En el sur de Mendoza y Neuquén, los Andes se desploman

Geólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA aseguran que la cordillera se levanta en algunas zonas pero desciende en otras. La publicación de estas observaciones fue realizada por los investigadores Andrés Folgueras y Víctor Ramos.

9 de junio de 2009

Mientras que en San Juan y Mendoza, los Andes están en pleno ascenso, en el sur de esa provincia y el norte de Neuquén, la cordillera está descendiendo, según afirman geólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en un trabajo publicado en Tectonophysics.

“Antes se creía que los Andes eran producto de un levantamiento producido hace 12 millones de años, pero ahora se sabe que son más antiguos, y que no crecen en forma continua, sino que tienen pulsos de ascenso”, dice el doctor Andrés Folguera, investigador de la Fceyn, que publicó sus resultados junto con el doctor Víctor Ramos, profesor de esa Facultad, ambos, investigadores del Conicet.

Pero, lo curioso es que “la elevación de los Andes no es uniforme, sino que algunos segmentos ascienden, mientras que otros se desploman”, destaca Folguera.

El primer levantamiento se habría registrado hace unos 120 millones de años; otro, a los 90 millones; el siguiente, a los 35, y el último, hace 12 millones de años. Tras largas etapas de estabilidad, hubo períodos en que los Andes se derrumbaron, según indican los especialistas.

“Identificamos dos fases de desplome, la más reciente se inicia hace unos 5 o 6 millones de años”, asegura Folguera, y prosigue: “Actualmente, los Andes de Neuquén y el sur de Mendoza se encuentran en desplome activo”. ¿Cómo se sabe?

Cicatrices del desplome

“Se ven cicatrices en el terreno, discontinuidades, por ejemplo, saltos en la planicie de un río, que pueden tener entre 2 y 5 metros de altura, y muestran desplazamientos de rocas jóvenes”, explica. Esos escalones indican que los Andes están descendiendo en ese sitio. Por ejemplo, en el embalse del río Atuel, cerca de San Rafael, hay una pared natural, labrada en la roca, que conforma una de esas cicatrices del desplome de la cordillera.

Además, en esas discontinuidades puede aflorar lava. Una muestra de ello es la Payunia, al sur de Mendoza, en el Departamento de Malargüe, que cuenta con más de 800 conos volcánicos. “Tenemos un mapa con las edades de formación de esos conos, que no poseen más de dos millones de años, y están asociados con un desplome”, indica Folguera. Además, la gran cantidad de conos volcánicos y su baja altura es algo característico de zonas que se están fracturando, porque el magma se dispersa en esas fallas y se distribuye generando pequeños centros.

La causa del derrumbe se vincula al ángulo con el cual el fondo oceánico del Pacífico se introduce por debajo de la placa continental de Sudamérica (proceso de subducción). Hay períodos (millones de años) en que el plano de subducción es casi horizontal, y ello se corresponde con una etapa de levantamiento. En otros, el plano tiende a ser más vertical, entre 30 y 45 grados, y ello genera el desplome de la cordillera.

Un mapa de las profundidades

La subducción del fondo oceánico bajo el continente sudamericano se puede visualizar mediante el estudio de las ondas sísmicas, cuya velocidad depende, entre otras cosas, de la rigidez de los materiales, la que tiene que ver con su temperatura. En el proceso de subducción, los materiales que se generan en superficie se sumergen a mucha velocidad (unos 6-7 centímetros por año), y están mucho más fríos que el manto que los circunda, lo que incide en la velocidad de las ondas sísmicas. Midiendo esa velocidad, se puede visualizar el material que está cayendo hacia el interior de la Tierra y, en consecuencia, el ángulo que forma.

Con información de la trayectoria y velocidad de las ondas sísmicas, proveniente de sismos naturales o inducidos (mediante golpes producidos en la superficie), los investigadores pueden correlacionar las cicatrices del terreno con lo que sucede a grandes profundidades. Así pueden inferirse ciertas características de la corteza terrestre que inciden en el ángulo del plano de subducción.

Lo cierto es que en Neuquén y sur de Mendoza, los Andes están en descenso, y en esa región el ángulo de subducción de la placa oceánica, que hace 12 millones de años era horizontal, ahora posee entre 30 y 45 grados.

En cambio, en el norte de Mendoza y San Juan, el plano es casi horizontal, y la región está en pleno ascenso. En otras palabras, el levantamiento andino no es un proceso uniforme, sino que se encuentra segmentado por latitudes.

Por otro lado, cuando una zona de subducción horizontal tiende a ser vertical, se comienzan a desplomar los márgenes orientales, cercanos a la Pampa, y luego los sectores más occidentales. Esto se determina por la edad de las rocas volcánicas asociadas a las fracturas. “Son más viejas en la región oriental, y progresivamente más jóvenes a medida que nos acercamos a la cordillera principal”, relata el geólogo.

El desplome al sur de Mendoza constituye un descenso incipiente, pero, si el proceso no se revierte, en millones de años puede producirse un colapso total.

Fuente: Publicado en La Nación el 09/06/2009

Susana Gallardo