Cecilia Di Prinzio y Emma O’ Brien – AcercaCiencia


“¿Quiénes somos?” (o cómo surge un proyecto colaborativo)

El encuentro con Cecilia de Prinzio y Emma O’ Brien resulta ser el estreno del Aula de Seminarios para el ciclo. Luego de saludar y agradecer la invitación, es Emma quien rompe el hielo diciendo que llegan para “contar el recorrido que tenemos y cuál es nuestra experiencia… Interrúmpannos para hacer preguntas, así lo hacemos algo más cercano”. La charla, agrega, la pensaron dividida en tres partes: “¿quiénes somos?, ¿qué hacemos online? y ¿qué hacemos offline?”. Así que empiezan por contar quiénes son.

Emma cuenta que se graduó en el año 2002, en Biología (“acá, en la Facultad”), y que hizo el doctorado en el Instituto de Biología de Molecular y Celular de Rosario: “hice aquí una orientación de ecología acuática y terminé haciendo un doctorado estudiando el movimiento de los espermatozoides… Fui de lo amplio a la molécula”. Hoy vive en Madrid, donde trabaja en Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, lugar en el que se congelan gametos masculinos de especies en peligro de extinción: “pero no vengo a hablarles de eso, sino de un proyecto que empezamos con Ceci, allá por 2002”.

Cecilia recibe el pase que le da su amiga y colega y se presenta: “yo soy un poco extranjera acá, pero estoy encantadísima de estar. La UBA siempre es una inspiración para todos”. Estudió Biotecnología en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas, en la UNR y se gradó en 2007, con una tesina que investigaba los receptores de la hormona de crecimiento en peces: “hice el doctorado en un grupo de investigación que también integraba Emma. Así fue que nos conocimos”. Se doctoró en 2012, pero en 2011 había pasado todo un año a Buenos Aires para realizar un posgrado en Comunicación Científica: “ahí se me abrió una puerta por la cual ya entré y no volví a salir”.

Como participantes anteriores del ciclo, Cecilia dice que luego de doctorarse no le convencía la carrera científica. No tenía ganas de continuar el posdoctorado: “y decidí no entrar a la carrera de investigación, y seguí por el camino de la docencia y la divulgación”. Lleva muchos años de docente universitaria (“arranqué en 2003”, dice), y es también jefa de laboratorio en un colegio que cuando ella llegó no tenía ese tipo de espacios: “llegué y dije: ‘hay que hacer ciencia… Hay que hacer ciencia…’ Y hace un mes y medio inauguramos el laboratorio. Y logramos que los chicos hagan ciencia, introduciéndolos en el camino de la experimentación”.

Esa inquietud por propagar la práctica científica era una de las cosas que las unía: “cuando compartíamos grupo, todos los días después de un experimento volvíamos caminando diciendo ‘qué bueno sería leer esto… Que se contara lo que se está haciendo… Todos los días…”. En 2012, Emma viaja a España: “las dos tuvimos que tomar rutas diferentes”, recuerda, “porque habíamos desistido de hacer la carrera y no teníamos trabajo”. A pesar de haber dejado cientos de CV, la respuesta más común que recibían era: “sobre-calificada”. Nadie las empleaba, y “en el mientras tanto, en vez de deprimirnos, dijimos ‘bueno, mientras no nos salga trabajo, vamos a hacer algo con esto que sabemos”. Así fue que decidieron seguir trabajando juntas, aún estando a 10.000kms de distancia. Emma escucha, asiente y complementa: “desde el principio tuvimos reuniones por Skype… o whatsaap!, GoogleDrive o DropBox, todas esas herramientas que permiten trabajar en red. Por el proyecto nunca nos sentamos a trabajar face to face… Todo online. Arrancamos el proyecto y recién nos vimos dos años después”, cuenta, casi como extrañándose de la historia que ella misma está contando.

«llegué y dije: ‘hay que hacer ciencia… Hay que hacer ciencia…’ Y hace un mes y medio inauguramos el laboratorio. Y logramos que los chicos hagan ciencia, introduciéndolos en el camino de la experimentación»

Pero la vocación por la divulgación y los reveses laborales no fueron los únicos motivos que las impulsaron al proyecto, “por otro lado, ambas hicimos el doctorado becadas por CONICET, y nos parecía que era importante devolver a la sociedad el privilegio que tuvimos de poder mantenernos como becarias con dinero público”. Y también ocurría, recuerda, que como docentes veían una situación de dos caras: por un lado, los profesores se quejaban del nivel de los alumnos; pero por el otro los estudiantes recién arrancaban y se les notaba cierto déficit de formación: “oíamos, ‘¿cómo es posible que no sepan eso? Y los chicos realmente no tenían las herramientas. Así empezamos a centrar la discusión en la divulgación, de las ciencias biológicas, sí, pero también la educación en general”.

