
Inventor de madres
A los 85 años, con su salud quebrantada, el británico Robert Edwards ganó el premio de la Academia Sueca por el “desarrollo del tratamiento de fecundación in vitro en seres humanos”, según el comunicado de la entidad. Su logro permitió tratar la infertilidad, un problema que afecta a poco más del 10% de las parejas. Se lo considera el padre del primer “bebé de probeta”, que nació en 1978.
En los años 50 del siglo pasado, cuando Edwards inició las investigaciones que lo llevarían al Nobel, el mundo todavía no estaba preparado para admitir la posibilidad de fertilizar un óvulo humano fuera del cuerpo de una mujer. De hecho, cuando decidió iniciar sus experimentos de reproducción artificial con células humanas –entusiasmado porque otros investigadores habían logrado fertilizar óvulos de conejo en un tubo de ensayo- debió enfrentar la oposición de la Iglesia, el Gobierno, los medios de comunicación y, también, el escepticismo de algunos científicos de esa época. Por otra parte, en ese entonces, el problema era la superpoblación, antes que la infertilidad.
Pese a ello, y gracias a los aportes de fondos privados (el National Research Council, que es la agencia de financiación oficial de Gran Bretaña, le había retirado sus aportes), Edwards pudo continuar con su trabajo y, durante su travesía, realizó hallazgos muy importantes: dilucidó cómo madura el óvulo humano y cómo las hormonas regulan ese proceso y, también, cuál es el momento preciso en el que el óvulo está susceptible para ser fertilizado por el esperma. Además, determinó las condiciones en las cuales el espermatozoide se activa y adquiere la capacidad de fertilizar.
A finales de los años ´60, Edwards logró, por primera vez, fertilizar in vitro un óvulo humano. Sin embargo, el huevo fertilizado no conseguía desarrollarse más allá de la primera división celular. A partir de sus estudios previos con ratones, el científico atribuyó este problema a que el óvulo pasaba demasiado tiempo fuera del cuerpo de la mujer mientras se lo hacía madurar in vitro. Por lo tanto, decidió utilizar gametos femeninos que hubieran completado su ciclo de maduración dentro del organismo.
Fue entonces cuando se contactó con el ginecólogo Patrick Steptoe, uno de los pioneros de la todavía incipiente laparoscopía, técnica que les permitió conseguir óvulos maduros directamente del ovario. Con este procedimiento, lograron obtener embriones de hasta ocho células y, después, de dieciséis. Habían demostrado que el embrión humano puede dividirse in vitro.
Para tratar de prolongar el desarrollo de esos embriones tempranos, Edwards y Steptoe -a quien no se le otorgó el Nobel 2010 debido a que falleció en 1988- decidieron devolverlos inmediatamente al organismo, para que continúen su evolución in vivo. Luego de más de cien intentos fallidos, comprendieron que el tratamiento hormonal que se les daba a las mujeres para inducir la maduración de los óvulos era lo que impedía la implantación del embrión en el útero. Por lo tanto, optaron por cambiar el protocolo de tratamiento hormonal y, en 1976, lograron el primer embarazo exitoso. Pero tuvieron mala suerte: el embrión se implantó fuera del útero y debieron suspender el proceso de gestación.
And the winner is…
Finalmente, el 25 de julio de 1978, a las 23.47 hs., con un peso de 2700 gramos, nació Louise Joy Brown, el primer ser humano originado a través de la técnica de fertilización in vitro.
Después del nacimiento de Louise Brown, Edwards y Steptoe fundaron un centro clínico y de investigación para tratar la infertilidad, en donde realizaron modificaciones a los protocolos de estimulación hormonal y de cultivo de embriones. Allí nacieron el segundo y el tercer niño fecundados in vitro y, para el año 1986, los “padres” del procedimiento habían sido los responsables de mil nuevos partos.
Desde entonces, producto de técnicas cada vez más refinadas, se calcula que han nacido alrededor de cuatro millones de bebés en todo el mundo mediante alguna técnica de fecundación artificial. En la actualidad, en muchos países, la fertilización in vitro es la responsable del 2 al 3% de los alumbramientos.
La primera generación de niños concebidos por medio de la práctica iniciada por Edwards y Steptoe ya se encuentra en edad reproductiva (en la Argentina, el primer “bebé de probeta” nació en 1986), y los estudios a largo plazo han demostrado que, en términos generales, se trata de un procedimiento seguro.
Hace muy poco tiempo, el 20 de diciembre de 2007, Louis Brown dio a luz a su primer hijo sin necesidad de recurrir a la fertilización in vitro. El bebé también pesó 2700 gramos.
Edwards básico |
Robert Geoffrey Edwards nació en Manchester, Inglaterra, en 1925. Luego de hacer el servicio militar en las fuerzas armadas británicas durante la Segunda Guerra Mundial, estudió ciencias biológicas en la Universidad de Gales, en Bangor, donde se graduó como biólogo especializado en Zoología. Continuó sus estudios en el Institute of Animal Genetics and Embryology de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el desarrollo embrionario en ratones.
Trabajó en el Instituto Tecnológico de California y en el National Institute of Medical Research de Londres, y en la Universidad de Cambridge. Allí se jubiló en 1989 y fue nombrado Profesor Emérito. Una de sus obras más conocidas es Principles of Assisted Human Reproduction, que escribió con Steven A. Brody. Entre muchos otros reconocimientos, recibió el Premio Albert Lasker de Investigación Médica en el año 2001. |
Fuente: El Cable Nro. 757