Una plaza en honor a Klimovsky
A partir de un pedido de un grupo de académicos y militantes de derechos humanos el Consejo Directivo de la Facultad decidió nombrar al espacio verde que se encuentra inmediatamente frente a las escalinatas de la entrada principal del Pabellón 2 como “Plaza Gregorio Klimovsky”.
El acto tuvo lugar a pleno sol y fue la culminación formal de una movida que empezó con una solicitud, realizada al decano de la Facultad, por un importante grupo de académicos y profesionales de diferentes campos del saber: desde las ciencias exactas y naturales, la filosofía y el psicoanálisis, quienes, junto con la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, para que la plaza que se encuentra frente a las escalinatas de la entrada principal del Pabellón 2, reciba el nombre de Gregorio Klimovsky.
Klimovsky fue un referente de la epistemología, las matemáticas y el psicoanálisis. Fue miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que elaboró el informe denominado «Nunca más», y fue designado decano normalizador de nuestra Facultad en el retorno de la democracia.
El pedido fue aprobado, primero por el Consejo Directivo de Exactas y, luego, por el Consejo Superior de la UBA. Finalmente se estableció que la ceremonia tendría lugar el viernes 6 de diciembre de 2019, a las 14.30. La conducción del acto estuvo a cargo del secretario general de la Facultad, Leonardo Zayat, quien hizo una breve descripción de los distintos pasos administrativos que recorrió la iniciativa hasta convertirse en una realidad. Posteriormente, presentó a los oradores.
El primero en tomar la palabra fue Eduardo Díaz de Guijarro, físico, egresado de Exactas y coordinador del Programa Historia de la Facultad. Señaló que, poco antes de su fallecimiento, Klimovsky publicó una autobiografía: “Mis diversas existencias”, y explicó que ese título indica que se trató de un hombre multifacético: “Él se destacó en todas las actividades que tuvo, que fueron bastante dispares: la filosofía, la investigación científica, la política, la cultura, su amor por la música. Y además, la solidaridad personal que, realmente, fue uno de sus rasgos más destacables”.
Guijarro precisó que durante sus trayectoria, Klimovsky tuvo dos momentos muy significativos relacionados con Exactas, separados por alrededor de 20 años. El primero abarcó el período que va de 1955 a 1966, cuando era profesor de la Facultad y consejero superior de la UBA: “Era una de las voces más polémicas y más incisivas que se enfrentaban con el sector más reaccionario, representado, en ese entonces, por docentes de la Facultad de Derecho”.
El segundo momento fue luego de la recuperación de la democracia, cuando fue nombrado como decano normalizador, entre 1984 y 1985. “Su cargo en la Facultad duró dos años por los roces que tuvo con el rector Francisco Delich quien no compartía muchas de sus posiciones que eran sumamente progresistas y de avanzada”. De esa etapa, Guijarro destacó particularmente su firme posición “por la derogación de los concursos fraudulentos que habían sido organizados por la dictadura en 1982. Un tema que generó un conflicto muy prolongado”.
Para finalizar, Guijarro relató su extensa relación personal con Klimovsky, que se remonta a la década del 60, cuando asistía “embelesado” a las charlas sobre filosofía de la ciencia que brindaba en la vieja sede de la Facultad de Filosofía y Letras en la calle Viamonte. Luego, durante el período de la dictadura, tuvo mucho contacto con él, “era una época muy difícil, un momento en el cual Klimovsky estaba claramente definido, con gran valentía, en contra de la dictadura y participando en las pocas actividades que se podían hacer en ese momento”.
Hacia fines de los años 90 y principios de este siglo, Guijarro contó que su amistad con Klimovsky se hizo muy cercana y que, en 2002 ó 2003, fue a presenciar una de sus charlas con una de sus nietas. “Quedó tan impresionada que me preguntó: ¿Abuelo, se puede decir que Klimovsky es un sabio? Y yo le dije que sí, que era un sabio en muchos aspectos, por el caudal de conocimientos que tenía, pero que, además, era una gran persona, que era un sabio generoso y muy humano”, concluyó.
Luego tomo la palabra María Elena Naddeo, copresidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, institución de la que Klimovsky formó parte. “Es un verdadero privilegio haber sido convocados y convocada para participar en este homenaje. Sin duda, nuestra presencia en este acto tiene que ver con la participación de Gregorio Klimovsky en la APDH. Él integró el Consejo de Presidencia de nuestra institución y, después de la dictadura militar, participó en la Comisión Nacional de Investigación de Desaparición de Personas, la CONADEP”, relató y completó: “El informe Nunca Más, del cual Klimovsky fue uno de los firmantes, fue la base para el juicio a las juntas militares, que concluye después de un proceso complejo, con los juicios de la verdad, la memoria y la justicia, por los cuales hoy están condenados casi 900 genocidas”.
