extraen de distintas plantas. Algunos de estos compuestos -llamados withanólidos- tienen actividad insecticida y otros, fitotóxicos”, describe el doctor Gerardo Burton, del departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Hemos realizado pruebas con los productos naturales aislados de las plantas y también con derivados modificados por síntesis. Actualmente desarrollamos un proyecto más amplio de síntesis de análogos de estos compuestos”, añade desde su laboratorio en la Ciudad Universitaria.
Precisamente, en ese campus universitario de la UBA es posible hallar una de las especies en cuestión: Salpichroa origanifolia, vulgarmente conocida como uvita del campo que contienen compuestos que afectan a la mosca doméstica, a las larvas del gorgojo de la harina y a la mosca de la fruta. “Actúan principalmente como inhibidores de alimentación pero también producen malformaciones en el desarrollo de los insectos”, señala Burton, director del Instituto de Unidad de Microanálisis y Métodos Físicos Aplicados a Química Orgánica (UMYMFOR) de CONICET-UBA.
En otras palabras, las formas de ataque son de diferente tipo. Uno es el efecto anti-alimentario o de inapetencia que “hace que el insecto pierda las ganas de comer. Empieza a ingerir la hoja y enseguida la deja. Esto provoca, por ejemplo, que al incorporarse estos compuestos en la dieta de las larvas de moscas domésticas, los adultos tengan menor tamaño al normal o directamente mueran”, relata. El segundo modo de agresión “es que estos compuestos no permiten completar la muda, quedando a mitad de camino el ciclo normal de desarrollo del insecto, lo cual influye en su reproducción”, precisa el científico que trabajó en conjunto con especialistas de la Facultad de Agronomía de la UBA y del CIPEIN.
En la naturaleza, estos componentes no se encuentran presentes en igual proporción a lo largo de todo el año. “Algunos de estos compuestos –indica Burton- la planta los sintetiza en gran cantidad en verano cuando hay mayor cantidad de insectos y los usa como defensa”.
Plantas que actúan sobre otras
Los investigadores estudiaron numerosas especies en busca de componentes insecticidas y también fitotóxicos. “Se puede detectar la fitotoxicidad cuando se observa que alrededor de una planta no crecen otras. Esto es porque libera compuestos al terreno que inhiben el crecimiento de otras especies en su cercanía”, explica Burton, investigador del CONICET. Es decir, que esta propiedad característica de ciertas especies hace las veces de un herbicida natural pues aleja cualquier posible competidora que pueda ocupar su lugar y le afecte su desarrollo.
Tras innumerables pruebas, los científicos encontraron en compuestos extraídos de Jaborosa bergii, -planta que crece en la zona central del país desde Buenos Aires a Catamarca-, que mostraron una significativa inhibición de crecimiento de ciertas especies como Chenopodium album, nombre vulgar quinoa, e Ipomea Purpurea, conocida comúnmente como campanilla.
“Actúan principalmente como inhibidores de desarrollo radicular y de germinación. La mayoría de los compuestos activos tienen acción selectiva sobre dicotiledóneas y muy poco o ningún efecto inhibitorio sobre monocotiledóneas (en algunos casos incluso el efecto opuesto)”, indica el doctor Burton, quien desde hace muchos años trabaja en colaboración con el grupo del Dr. Juan Carlos Oberti de la Universidad Nacional de Córdoba y con el apoyo de los botánicos del IMBIV (CONICET-UNC).
Numerosos resultados muestra el equipo del doctor Burton a la hora de aislar compuestos de efectos diversos en distintas especies vegetales. “Un 25% de los withanólidos conocidos los hemos encontrado nosotros en la Argentina trabajando con plantas autóctonas y de Sudamérica”, menciona, al tiempo que no pierde la mirada en el futuro. Queda por delante la elaboración de análogos de los compuestos actualmente aislados. “El producto natural suele ser demasiado complejo y escaso para ser utilizado directamente en forma práctica. La idea es en el laboratorio acotar aquella parte que es importante para la actividad buscada, es decir desarrollar análogos de estructura más simple y que puedan obtenerse por síntesis química”, concluye.
Fuente: Publicado en La Nación 02/01/2010