Cuenta regresiva

El nuevo informe presentado por el IPCC es concluyente: el calentamiento global es inequívoco; la humanidad, a partir de la emisión de gases de efecto invernadero, es la responsable principal; si el aumento de temperatura superara el umbral de los dos grados habría consecuencias devastadoras. Sólo una agresiva política de mitigación puede evitarlo. El análisis y la opinión de dos expertos argentinos que formaron parte de este trabajo.

20 de noviembre de 2014

“La influencia humana en el sistema climático es clara y va en aumento. Si no se le pone freno, el cambio climático hará que aumente la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles para las personas y los ecosistemas. Sin embargo, existen opciones para la adaptación al cambio climático, y con actividades de mitigación rigurosas se puede conseguir que esos impactos permanezcan en un nivel controlable”.

Estas son algunas de las principales conclusiones el Quinto Informe de Evaluación (AR5) del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Se trata del trabajo más completo jamás realizado sobre esta temática. Alrededor de 830 científicos procedentes de más de 80 países fueron seleccionados para formar parte de los equipos de autores encargados de elaborar el informe. A su vez, estos especialistas se apoyaron en el trabajo realizado por más de mil autores contribuyentes y más de dos mil revisores expertos. Para la elaboración de este Quinto Informe se evaluaron más de 30 mil publicaciones científicas.

Este es el primer trabajo que da a conocer el IPCC desde la publicación del Cuarto Informe de Evaluación en 2007. Un trabajo que ya aparecía como monumental e invalorable desde el punto de vista científico y, por el cual, el IPCC, creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), obtuvo el Premio Nobel de la Paz.

A pesar del impresionante trabajo realizado en 2007, que parecía casi definitivo en varios aspectos, la ciencia climática ha avanzado considerablemente en estos años. Por eso, el Quinto Informe incluye más datos y mediciones que se distribuyen en aproximadamente cinco mil páginas de nueva información que dan lugar, no tanto a sorpresas, pero sí a más certidumbre sobre las causas y consecuencias del cambio climático.

“Desde 2007 hasta ahora aparecieron miles de trabajos reafirmando lo que habíamos publicado en el Cuarto Informe. Por eso, si bien nos costó encontrar cosas nuevas, este reporte le agregó más certeza a los resultados. Si antes decíamos: ‘es muy probable’, ahora decimos: ‘es extremadamente probable’. Eso para nosotros significa un nivel de confianza más alto, estadísticamente comprobado”, explica Matilde Rusticucci, coordinadora de autores del Grupo de Trabajo I del IPCC (que trata las bases físicas del cambio climático) e integrante del grupo de autores del reporte.

¿Yo señor? ¡Sí señor!

De acuerdo con el informe, los científicos tienen más seguridad que nunca de que la actividad humana es responsable de la mayor parte del calentamiento global desde 1950. El reporte también resalta que las emisiones de gases de efecto invernadero detectadas actualmente son las más altas jamás registradas; las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso no tienen precedentes en los últimos 800 mil años; la atmósfera y el océano se han calentado; las cantidades de nieve y hielo han disminuido; el nivel del mar se ha elevado; aumentó la ocurrencia de fenómenos climáticos extremos, incluyendo una disminución de las bajas temperaturas extremas y una elevación de las temperaturas cálidas extremas, y aumentó en el número de episodios de precipitación intensa en varias regiones.

“Una cuestión fundamental que surge del Quinto Informe es la evidencia, contundente y definitiva, de la relación entre cambio climático y actividad del hombre. Particularmente, referida a la utilización de combustibles fósiles, el uso del suelo y la deforestación. Las pruebas son abrumadoras”, sentencia el ingeniero Gabriel Blanco, profesor de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN) y autor coordinador del Grupo de Trabajo III del IPCC.

¿Cómo puede ser que, a pesar de la monumental evidencia, todavía algunos políticos e incluso científicos siguen negando la responsabilidad humana en el calentamiento global? “Para mí es ideológico, no hay otra forma de explicarlo. Científicamente es imposible de negar”, afirma Rusticucci, quien además es profesora de Exactas UBA e investigadora del CONICET. Y agrega: “Los científicos que lo niegan, que son muy pocos, no tienen un argumento sólido para rebatirlo. En los trabajos que presentan para fundamentar su posición es fácil probar que tienen fallas”.

Aténgase a las consecuencias

El Quinto Informe asegura que los impactos del cambio climático ya se están sintiendo en todo el mundo y afectan a todos los continentes y los océanos. También señala que las emisiones de gases de efecto invernadero causarán un mayor calentamiento y cambios duraderos en todos los componentes del sistema climático, con lo que aumentará la probabilidad de impactos generalizados y profundos que afecten a todos los niveles de la sociedad y la naturaleza.

Además, los científicos señalan que estos riesgos no afectarán a toda la población por igual sino que perjudicarán particularmente a los países más pobres y a las comunidades más vulnerables dentro de las naciones más poderosas. En definitiva, las personas marginadas son las más vulnerables a los impactos del cambio climático.

