Homenaje a Roberto Fernandez Prini

Aula con nombre propio

El día de su cumpleaños 80, el químico Roberto Fernández Prini fue homenajeado por su colegas, alumnos y autoridades de la Facultad. Con posterioridad a un acto de gran convocatoria, se descubrió la placa que designa con su nombre el aula de seminarios del Departamento de Química Inorgánica.

8 de junio de 2017

El jueves pasado, 1ro. de junio, la ahora ex aula de seminarios del Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Físico Química se vio colmada de público. Autoridades de la Facultad, del Departamento, del INQUIMAE, familia, amigos, colegas y ex doctorandos hicieron presencia (física o a través de internet) para dedicarle algunas palabras de reconocimiento a Roberto Fernández Prini. Fueron justamente las autoridades del Departamento, con el acompañamiento del Instituto, las que promovieron este homenaje público que culminó con el descubrimiento de la placa que designa con el nombre del reconocido químico al aula de seminarios, ubicada en el tercer piso.

Formado en Exactas en la llamada “época de oro”, a Fernández Prini lo alejó de la Universidad y del país la Noche de los Bastones Largos. Más tarde, volvió a expulsarlo la intervención del rector Alberto Ottalagano. Con la democracia restablecida, el decano interventor, Gregorio Klimovsky, convocó a Fernández Prini para que asumiera como director del Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Química Física en 1984. Con su formación y su experiencia como valor agregado, Prini se puso al frente de un Departamento que, tal como ocurrió con el de Física, venía de sufrir como pocos el paso de la dictadura militar, quedando reducido prácticamente a la nada.

En pocos años, consiguió darle nueva existencia al Departamento. Convocó con éxito a destacados investigadores, obtuvo recursos de importancia y creó el Instituto de Química de los Materiales, Medio Ambiente y Energía, INQUIMAE, en el año 1992. Retirado desde 2008 del Instituto y el Departamento, continúa vinculado a la Facultad en su rol de profesor emérito.

El acto del jueves resultó toda una sorpresa para Fernández Prini. Una sorpresa de cumpleaños, además. “Fue un honor y un éxito, nunca imaginé que tanta gente se acercara a saludarme, incluso gente de afuera de la Facultad, no solamente colegas o autoridades. Me gratificó la presencia, por ejemplo, de Juan Carlos Reboreda, el actual decano y de Pablo Jacovkis, un ex decano, de quien reconozco su apoyo como el de todos los decanos elegidos en democracia; todos me apoyaron y a todos les estoy muy agradecido”.

El principal honor al que se refiere el químico es la imposición de su nombre al aula de seminarios, un reconocimiento que vivió como cierta contradicción personal. “Yo siempre había sido enemigo de darle nombre de gente que estuviera viva a premios o lugares. Me llegó esto y parece que dijera ‘ahora que me cae a mí, fenómeno’”, explica conteniendo la risa. “Pero la verdad es que me golpeó emocionalmente, me alegró mucho la unanimidad que hubo en los distintos cuerpos para darme este honor: en Decanato, en el Consejo Directivo, en el Departamento, en el Instituto. Reconozco que cuando Sara Aldabe -directora del Departamento hasta hace un par de meses- me contó lo que habían decidido, me pregunté qué hacer, me sentí incómodo y halagado al mismo tiempo. Rehusarme hubiera sido de una arrogancia que yo no poseo”. Y destacó un episodio particular: “Sara me comentó que la idea de nominar esta aula de seminarios partió de un joven no docente, y eso terminó por convencerme”.

El Departamento de Química Inorgánica, apoyado por el INQUIMAE, fue el motor de esta distinción. En la nota que dio pie al proceso de imponer el nombre al aula de seminarios, sus autoridades destacaron que “durante más de 15 años el Dr. Fernández Prini actuó como Director del DQIAQF y, posteriormente del INQUIMAE. Durante ese período lideró una gestión con una directriz política, con una profunda convicción democrática y participativa. La política académica que impulsó en el DQIAQF-INQUIMAE ha llevado al desarrollo de un ámbito activo y de primer nivel en investigación, docencia y extensión, referente a nivel nacional e internacional. Durante su gestión  se incorporaron al DQIAQF-INQUIMAE una variedad de grupos y líneas de investigación de punta en temas de energía, síntesis y caracterización de materiales, química de coordinación, simulación computacional en química, fotoquímica, química bioinorgánica, espectroscopia Raman, entre otras temáticas”.

Pasados unos días de aquel momento que define como “imborrable”, Fernández Prini reflexiona sobre uno de los ejes de su reconocimiento, que también mencionó durante el acto. “El principal déficit de las instituciones es la falta de compromiso en la gestión de parte de sus integrantes, pasa en todos lados. Considero que tendría que estar instalada la idea de que si vos tenés acceso a equipamiento, a determinada infraestructura, aunque falten algunas cosas, aunque todo no esté en las condiciones más óptimas, tenés que pensar que todo eso está ahí porque alguien antes que vos lo gestionó”, indica y ejemplifica: “Un investigador formado que ya tiene su grupo, y que tiene entre 40 y 50 años, debería tener lugar en su carrera para aportar a la institución. Si nadie lo hace las instituciones se mueren, no hay forma”.