¿Qué hacemos (online)?: cómo organizar un trabajo digital

AcercaCiencia, concuerdan, es la sintetización en una expresión de una idea común: “acercar la ciencia a la sociedad”. Desde el inicio lo pensaron como un proyecto no sólo de comunicación, sino también de educativo (“porque entendemos que entrar por ahí va a ser algo más permanente”, dice Emma), y con un enfoque iberoamericano: “en primer lugar porque estábamos ella y yo en países de Iberoamérica, pero luego además porque se fue sumando gente de diversos países a colaborar, y todas ellas eran de habla hispana”.

La web nació el 1 de agosto de 2012, con una idea de base: ser una web de divulgación y educación en Ciencias Naturales dirigido a público no-especializado. Hoy el contenido se organiza en cuatro categorías: “Educación”, “Curiosidades Biológicas”, “Historia Natural” y “Ciencia Ciudadana”, y tiene una serie de pautas editoriales claras. En ese sentido, lo primero que remarcan es que los artículos no se realizan bajo el criterio de novedad (“el sitio no es ‘periodismo científico”, afirman), sino que lo que buscan es contar historias atemporales que se puedan leer en cualquier momento.

Tampoco buscan noticias efímeras ni titulares impactantes, sino que intentan fomentar el ejercicio de cuestionar, buscar otros modos de hacer preguntas, mostrar cómo se trabaja en un laboratorio y aplicarlo a la vida cotidiana: “las dos somos apasionadas por la ciencia, y buscamos que nuestros artículos despierten eso: transmitir lo que nos provoca descubrir la ciencia en lo que nos rodea… cómo se ensamblan las alas de un insecto”. Es por eso, porque quieren quitar solemnidad sin perder rigurosidad, que buscan dar a sus textos la forma historias cotidianas: “y que esa historia sirva para despertar una vocación, para que un profe de una clase o para todo lector curioso”.

En cuanto a los derechos de autor, los artículos del sitio son originales y la licencia es Creative Commons 3.0. Como lo que les importa es la llegada a mucha gente, potencian todas las actividades en redes y plataformas multimedias. Como si respondiera al pensamiento de alguien del público, Cecilia aclara para quienes tengan la idea de hacer un proyecto”) que la mayoría de las herramientas online que usan son gratuitas: “no hemos comprado casi nada, más que la plataforma, el nombre y el hosting”. La mayoría las brinda Google, y tienen un potencial enorme para hacer miles de cosas con pocos recursos.

A la hora de diseñar los contenidos, los piensan orientados a partir de ciertas certezas: primero, la idea de que la capacidad en ciencia y tecnología es un aspecto clave para el desarrollo de las sociedades; segundo, el hecho de que la mitad de los seres humanos tiene acceso a Internet (“lo que es un potencial tremendo”) y tercero, que internet es el medio más utilizado para informarse sobre ciencia (“según el último informe del FECYT”, dicen, “7 de cada 10 usuarios usan la Red para informarse”), mayormente la juventud (“el 80% de este grupo se informa por Internet… Estudian a través de videos: ni por libros ni a través de resúmenes de compañeros, sino a través de YouTube o palabras claves”).

Dada la gran cantidad de información disponible que implica la web, explican que el uso de las fuentes es fundamental: “intentamos brindar datos que provengan de una fuente confiable y con rigor científico”. La prueba de cuán importante es este punto, para Cecilia, la dan muchos de sus alumnos de secundario, quienes “hoy en día buscan algo en internet y creen que lo primero que les sale en Google es lo más confiable y lo mejor que la red les puede ofrecer en ese tema”. El resultado de esto es que terminan replicando “cualquier cosa, casi” leída en un blog. Para combatir esta tendencia, incluyen en todas las notas vínculos con enlaces a las fuentes originales: “donde siempre se puede chequear quién afirma cada, cómo construyó ese saber y más información respaldatoria”, cierra Emma. Por último, el artículo tiene que estar firmado, tiene que dar una lista de enlaces a la cual poder referirse (“para ampliar la información”), e idealmente piden que lo que se sostiene esté respaldado por alguna entidad científica reconocida (“para dar mayor legitimidad”).

Con estos criterios generales de publicación online han ido construyendo los, cuentan orgullosas, más de 500 artículos que hoy pueden encontrarse en AcercaCiencia.

¿Qué hacemos (offline)? Principios y objetivos de AcercaCiencia

Dado que ambas entienden que el saber científico debe ser parte del acervo cultural de toda comunidad, uno de los pilares del proyecto es promover esta cultura, frente a las visiones que asocian “cultura” a prácticas artísticas o estéticas; paradigma que, creen (y les alegra), hoy está cambiando: “cuando éramos chicas tener una buena ‘formación cultural’ era leer El Quijote. Y nadie te decía, por ejemplo, que en el 53’ Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN, y todos los cambios que eso trajo aparejado”. Si la ciencia, agregan, tiene cada vez más que verse como una dimensión general de la cultura es porque hoy en día, y cada vez más, el conocimiento nos atraviesa en todo sentido: “eso también es formar ciudadanos críticos que puedan entender mejor lo que pasa día a día”.