Más adelante, señaló con admiración: “Nosotros queremos decir, desde la APDH, que la huella dejada por Klimovsky tiene la resonancia y la fuerza de las grandes figuras de la historia. Se agiganta a medida que vamos descubriendo las problemáticas que recorrió, las certezas que aportó, los vacíos que fueron iluminados por su rigor investigativo, por su producción académica y educativa”.
Para culminar su intervención, Naddeo recurrió a las palabras que pronunció Guillermo Boido, colega de Klimovsky, durante el acto en que fue reconocido como doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires: “Bien sabemos que existen científicos para quienes su interés radica exclusivamente en investigar en su ámbito específico, en el dominio interno de su comunidad profesional. Afortunadamente, en la comunidad científica argentina, hubo y hay excepciones, entre otras, la de Gregorio Klimovsky. En ejercicio de un magisterio de innumerables matices en cátedras, clases, conferencias, proyectos educativos y científicos, e incluso en el terreno de los derechos humanos, ha comprometido su credo humanista con un protagonismo social orientado a extender sin límites su concepción de una cultura sin fronteras, viva y democrática que en modo alguno puede prescindir de la ciencia” y cerró: “Por todo ello, desde la APDH nuestro homenaje y reconocimiento”.
También estuvo presente en el evento el hijo de Gregorio, Sergio Klimovsky, quien de manera muy breve, agradeció el homenaje. “Siento una enorme emoción por este homenaje que se hizo a mi papá. Estoy muy agradecido a todas las personas que tomaron esta iniciativa. Realmente, para mí, es un momento increíble”.
Luego, llegó el momento culminante del acto, cuando el decano de la Facultad, Juan Carlos Reboreda, el vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Américo Cristófalo, la propia María Elena Naddeo y la profesora de Exactas, Sara Bilmes -una de las impulsoras de la iniciativa-, descubrieron el cartel con el nombre de Gregorio Klimovsky. Un cerrado aplauso de los presentes puso fin a la ceremonia.
Una vida polifacética
Gregorio Klimovsky nació en 1922 en un hogar de inmigrantes. Estudió matemáticas en la entonces Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales. Se dedicó a los fundamentos de la matemática, la lógica y a la epistemología, siendo un pionero en estos campos en nuestro país y, en colaboración con el matemático Jorge Bosch, el principal responsable de la difusión en Argentina de la teoría axiomática de conjuntos.
En 1953 se incorporó al Departamento de Investigaciones Científicas de la Universidad de Cuyo. Y, desde 1956 a 1966, fue profesor, tanto de la Facultad de Exactas como de la de Filosofía y Letras (UBA), donde llegó a dirigir el Instituto de Filosofía. Además, participó activamente en política universitaria y fue miembro del Consejo Superior de la UBA. Luego del golpe de Estado de 1966, y de la tristemente célebre “Noche de los Bastones Largos”, Klimovsky fue uno más de los cientos de profesores que renunciaron a sus cargos. Permaneció en Argentina y comenzó a coordinar seminarios sobre fundamentos del psicoanálisis. Fue miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, y miembro plenario (y fundador) de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico.
Durante la última dictadura cívico militar Klimovsky integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, desde donde combatió la política represiva del régimen y, en particular, la desaparición forzada de personas.
Con la llegada de la democracia, el presidente Raúl Alfonsín lo designó como miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que elaboró el informe Nunca más.
Por esos años, fue decano normalizador de Exactas (1984/85). Desde ese cargo, jugó un rol decisivo en la reconstrucción de la facultad como centro científico de excelencia, promoviendo la docencia y la investigación en el marco de un clima de amplia participación democrática. Durante su decanato enfrentó firmemente las tendencias continuistas que buscaban preservar el status quo dejado por la dictadura, en particular, la cuestión de los ilegítimos concursos de profesores tramitados durante el período final de la misma.
Fue distinguido en numerosas oportunidades. Entre otros, recibió el premio Konex de Platino en Lógica y Teoría de la Ciencia (1986); el premio de la Asociación Internacional Psicoanalítica por sus aportes a la fundamentación epistemológica del psicoanálisis (1989); el premio Konex de Brillante en Humanidades (1996); el título de doctor honoris causa de la Universidad Nacional de Rosario (2005) y el título de doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires (2006).
El Profesor Klimovsky falleció en Buenos Aires en abril del 2009.