En el emotivo acto del jueves, Fernández Prini eligió el tema del compromiso en la gestión para ir cerrando su discurso, y le habló a los más jóvenes. “No renieguen de eso porque crean que disminuirá sus posibilidades científicas.  Si analizan quiénes dirigieron o dirigen institutos de CONICET en nuestra área disciplinaria, verán que en casi todos los casos son o fueron científicos destacados, no meros científicos burocratizados. No lo olviden, ustedes son imprescindibles en la gestión también”, remarcó.

Aunque ya retirado de sus funciones de docencia e investigación, Fernández Prini sigue vinculado a la Facultad y la química. “Yo me he comprometido, por ser emérito, a no entrometerme en discusiones intradepartamentales. Ya estuve ahí, ya dirigí, ese ya no es más el lugar que me corresponde. Pero sigo apoyando en todo lo que puedo. Yo me siento parte de la institución, la parte que corresponde a un emérito”, afirma y cuenta, al pasar, que está gestionando la publicación del libro “Materia y moléculas” (del cuál es coautor) en los Estados Unidos, traducido al inglés. Dueño de una vitalidad envidiable, a los 80 años, Fernández Prini sigue en el ruedo, lejos de recostarse en el bronce de la placa que lleva su nombre.

Palabras al maestro

 

Sara Aldabe Bilmes, Profesora Titular DQIAyQF

Convocado por el decano Klimovsky en 1984, Roberto Fernández Prini aceptó el desafío de reconstruir el DQIAQF. No era fácil; los fondos escaseaban pero el entusiasmo era desbordante.  Roberto, o FP como lo llamamos habitualmente, convocó a investigadores formados y a jóvenes recién doctorados a “poner el hombro”. En las condiciones de inestabilidad política aceptar esta propuesta equivalía a tener dos trabajos: en la Facultad y en CNEA o la UNLP. Paulatinamente algunos nos fuimos trasladando a la FCEN a la par que comenzó la formación de grupos de investigación fundamental orientados a materiales, ambiente, y energía. Con becas UBA o cargos con dedicación exclusiva se incorporaron tesistas y estudiantes de grado que, con escasos medios construyeron el Departamento que vemos hoy. Esta fue la base del INQUIMAE, instituto UBA-CONICET que recién se formó unos 10 años después para preservar los fondos de un gran subsidio de Alemania. Ese subsidio, en el que FP invirtió mucho tiempo, fue la base para equiparnos y hacer ciencia competitiva a nivel internacional.

Podría llenar varias páginas resaltando la calidad humana, académica, científica, tecnológica y política de Roberto, a lo cual habría que sumarle un pantallazo de sus ideas, su humor o su capacidad de gestión y organización. Por suerte FP queda autodefinido como el gran Maestro que ha dejado una huella en todos nosotros en una frase de un reportaje (Encrucijadas #48): “Pertenezco a esa clase de profesores que también aprenden enseñando. Es notable estar dando una clase y de pronto la pregunta de un estudiante nos lleva a replantear ciertas cosas que creíamos definitivas”.

 

Ernesto Marceca, Profesor Adjunto DQIAyQF

La Facultad no siempre fue como la vemos hoy. Sacar a Exactas de la oscuridad de aquellos años requirió, ya en democracia, de personas con fuertes voluntades que fueron capaces de imaginar y llevar adelante un proyecto estratégico de Facultad, que se abriría paso por sobre la realidad de aquella época. Roberto Fernández Prini fue una de esas personas. Participó activamente en la reconstrucción de la Facultad y, en particular, revitalizó al Departamento de Química Inorgánica y Química Física (DQIAQF), desde su rol de Director, creando condiciones que impulsaron notoriamente la investigación y la modernizaron de los contenidos impartidos en las aulas. También propició años más tarde la creación del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE), Instituto UBA-CONICET fuertemente hermanado al DQIAQF de estos días. Fernández Prini es y siempre ha sido un gran apasionado al momento de emprender proyectos nuevos, hacia los cuales arremete con admirable empeño y rigurosidad. ¡Un gran hacedor de cosas! ¡Y todo un ejemplo de honestidad! Le queda entonces muy bien puesto el nombre de Roberto Fernández Prini al aula del tercer piso del Pabellón II, lado río.

 

Luis Baraldo, Profesor Asociado DQIAyQF

Como estudiante de Química en la década del 80, yo viví la gestión de Roberto Fernández Prini y los profesores que lo acompañaron al frente del DQIAQF como una referencia de la facultad en la que se podía transformar Exactas. En ese momento, la investigación y la innovación en docencia eran la excepción en el departamento y las iniciativas de los alumnos eran recibidas con escepticismo y poco entusiasmo.

Desde la dirección Roberto supo abrir las puertas y alentar la participación de los estudiantes. Tuve ocasión de acompañarlo en el consejo departamental (en aquel momento asesor) como representante de los estudiantes y recuerdo que permanentemente nos pedía opinión sobre todos los temas. En el año 87 esa actitud todavía llamaba la atención y nos galvanizaba.

En pocos años se instaló la idea de que se podía hacer ciencia en el departamento y un puñado de estudiantes nos sumamos a la investigación con entusiasmo en los grupos más activos del momento, como analítica, inorgánica, termodinámica, fotoquímica, electroquímica y química teórica. Ese mismo entusiasmo se propagó a la renovación de la docencia que entendíamos como parte de un mismo proceso. También fue un período de apasionadas discusiones acerca del futuro del departamento que sentaron las bases de la realidad que tenemos hoy.

Armando Doria