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Fernando Stefani, profesor de Exactas e investigador del CONICET, fue uno de los tres científicos argentinos galardonados este año con el premio Georg Foster de la Fundación Alexander Von Humboldt. La distinción fue otorgada por sus aportes en el campo de la nanotecnología y la microscopía óptica.

24 de agosto de 2017

«Es una enorme alegría y un gran orgullo para mí recibir un premio como este. La verdad es que no esperaba que ocurriera tan temprano en mi carrera. Es un reconocimiento personal muy gratificante que, además, abre oportunidades muy valiosas para futuras investigaciones de todo mi grupo«, asegura con satisfacción Fernando Stefani luego de enterarse de que es uno de los tres científicos argentinos que fueron reconocidos, este año, con el premio Georg Foster otorgado por la Fundación Alexander von Humboldt.

La Fundación fue creada en 1953 por el gobierno alemán y tiene su sede en la ciudad de Bonn. Actualmente, mantiene una red de 26 mil científicos en más de 140 países, incluidos 51 ganadores del Premio Nobel. El premio Georg Foster se otorga cada año a un máximo de seis científicos de países en desarrollo, cuyos aportes, nuevas teorías o conocimientos hayan tenido un impacto significativo en su propia disciplina.

Su participación en el concurso se produjo gracias a la nominación realizada, nada menos, que por Stefan Hell, Premio Nobel 2014, por sus contribuciones en el campo de la nano óptica. «Con Stefan mantenemos un trabajo en colaboración. Él me había consultado antes de nominarme pero yo no sabía si finalmente lo había hecho. Uno nunca sabe, porque si no ganás, nadie te dice: ‘te nominé pero perdiste'», relata Stefani con humor y sigue: «Fue Stefan quien me avisó que había ganado, después me llegó la comunicación oficial».

Además de la satisfacción personal por el reconocimiento, el premio está valuado en 60 mil euros e incluye una financiación adicional para llevar a cabo una estancia de investigación en Alemania. «Te dan fondos para que los uses en tus investigaciones como quieras: para ir a conferencias, comprar equipos pequeños, capacitar estudiantes. Por eso, además de una alegría, es un premio muy práctico para utilizar», destaca Stefani y anticipa: «En Alemania tengo por lo menos cuatro grupos muy interesantes con los que estamos trabajando, así que tengo que pensar de qué manera puedo aprovechar mejor esta oportunidad».

Si bien no cuenta con antecedentes familiares, la vocación científica de Stefani ya estaba presente durante su adolescencia. Luego de recibirse como técnico electromecánico fue adquiriendo una formación particularmente interdisciplinar. Primero se graduó como ingeniero en Materiales del Instituto Sábato; luego viajó al exterior donde se doctoró en Química en el Instituto Max Planck, de Alemania, y allí también completó estudios posdoctorales. Luego de una estadía de siete años en ese país decidió, en 2009, volvió a la Argentina. Hoy, Stefani es profesor del Departamento de Física de la Facultad, investigador del CONICET y vicedirector del Centro de Investigaciones en Bionanociencias que funciona en el Polo Científico de Palermo.

Stefani junto con su grupo desarrollan diferentes líneas de trabajo que tienen como punto en común su relación con la luz. «Por un lado, nos dedicamos a la fabricación de objetos muy pequeños, a escala nanométrica, utilizando métodos ópticos. Con este tipo de metodología tratamos de construir nanocircuitos y dispositivos combinando las propiedades de esas nanopartículas. También utilizamos métodos de autoensamblado molecular para moléculas orgánicas», explica y completa: «Por otro lado, tenemos el área de nanoscopía de fluorescencia que implica utilizar microscopios de luz, como los convencionales, para obtener imágenes con una resolución a escala nanométrica».

Además de Stefani, otros dos científicos argentinos fueron galardonados este año con el mismo premio. Ellos son: Carlos Ballaré, investigador del CONICET, jefe del Laboratorio de Fotobiología Ambiental del IFEVA; y Vanesa Gottifredi, investigadora de CONICET, jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica del IIBBA. Lo destacable es que, en 2016, tres de los seis premios entregados por la Fundación von Humboldt también fueron destinados a representantes de nuestro país. «Me llamó mucho la atención ver que somos muchos los argentinos que estamos recibiendo este premio. Pensá que se pueden postular científicos de más de 140 países en desarrollo. Que, por dos años consecutivos, la mitad de los premios vayan hacia la Argentina está marcando un poco el lugar que está ocupando nuestro sistema científico a nivel global», se entusiasma.

A la hora de pensar las razones que llevaron a la ciencia argentina a esta posición de privilegio, Stefani se explaya: «La actividad científica en Argentina fue siempre de excelencia. En los últimos años, con mayor presupuesto, se generó una mayor producción que derivó en una mayor visibilidad y un mayor impacto a nivel internacional», señaló. Y se mostró preocupado en relación con el futuro: «Veníamos con un impulso donde se empezaban a ver algunos resultados como estos premios, publicaciones, la suba del CONICET a nivel mundial. Ahora hay que ver si todo esto continúa. Hay que considerar que, en el ámbito científico, peor que invertir poco es interrumpir la inversión. En esas situaciones todo el esfuerzo hecho se desperdicia, la gente se te va, los proyectos se detienen, el conocimiento no se transmite y nunca llega a tener un impacto en la sociedad y en la economía del país».

Gabriel Rocca