Estudian la comunicación sexual de las vinchucas

Un equipo de científicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y de la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil intenta descifrar los mecanismos de comunicación que gobiernan la conducta sexual de este insecto, vector de la enfermedad. Esto podría aprovecharse en el futuro para intentar controlar su comportamiento. Unos 15 millones de latinoamericanos padecen este mal.

10 de mayo de 2010

Mientras unos quince millones de latinoamericanos padecen el Mal de Chagas -y más de 90 millones están en riesgo de contraerlo-, los científicos buscan herramientas que ayuden a remediar este padecimiento y, para ello, abordan el problema de maneras muy diversas. Una de ellas, es el estudio del comportamiento de la vinchuca, el vector de esta enfermedad.

En este camino, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA y de la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ) de Brasil intenta descifrar los mecanismos de comunicación que gobiernan la conducta sexual del insecto, lo cual podría aprovecharse en el futuro para intentar controlar su comportamiento.

“Comprobamos que ciertos olores de las hembras inducen a los machos a iniciar el vuelo”, revela el doctor Gabriel Manrique, investigador del Conicet en el Laboratorio de Fisiología de Insectos de la FCEyN. “Se sabía que la temperatura y el estado nutricional de la vinchuca son factores que influyen en el inicio del vuelo. Pero, curiosamente, nadie había indagado sobre la posibilidad de que el vuelo de estos insectos estuviese relacionado con el comportamiento sexual y mediado por sustancias volátiles”, completa.

Los resultados del estudio, que también firman Claudia Zacharias, Gina Pontes y Marcelo Lorenzo, fueron publicados en el Journal of Chemical Ecology.

Sexo grupal

En varias especies de vinchuca (entre ellas Triatoma infestans, vector del Chagas en nuestra región) cuando una pareja se aparea es rodeada por los machos que se encuentran próximos al lugar donde se produce la cópula. Luego, estos voyeurs se aparean sucesivamente con la hembra.

En 1995, la observación de este fenómeno -denominado “agregación”- llevó al equipo de Manrique a postular la hipótesis de la existencia de una feromona sexual, es decir, una señal química que sería emitida por la hembra durante el apareamiento.

Para poner a prueba esa idea, los investigadores efectuaron experimentos de oclusión selectiva, en los cuales se tapa con parafina, de manera alternativa, cada una de las glándulas del insecto que emiten secreciones y, luego, se observan los efectos de esa obturación en el comportamiento de esos animales. En este caso, había dos candidatas potenciales como fuente de la señal química sexual: las glándulas de Brindley y las glándulas metasternales (GM), ambas localizadas en el tórax de los adultos de ambos sexos.

Aplicando esta técnica de oclusión en cada una de las glándulas de las hembras, comprobaron que solamente el bloqueo de las GM producía alguna alteración (inhibición) en la conducta sexual de los machos y, por lo tanto, concluyeron que las sustancias contenidas en las GM de las hembras son las que promueven la ocurrencia de la cópula y, también, el fenómeno de agregación.

Ahora, con ese conocimiento previo y mediante un ingenioso dispositivo, los científicos repitieron los ensayos de oclusión selectiva pero, esta vez, analizaron los efectos del bloqueo de las glándulas sobre el inicio del vuelo en ambos sexos. El resultado también se repitió: los compuestos emitidos por las hembras a través de sus GM son los que inducen a los machos a volar en busca de pareja, y no a la inversa.

Si bien el experimento de inicio de vuelo se efectuó utilizando una especie de vinchuca (Rhodnius prolixus) que habita en el extremo norte de Sudamérica y en ciertas partes de América Central, “los resultados preliminares de los experimentos con T. infestans indican que obtendremos los mismos resultados”, señala Manrique. “Estos experimentos demuestran que las sustancias volátiles de las glándulas metasternales de las hembras juegan un papel preponderante en el comportamiento sexual de estas especies de vinchuca”, añade.

El equipo argentino-brasilero ya identificó los compuestos químicos que están presentes en las GM de las hembras de ambas especies: “Lamentablemente son varios. Por lo tanto, ahora tenemos que determinar cuál de estas sustancias o qué combinación de ellas y en qué concentraciones actúa como feromona sexual”, explica Manrique.

Actualmente, para controlar a ciertas especies de insectos plaga se emplean técnicas de confusión sexual que utilizan feromonas, con la finalidad de evitar apareamientos o para capturar una proporción grande de machos. “Si logramos identificar la feromona, se podría determinar si es posible manipular el comportamiento de los machos y, tal vez, en ese caso, lograr un control del vector del Chagas”, opina.

Fuente: Publicado en La Nación el 10/05/2010

Gabriel Stekolschik