“Las consecuencias son múltiples pero, a nivel global, el aumento del nivel del mar me parece sumamente grave porque hay países que van a desaparecer bajo las aguas y sus poblaciones se van a tener que mudar. Me refiero a islas muy bajas en el Índico, en el Caribe y al norte de Australia”, se lamenta Rusticucci y añade, “también está probado que la mayor frecuencia de olas de calor produce más muertes. Y eso lo vivimos nosotros también”.

Por su parte, Blanco subraya entre los aspectos más graves: “el derretimiento del Ártico y los glaciares como reservorios de agua dulce son impactos tremendos a nivel global. Además de los fenómenos extremos de desertificación, inundaciones, lluvias y huracanes”. En el plano local, Blanco describe que en Argentina se está viviendo, según las regiones, una combinación de todo lo que ocurre a nivel planetario: “tenemos elevación del nivel del mar, disminución de las masas de agua dulce, procesos de desertificación, inundaciones, tormentas fuertes, tornados nunca vistos”.

En relación con nuestro país Rusticucci acota: “si bien nuestra zona núcleo se va a ver beneficiada porque va a llover más y se va a extender nuestra frontera agropecuaria, también habrá más eventos extremos de sequías e inundaciones, lo que provocará que haya algunos años muy buenos y otros muy malos para la producción agropecuaria. Por otro lado, disminuirán las lluvias en Patagonia y en Cuyo, por lo que el recurso hídrico se convertirá en un bien muy valioso en esas zonas”.

Tiempo de descuento

Frente a este escenario preocupante el nuevo reporte plantea que, para limitar realmente los riesgos del cambio climático, es necesario reducir en forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Y aclara que todavía es posible mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC en relación con los niveles preindustriales, el umbral a partir del cual los científicos consideran que se pueden producir consecuencias muy graves e irreversibles.

Lograr ese objetivo implica cambios a gran escala en la matriz energética, combinados con un profundo y rápido recorte de emisiones. Según el IPCC, la comunidad mundial tendrá que casi cuadruplicar el uso de energías renovables hacia 2050 para tener alguna posibilidad de mantener el calentamiento por debajo de los 2ºC.

“El nuevo informe es contundente. Ya sabemos que no podemos seguir demorando la mitigación salvo que no nos importe que haya especies que van a desaparecer, que poblaciones enteras se van a tener que trasladar, que los hielos se van a derretir, que va a aumentar el nivel del mar. Si todo eso nos importa, no podemos demorar más”, exhorta Rusticucci.

Ahora bien, es posible que la comunidad internacional avance con medidas que apunten a la mitigación si las principales potencias emisoras de GEI, como Estados Unidos y China, vienen exhibiendo un compromiso tan débil con ese objetivo. “China es actualmente el principal emisor, pero también es el país que fabrica millones de productos que se consumen en Estados Unidos y Europa. Además, empezaron a generar emisiones importantes hace relativamente poco tiempo comparado con el resto del mundo desarrollado. No van a dejar de emitir porque sí. En el fondo, cada uno piensa en sus intereses propios”, se preocupa Rusticucci.

Blanco prefiere encarar la cuestión desde otro punto de vista. “Yo no quisiera entrar en un juego que muchas veces se da en las negociaciones internacionales, que es perverso y no beneficia a nadie, que es: ‘si vos no hacés, yo no hago’. Estados Unidos emite alrededor del 20% de los GEI, entonces, aun si no haciera nada, todavía tenemos un 80% de las emisiones sobre las que podemos trabajar”. Y apunta, en cambio, hacia el modelo económico impulsado por nuestro país. “Argentina tomó algunos ejes de desarrollo como la soja, la megaminería y la explotación de Vaca Muerta que son diametralmente opuestos a lo que se requiere para mitigar el problema”.

Actualmente la comunidad internacional está trabajando con el objetivo de llegar a la 21ra. cumbre mundial de cambio climático, que tendrá lugar en París en diciembre de 2015, con la posibilidad de alcanzar un nuevo acuerdo global que implique acciones concretas para evitar que el calentamiento global alcance los 2ºC a fines de este siglo.

¿Cumplirán esta vez los países con el compromiso firmado y se implementarán las acciones necesarias para reducir las emisiones de GEI? “Yo siempre fui optimista, pero ahora sinceramente no lo sé. A veces, pienso que hasta que no se acabe el petróleo no se van a tomar medidas y, encima, cada vez aparecen más reservas”, se resigna Rusticucci, pero deja abierta una puerta: “Tal vez, a partir de la geoingeniería, se desarrolle alguna tecnología que permita capturar el dióxido de carbono y, entonces, no aumenten las emisiones. Es una solución posible, dudo que sea la mejor”.

“Lo que los informes del IPCC están demostrando –reflexiona Blanco- es que el cambio climático es el emergente del modelo de desarrollo adoptado desde la revolución industrial. Primero por los países centrales y, luego, tomado como meta por las naciones periféricas. Ha llegado la hora de preguntarse: ¿Qué modelo de desarrollo queremos? Y, sobre todo, ¿cuál es posible sin destruir el planeta? Y cuando se habla de modelo de desarrollo no se hace referencia sólo a una cuestión tecnológica, sino también a qué producimos, cómo lo producimos y cuáles deben ser nuestros patrones de consumo. Esa me parece que es la cuestión central”.

Fuente: El cable Nro.854

Gabriel Rocca