Ratas de ciudad

Las ciudades son ecosistemas artificiales en continuo cambio. Por esta razón, las especies más adaptadas se vuelvan fácilmente dominantes. Tal es el caso de los roedores. El objetivo de Olga Suárez y su grupo de investigación es describir la interacción entre roedores, ser humano y ambiente para lograr su control y conocer las condiciones ambientales del lugar de su captura.

28 de agosto de 2015
Mediante la captura de roedores y el relevamiento de distintas variables ambientales, los investigadores caracterizan el lugar de muestreo. En el laboratorio, luego, determinan el estado sanitario de los ejemplares capturados y el riesgo potencial para los humanos. Foto: Olga Suárez.

Mediante la captura de roedores y el relevamiento de distintas variables ambientales, los investigadores caracterizan el lugar de muestreo. En el laboratorio, luego, determinan el estado sanitario de los ejemplares capturados y el riesgo potencial para los humanos. Foto: Olga Suárez.

 

La ciudad es un nido de ratas. Que no se malentienda, la Ciudad de Buenos Aires –como todo gran núcleo urbano– es un ambiente propicio para la proliferación de roedores. Las ciudades son ecosistemas artificiales, creados por el ser humano, y están en constante transformación. Los mecanismos de regulación del crecimiento poblacional, como la competencia y la depredación, están alterados, lo que favorece que las especies más adaptadas se vuelvan dominantes. Cuando una especie animal se establece en un ambiente urbano puede propagarse rápidamente y, si no es controlada, puede colonizar otros nichos a través de las interconexiones que presenta la trama urbana. La permanente transformación en la infraestructura, el continuo crecimiento de la densidad poblacional y la permanente expansión urbana hacen que Buenos Aires sea un ámbito que favorece la proliferación de roedores.

“Trabajamos en ecología de roedores y nuestro principal objetivo es describir la interacción que surge entre los roedores, el ambiente y el hombre”, explica Olga Suárez, bióloga y directora del Grupo de Roedores Urbanos. Mediante el estudio y el análisis de estas relaciones, los investigadores pueden interpretar las causas y los mecanismos involucrados en las más diversas problemáticas vinculadas a poblaciones de roedores y humanos. “A partir de la evaluación previa de las condiciones ambientales, podemos predecir determinadas situaciones de potencial riesgo para las personas. En este contexto y en forma muy general podemos decir que nuestras principales líneas de investigación están orientadas al control de roedores, a la contaminación ambiental (porque usamos a la rata como bioindicador de contaminación ambiental) y a la salud humana a través del estudio de las zoonosis transmitidas por roedores”, explica Suárez.

(De izq. a der.) Diego Hancke, Carolina Massa, Gerardo Cueto, Olga Suárez, Alejandra Alvedro, Mariel Trípodi y Emiliano Muschetto.

(De izq. a der.) Diego Hancke, Carolina Massa, Gerardo Cueto, Olga Suárez, Alejandra Alvedro, Mariel Trípodi y Emiliano Muschetto.

Al equipo de Suárez le interesa las consecuencias ambientales que resultan del fenómeno de urbanización. “En ambientes con altas tasas de transformación, como son las ciudades, sólo algunas especies pueden sobrevivir exitosamente; en general son especies invasoras que, en presencia de abundantes recursos, se transforman en especies plaga como ocurre con las ratas, palomas, cucarachas, etcétera”, sostiene la bióloga.

Mediante la captura de roedores y el relevamiento de distintas variables ambientales, los investigadores caracterizan el lugar de muestreo. En el laboratorio, luego, determinan el estado sanitario de los ejemplares capturados y el riesgo potencial para los humanos en función del lugar de su captura. “Esta metodología, desarrollada en lugares de alto nivel de infestación como son, por ejemplo, las villas de emergencia, nos ha permitido una transferencia directa de nuestra experiencia al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, mediante el desarrollo de programas estratégicos de control de roedores realizados en la Villa 31 de Retiro o, actualmente, en Villa Piletones en Villa Soldati”, comenta Suárez.

Pero, además de contribuir al control de roedores, el estudio de estos animales permite conocer las condiciones ambientales del lugar de su captura. Las ratas que viven en áreas urbanas pueden estar expuestas a distintas concentraciones de metales pesados. No sólo pueden ser ingeridos sino que, en algunos casos, también pueden ser incorporados al organismo mediante la respiración, por eso pueden ser usadas como indicadores ideales para la detección de contaminación ambiental por metales pesados y de los riesgos para la salud humana asociados. “La cuenca Matanza-Riachuelo es una de las áreas de estudio en la cual estamos llevando a cabo nuestras investigaciones porque está considerada una de las cuencas más contaminadas del mundo y porque el plomo es uno de los contaminantes más tóxicos allí reconocidos”, sostiene Suárez. El plomo se almacena en los huesos pero su efecto tóxico impacta en varios órganos, sistemas y procesos fisiológicos. El trabajo de campo que realizan los investigadores consiste en la captura de ratas en distintas áreas de la cuenca y la posterior determinación de la concentración de plomo en diferentes tejidos (hígado, riñón, hueso) para correlacionar los valores obtenidos con datos de contaminación ambiental por plomo. “Tenemos como objetivo además detectar daños en el ADN y en el sistema nervioso central de las ratas y asociar estos daños con el nivel de contaminación ambiental. Aunque los humanos y las ratas no explotan el ambiente de la misma manera, las ratas podrían ser un monitor ambiental apropiado para comparar el riesgo sanitario al que están sujetos, en forma relativa, los organismos que comparten el área contaminada. El sistema de monitoreo en el cual estamos trabajando no sólo permitiría poner en evidencia el grado de contaminación actual en las distintas cuencas sino que, además, podría servir para inferir cómo pueden evolucionar en el futuro ambientes con distintos grados de contaminación”, dice la investigadora.

Desde hace aproximadamente 14 años, a través de un convenio firmado entre la Facultad y el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el grupo de investigadores es el nexo académico con los responsables de la toma de decisión en políticas ambientales asociadas a la prevención y control de roedores.

Grupo de Ecología de Roedores Urbanos

(Departamento de Ecología Genética y Evolución)

Laboratorio 104; 4to. piso, Pabellón II, 4576-3300, interno 219

Dirección: Dra. Olga Suárez

Investigadores: Dr. Gerardo Cueto y Dr. Emiliano Muschetto

Tesistas de doctorado: Lic. Diego Hancke; Lic. Carolina Massa y Lic. Mariel Trípodi

Tesistas de grado: Srta. Alejandra Alvedro.

Patricia Olivella