«cuando éramos chicas tener una buena ‘formación cultural’ era leer El Quijote. Y nadie te decía, por ejemplo, que en el 53’ Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN, y todos los cambios que eso trajo aparejado»

Es por eso, quizás, que “Historia Natural” que una de las últimas secciones que sumaron al proyecto. Se trata de un espacio dedicado, cuenta Cecilia, a “humanizar el saber”: “los que hacemos ciencia somos seres humanos, con problemas y asuntos cotidianos, como todo el mundo”. La sección se propone reconstruir la historia personal de la persona, que queda muchas veces eclipsada o desconocida detrás del logro científico: “sobre todo las mujeres. Hay muchas invisibilizadas a lo largo de la historia de la ciencia”.

Pero también “Ciencia Ciudadana” nació con un propósito marcadamente social: “hoy hay un montón de proyectos donde cualquier persona puede participar de las investigaciones aportando datos, mayormente desde aplicaciones de celular”. Geovin (para el estudio del Chagas) o GrupoHornero (App Uruguaya) son ejemplos de esto, entre cuyas muchas ventajas no es la menor, según ellas, “poder tener mucha gente realizando trabajo de campo sin precisar disponer de mucha plata o recursos”. 

En relación a las intervenciones y aportes que el sitio recibe, no están de acuerdo con la figura-función del científico veedor, suerte de “fiscal” de los contenidos: “así se ha manejado por lo general la ciencia siempre”, dice Emma, “pero nosotras no compartimos esa visión”. Allí es que funciona también, suma Cecilia, su “pseudo manual de estilo”, que provee una serie de normas básicas para la participación o publicación de artículos en el sitio: “que tienen que tener fuentes, confiables y citadas; que las imágenes tienen que tener la licencia estipulada; que se escriba en lenguaje inclusivo y que no haya agresiones. Respetando eso, puede escribir cualquiera”.  Dado además que la intención no es poner contenidos “polémicos” (“como artículos sobre homeopatía, o terraplanismo”), aseguran no tener demasiada necesidad de verse obligadas a intervenir sobre los comentarios.

Lo que viene, lo que viene…

Llegando al final del encuentro, admiten que es difícil lograr la auto-sustentabilidad de un proyecto como el que ambas impulsaron; uno que busca transmitir contenidos serios, confiables, veraces y en lenguaje asequible. Hacer esto lleva mucho tiempo y trabajo, y es difícil tener una estrategia comercial que no imponga límites a los principios de la página (lo que seguramente ocurriría con una estrategia convencional de venta de publicidad): “porque además, por desgraciada, éste tipo de conocimiento que generamos hoy no da dinero como para vivir de ésto”, reflexiona Emma.

Es para sortear este escollo, dice Cecilia, que tienen como objetivo a corto plazo intentar constituirse en una Asociación Civil, lo que les permitiría participar de convocatorias de subsidios (cosa que en Argentina no está habilitado para personas físicas). “También estamos pensando alguna venta de producto o algo así”, agrega; y ahora es su amiga y compañera la que, recogiendo la pelota, la pasa de manera cómplice al auditorio: “si alguno o alguna tiene una idea… bienvenida”. Más allá de las risas que lo que dice genera, quizás “alguno o alguna” en verdad se haya quedado pensando cómo colaborar con AC.

Porque no es mala idea que la ciencia esté cada vez más cerca de la vida de todas y todos.


Más información útil vinculada a esta charla

Search Engine Optimization (“Posicionamiento de buscadores”, SEO): Cecilia afirma que se han visto obligadas a aprender sobre este campo para poder posicionar bien la página. https://www.40defiebre.com/guia-seo/que-es-seo-por-que-necesito

Page Rank: es un producto (comercial) de Google que usa una familia de algoritmos para asignar de forma numérica la relevancia de documentos o páginas web indexados por un motor de búsqueda.

Red Argentina de periodismo científico (RADPC): Sitio Web que nuclea a periodistas dedicados a escribir sobre ciencia y tecnología.

Posgrado de Comunicación Pública de la Ciencia: Carrera de especialización ofrecida en forma conjunta por las Facultades de Exactas, Filosofía y Sociales, dictada en FCEyN.

Jornadas de Periodismo Científico: Jornadas, y debate posterior, mencionadas durante el encuentro, respecto a la necesidad de discutir las formas de comunicar ciencia y del rol clave de los docentes a la hora de “despertar la vocación por la ciencia en estudiantes”.