Veinte años de la Licenciatura en Paleontología

Paleontología cumple dos décadas. Su creación está atravesada por una necesidad común en la Facultad: investigar de forma interdisciplinaria. Reconocida como una carrera vocacional también ofrece un campo laboral amplio en un país con un gran patrimonio paleontológico.

27 de diciembre de 2022

La paleontología busca conocer el pasado. Su mirada repone tiempos muy remotos. Cuando dice que son cercanos, habla de miles de años, cuando indaga más lejos, abarca miles de millones. Históricamente, quienes deseaban dedicarse a ella debían estudiar otra carrera que la incluyera en una orientación, como Geología o Biología, pero gracias a la convicción de distintos docentes de la Facultad, como es el caso de Beatriz Aguirre-Urreta, desde el 2002 se ofrece como una licenciatura propia. 

“No había ninguna licenciatura en paleontología”, recuerda Aguirre-Urreta. Y agrega: “La Universidad de La Plata tiene una gran trayectoria pero con una orientación de Biología, aunque había tenido una licenciatura que luego cerró. Entonces, en ese momento fuimos los únicos. Ahora hay otras universidades nacionales que también la ofrecen, como la de Rio Negro y la de los Comechingones en San Luis”.

La carrera fue gestada durante muchos años pero recién se confirmó al calor del 2001. Según Aguirre-Urreta, uno de los temas cruciales era que tuviera salida laboral. “No debe haber nada peor que recibirte de algo y no saber dónde trabajar”, afirma.   

“Paleo es una carrera muy vocacional, entonces la gente que la estudia es porque realmente siempre quiso hacerlo”, comenta Darío Lazo, titular de la Comisión de Carrera de Paleontología por el Claustro de Profesores. 

Para el investigador, la Argentina es una tierra fértil para esta disciplina. “El patrimonio paleontológico de nuestro país es importantísimo y desde la aparición de la Ley de Protección del Patrimonio Paleontológico-Arqueológico, quien se gradúe de la carrera puede ejercer funciones específicas de protección y de curación de colecciones de los fósiles en distintas instituciones locales, provinciales e, incluso, nacionales”, comenta.

Por su parte, Beatriz Aguirre-Urreta hace un balance más que positivo de estos veinte años: “Siempre hubo relativamente pocos inscriptos, pero se siguen recibiendo, siguen teniendo trabajo y al día de hoy contamos con graduados desde Jujuy hasta Ushuaia”.

Mucho más que dinosaurios

Darío Lazo explica que los fósiles cumplen un rol muy importante a nivel turístico. “Las maneras de proteger el patrimonio paleontológico varían mucho de provincia en provincia. Hay algunas que se centran más en los yacimientos arqueológicos, pero otras, como Neuquén o Chubut, tienen distintos museos. Chubut cuenta con la ruta de los dinosaurios. Es muy importante para esas provincias dar a conocer el registro fósil que contienen y los paleontólogos tienen ahí un rol muy importante que cumplir”.

“Los dinosaurios han despertado vocaciones. Por ejemplo, Jurassic Park nos dio un empujón importante”, comenta Aguirre-Urreta. Y advierte: “al mismo tiempo tiene el problema de que todo termina asociado a ellos. Y yo creo que muchos estudiantes entran entusiasmados con los dinosaurios y después ven que hay mucho más”.

Ese mundo más vasto abarca desde microfósiles hasta plantas e invertebrados. En palabras de la investigadora: “Hay gente que trabaja en climas del Cuaternario o que hace tafonomía, que estudia cómo se preserva el registro. Entonces, cuando los estudiantes van avanzando empiezan a ver que hay otras cosas”. 

Para Darío Lazo, la mayor proporción se inclina por los vertebrados. “No solo los dinosaurios, sino todo tipo de vertebrados. Gozan de un particular atractivo a nivel internacional”, afirma al mismo tiempo que reconoce el lugar preferencial que ocupa Argentina: “nos ubicamos entre los países más importantes con respecto a los hallazgos, la Patagonia es un top en la cantidad de dinosaurios que se han descubierto”.

Para el investigador, esa realidad es un indicador de los antecedentes en Paleontología que hay a nivel nacional. “Es muy importante, no solo por la cantidad de hallazgos sino por todo lo que todavía hay por hacer. Hay mucho territorio por explorar”, enfatiza.  

Una carrera que crece

La licenciatura en Paleontología abrió sus puertas en 2002. Seis años después, la Facultad entregó los primeros seis títulos. Por aquellos días, quienes ostentaban el flamante diploma celebraban, con cierto humor, que la carrera se estaba “masificando” y que las nuevas cohortes contaban con poco más de veinte ingresantes. 

Darío Lazo destaca que al día de hoy ya asciende a 79 la cantidad de graduados y graduadas. A su vez, celebra que en los últimos años se haya podido establecer un convenio con los profesorados para que quienes se reciban puedan acceder al Profesorado de Enseñanza Media y Superior en la Especialidad Biología.

Al recordar los primeros días, Beatriz Aguirre-Urreta celebra el compromiso, la decisión y la colaboración de los distintos departamentos. “Cuando dijimos que queríamos crear una carrera, todavía no había cargos y tampoco contábamos con demasiados recursos. Fue una carrera hecha a pulmón”, destaca.

Por su parte, Lazo pone el acento en lo que hace a Paleontología única: “fue una forma de plasmar la interdisciplina”, afirma. Y concluye: “Siempre se habla de hacer cosas interdisciplinarias y realmente es muy difícil. Esta carrera no es ni Biología, ni Geología. Es otra cosa”.

Adrián Negro